Entrevista a Israel Galván y Natalia Menéndez por Dream

 A veces la maternidad se tiñe de connotaciones afectivas tan próximas al amor como al odio. A veces, el tsunami que provoca puede asemejarse a un sueño. O a una pesadilla. Dream. Madre al revés. Y luego está el escenario, espacio materno en el que el cuerpo se trasluce en un ser que se mueve, se mece o patalea dentro de una especie de líquido amniótico. Natalia Menéndez, directora, dramaturga y directora artística de este teatro hasta hace unos meses, e Israel Galván, aplaudido y premiado bailaor y coreógrafo flamenco, unen talentos para indagar sobre la relación materno filial.  Por V. R. Foto VANESSA RÁBADE
Si a Natalia Menéndez le digo Israel Galván, me dice…  

Natalia: Un creador que admiro desde la primera vez que le vi. Alguien que transforma el flamenco y el baile, que experimenta, que se pone en jaque.


 

Si a Israel Galván le digo Natalia Menéndez, qué me dice, qué es lo primero que se le pasa por la cabeza…  

Israel: Teatro, tradición y voz.


 

¿Cómo está siendo este encuentro entre Natalia Menéndez e Israel Galván? ¿De dónde surge esta colaboración?

Natalia: Tan enriquecedor que me conmueve. Israel me dijo un día: Natalia en este espectáculo tenemos que inventarnos la fórmula matemática. Y yo le contesté: Por eso estoy contigo. Yo fui a buscar a Israel, tenía una idea y se la quería ofrecer.

Israel: Para mí es una puerta nueva porque es bailar en clave teatral. Bailar la Palabra. La idea surge de que Natalia, después de verme bailar un día, me citó porque tenía una idea de una pieza de hablar de las madres.


 

Para muchos artistas, el teatro, el escenario, es un segundo útero, un lugar donde cobijarse y donde nacer a otras vidas. ¿Le pasa lo mismo? 

Natalia: El escenario es un útero en DREAM, un espacio con referencias al líquido amniótico, donde Israel Galván puede ser un feto, una madre, un parto violento y tierno… Es un lugar donde van a suceder varias vidas relacionadas entre madres e hijos. DREAM habita el escenario.

Israel: Cuando bailo, ya puede ser un sitio que no es un teatro, para mí surge una transformación. En el teatro o en un cuarto de baño. Para mí eel contacto con mi hermano gemelo que baila.


 

Cuéntennos qué es “Dream”, cómo definirían esta propuesta y a qué nos enfrenta, sobre qué reflexiona… 

Israel: Para mí es como las madres mitológicas de antes, todavía en la vida en que vivimos, en esta sociedad, siguen estando, es como que los mitos siguen. Yo bailo como la oportunidad de verme reflejado como niño y como madre… Es un poco como la película Psicosis. Y es una búsqueda también de sonidos y de texturas que son como de dentro de la barriga. Y luego están también los sonidos reales del mundo de fuera.

Natalia: Es una ceremonia interdisciplinar entre sueño y pesadilla que huye y se imanta de esa relación; no se sabe quién es la madre y quien es el hijo, tampoco se pretende contar una historia. Es una búsqueda con o sin piedad, un abismo salpicado de humor y poesía. El teatro impregna este recorrido a través de las trágicas madres griegas y sus semejanzas con el mundo animal. Es también una investigación entre sonidos y músicas muy cercanas y otros sonidos nuevos que extrañan, que golpean o seducen, y, a la vez que se baila la palabra. Es un viaje donde los tiempos se diluyen, se mezcla el ayer trágico con el hoy que también lo es y tal vez lo será mañana.


Dream, como anagrama de madre y una apuesta por indagar sobre la relación materno filial, pero desde múltiples lugares, ¿no? Porque la maternidad, dicen y vemos cada día, puede estar tan próxima al amor como al odio, puede ser un sueño o una pesadilla…  

Natalia: Las emociones primarias impregnan este ritual, esta celebración; que vive de origen, de raíz, de clásicos, pero que está en constante búsqueda con el hoy, con doble sentido, sin juzgar. Relaciones abismales e insondables son las de un hijo con su madre y viceversa y, al tiempo, muy cercanas, casi cotidianas, sin miedo a lo obvio; lo obvio se habita como primario y esencial.

Israel: Prefiero contarlo como en un sueño. Una pesadilla. No se sabe qué es, ¿no? 

Ycreo que por cosas analíticas también. Igual que los psicoanalistas te preguntan por tu madre… En este caso, lo que puedo decir que el espectáculo este en general o el teatro te ahorra ir al analista, porque te das cuenta de muchas cosas de la vida. En este caso yo como padre me doy cuenta, porque tengo hijos y se reflejan mis hijos y se refleja también mi madre que bailaba, que yo bailaba en la barriga de mi madre…


Natalia, a la hora de poner en escena esta propuesta, ¿dónde está puesto el foco? ¿Qué ha querido hacer?  

Natalia: Quiero ofrecer esta mirada a un tema ancestral que con Israel cobra un interés nuevo porque nos hemos dejado atravesar por lo profundo y lo íntimo con todo el ímpetu que estas relaciones nos mueven y nos remueven. Se suma un equipo de colaboradores, creadores y artistas que siempre me sorprenden y admiran.


Israel, ¿cómo es su propuesta para la coreografía? ¿Cómo es, qué vamos a ver y escuchar sobre las tablas?

Israel: Mi propuesta es yéndome del virtuosismo. Mi búsqueda es bailar sin bailar. Busco esta vez bailar la palabra o buscando siempre un zapateado silencioso. Buscando un cuerpo nuevo, que es un mixto entre niño y hombre. Niña y mujer.


¿Y qué les gustaría provocar en el público, cómo les gustaría que saliese?  

Israel: Creo que siempre el público me va a explicar lo que he hecho, porque yo cuando hago las cosas no sé lo que es. Y creo que el público me lo va  a decir. Me gustaría casi que no entendiera nada, sino que vieran imágenes y sonido que se le queden en la memoria.


Supongo que todos los son, pero imagino, Natalia, que “Dream” es un poquito más especial porque pone fin a su etapa como directora del Español. ¿Qué sensaciones tiene?

Natalia: Estoy viviendo un sueño realizado el compartir durante casi dos años con Israel Galván y todas las personas que conforman DREAM. 

La faceta como directora escénica no la mezclo con la de directora artística llevando la gestión. 

El final de etapa como gestora lo tengo vinculado al año pasado; pero sentiré una emoción cuando en julio acabe mi programación y saber que la mayoría de los espectáculos programados han creado interés a un público diverso. No me desvinculo de las creaciones tanto en el Español como en las Naves del Español en Matadero.


Nombrada en 2019, le ha tocado una etapa compleja y convulsa, como poco. ¿El balance profesional y personal es bueno?

Natalia: Ha sido una etapa que todos vivimos muy compleja. Cierto es que llevar con la pandemia la reunificación del teatro a las Naves del Español en Matadero fue un reto extraordinario. El equipo que se creó para esta aventura fue asombroso, por eso pudimos hacer una labor tan diversa, variada y plural. Ofrecí lo que tenía, sin ahorrar un ápice en mi compromiso y búsqueda, me siento de acuerdo y enriquecida.


¿En qué más andan Natalia Menéndez e Israel Galván? ¿Otros proyectos?

Natalia: Estoy sembrando todos aquellos sueños que no pude realizar en las etapas de gestión. Uno de los sueños es volver a actuar y se va a materializar con la CNTC este verano. 

Israel: En los próximos meses voy hacer la Carmen de Bizet y luego también un trabajo sobre la musica de Miles Davis.

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