Entrevista a Hugo Pérez de la Pica por Por los ojos de Raquel Meller

Semidesconocida en la actualidad, lo cierto es que Raquel Meller fue una destacadísima tonadillera que marcó un buen trecho de la historia del cine y el teatro español, francés y de las dos Américas. Hechizado ante el expresionismo y la bravura de su figura, Hugo Pérez de la Pica ha levantado un espectáculo que retrata de manera sublime los ambientes, el aliento femenino y el deambular poético por los hechos que marcaron su biografía. Charlamos con el creador del gran show culpable de llenar de ovaciones el Teatro Tribueñe todos los fines de semana. Por ANA VILLA

 
¿Cuál fue su intención primordial al subir a escena esta historia?
Raquel Meller siempre ha existido en mi mente, es una consecuencia de muchos factores. Es una memoria que no puedo discernir cuándo empieza y cuándo acaba, consciente desde los ocho años. Mi abuela, que cantaba muy bien, dominaba todo su repertorio. Mi intención es redimir la figura de Raquel, hacer justicia con sus personajes y, de paso, hacer justicia con unos géneros totalmente pervertidos en la actualidad. Raquel Meller es una gran desconocida para las generaciones de hoy.

¿Qué retrato haría usted de ella, a modo presentación, partiendo desde sus humildes comienzos?

Ella y todos los de su época son unos modernos, realmente están más cerca de los jóvenes de ahora que los ídolos contemporáneos. Era una mujer que fue artista por necesidad, luego se inventó un mundo donde poder desarrollar todo su potencial, viniendo de tan humilde cuna y coyunturas tan terribles. Esto tiene un mérito bastante grande.


¿Qué clase de temas y sentimientos trascienden en esta obra?

Como Raquel es una figura muy misteriosa y siempre lo será, trasciende lo que ella quiere, ni más ni menos.


¿Cuáles fueron parte de las glorias de esta gran cupletista?

Ser conocida hasta por el emperador de Japón, viajar en un tren propio por Estados Unidos, fumar la pipa de la paz con un jefe indio, ganar más dinero que Blasco Ibáñez, vivir en Versalles en el palacio de la favorita del rey, pilotar su propia avioneta en los años 30, ser la primera persona en cantar en el cine en castellano y en catalán, ser el símbolo de la república francesa y Caballero de la Legión de Honor, cantar en español durante 20 años en París y que todos la entendieran.


¿Y cuáles fueron las grandes sombras de su vida personal y profesional?

La única sombra fue ser demasiado orgullosa. El final de su vida fue humilde pero dormía en la cama de Eugenia de Montijo.


Para usted, un gran momentazo vibrante o intrépido de la pieza se produce cuando…

Cuando se produce un crescendo de sentimientos es cuando al final de la función se sucede una apoteosis tras otra. Hay muchos momentos, por ejemplo cuando Raquel triunfa en el Teatro Arnau, cuando triunfa en París y París se entrega a ella, cuando estalla la guerra civil. La obra es una apoteosis continua.


¿Y uno que resulta especialmente poético y lleno de sensibilidad?

¡La pieza emana poesía de principio a fin!


¿Qué elementos hacen de este proyecto un gran espectáculo recomendable para los amantes del teatro?

El vestuario refuerza la escenografía y nos sitúa en cada época, es de una fuerza arrebatadora y no deja a nadie indiferente. El que salga de esta función y no se haya conmovido es que no tiene sangre en las venas o se ha dormido. Tengo el mejor elenco: talento a raudales.

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