Entrevista a Ignacio García por La rosa del azafrán

 A Ignacio García, uno de nuestros referentes incuestionables de la dirección, le espera un 2024 muy musical y zarzuelero. Mientras tiene su mente y su corazón puestos en esta pieza que estrena en la Zarzuela, casa de la que habla con una mezcla de cariño, responsabilidad y orgullo, en el horizonte le esperan “La Gran Vía”, “Adiós a la bohemia”, “Turandot” y también Siglo de Oro, cómo no. Propuestas que le llevarán, orgulloso de nuevo de pasear nuestro patrimonio por el mundo, a Hungría, Ucrania, India, Portugal…
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene relacionado con la zarzuela?

Mi padre era aficionado a la música clásica y le gustaba escucharla en casa y entre los discos de vinilo que tenía había alguno de zarzuela. Ahí es donde comencé a escuchar zarzuela con total naturalidad y como parte de la cotidianidad.


¿Y con “La rosa del azafrán”?

Muchos años después, cuando estudiaba dirección de escena en la RESAD, me interesó acercarme a la zarzuela –conocía mucho de ópera y casi nada de zarzuela– e hice una inmersión total en el género, fascinado con lo que iba escuchando y descubriendo.


¿Qué tendríamos que saber de esta pieza para disfrutarla plenamente?

Lo maravilloso de la zarzuela es que no exige nada, es un género del pueblo y para el pueblo, que bebe de las danzas y los cantos de las tierras de España. Cualquiera puede disfrutarla y reconocerse en la belleza del folclore y de las historias que cuenta. En este caso es hermosa la mezcla entre el origen clásico de la pieza –“El perro del hortelano” de Lope de Vega– y su traslación de un palacio napolitano a los campos de La Mancha.


¿Cómo es este Jacinto Guerrero?

Es un personaje que tiene una biografía similar a la del género: nace en el pueblo, en un contexto humilde, crece musicalmente en la banda de su pueblo y luego en orquestas populares en Madrid y de ahí, con todo ese bagaje, se eleva a la música más sublime sin olvidar nunca los cantos y danzas que aprende en los pueblos manchegos.


¿Y los personajes que habitan esta obra?

Igual, son miembros de una sociedad manchega y rural, de un matriarcado campestre y esforzado en las tareas del campo, consciente de la importancia del esfuerzo y el trabajo. Hay un espléndido traslado del contexto palatino original de Lope al campo de La Mancha, donde se ve que la discriminación clasista existe en todos los entornos de la sociedad.


¿Dónde vamos a notar la mano de Ignacio García?

Quiero creer que en el respeto a ese esfuerzo y a la dignidad de la vida humilde del campo y del trabajo. He puesto el acento en la verdad del sudor y el polvo, en hacer vida verdadera y no una postal bucólica, en un folclore auténtico sin folclorismos, y donde la belleza está en la poetización de esa dureza y no en un falseamiento bucólico del campo. Quiero creer que en mi identidad escénica está la búsqueda de la belleza y la verdad de lo pequeño, de lo cotidiano, de lo que da luz a los días y las vidas de las gentes anónimas.


¿Qué nos diría del reparto?

Que es un lujo total, y que me siento muy afortunado y agradecido a todos ellos por haber querido participar en la propuesta y al Teatro de la Zarzuela por hacerlo posible. Tenemos actores, actrices y cantantes de un nivel excepcional en lo vocal y lo actoral, pero además es un equipo humano de un compromiso y una capacidad de trabajo única, que se verá.


¿Qué exige una pieza como esta?

La pieza les exige mucho vocalmente a los cantantes y una aproximación al lenguaje popular de los campos de La Mancha y yo los acompaño en ese camino de exigencia, que no es mía, sino de la propia obra y de estar en el mejor escenario de zarzuela del mundo, para que el público se emocione reconociendo en escena la identidad de lo que somos.


¿Cómo se siente un director aquí?

Orgulloso y lleno de responsabilidad, sabiendo que es la casa del género y el único teatro del mundo especializado en él. Para mí, que he tenido la suerte de dirigir varias producciones en esta casa y también zarzuela en el mundo entero, regresar a la Zarzuela es una gran alegría y un orgullo. Y vamos a trabajar duro para ofrecer un gran espectáculo.


¿Cuál es su parte favorita de esta pieza?

Es difícil elegir porque es una obra formidable y tiene, además, dos caras muy diferentes, una dramática y una cómica, ambas excepcionales. Los dúos de Sagrario y Juan Pedro son muy emotivos, la canción del sembrador tiene una altura evocadora que conmueve mucho, pero “La caza del viudo” y “Las espigadoras” tienen el alma popular dentro.


¿En qué otros proyectos está trabajando Ignacio García? ¿Dónde vamos a poder disfrutar de su trabajo próximamente?

Afortunadamente en muchos proyectos apasionantes, y mucha zarzuela. Haré La Gran Vía y Adiós a la bohemia en el Teatro Campoamor, y también La Rosa allí, y otro programa de zarzuela en Kiev, en el Teatro Nacional de Opereta, junto a nuestros compañeros ucranianos que tanto pelean por mantener los teatros abiertos y tanto aman la zarzuela. Y unas cuantas óperas, celebrando por ejemplo en el Palacio de Bellas artes en México el centenario pucciniano con Turandot. Y también Siglo de oro en varios países, en Hungría, Ucrania, India y Portugal, con el orgullo de llevar nuestro patrimonio lírico y dramático por el mundo entero y disfrutando de las maravillosas interpretaciones que hacen de él.

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