¿Qué plantea esta singular revisión de “Las aves” de Aristófanes en manos de La Calòrica?
La Calòrica pensó que no podía ser coincidencia que la democracia y la comedia nacieran de la mano en la antigua Grecia, como si una cosa conllevara la otra de una manera casi indisociable. Por eso vió una oportunidad de revisar el texto de Aristófanes y crear su propia versión de “Las aves”. En ella, dos personajes que huyen de su ciudad tras haber matado a la democracia buscan un lugar donde poder vivir siguiendo sus principios neoliberales de individuo, propiedad y competencia. Ante la imposibilidad de encontrar un lugar así en la Tierra, deciden convencer a las aves para crear una ciudad en las nubes convirtiéndose en sus líderes. De esta manera, La Calòrica construye una fábula que nos permite criticar el populismo en la política.
¿Qué temas resuenan en esta obra y qué cuestiones pone encima de la mesa?
La obra habla del auge del populismo y del riesgo que tiene la política, sea cual sea su orientación, de caer en sus garras. Porque evidentemente hay partidos políticos –como la extrema derecha– que llevan el populismo en su ADN, pero el resto de partidos no viven ajenos al riesgo de usar discursos demagogos o emocionales para convertir a sus oyentes en masas acríticas. La obra habla también del neoliberalismo y su necesidad de crecimiento constante. No se puede construir una ciudad en las nubes de la misma manera que no se puede crecer eternamente, pero ahí siguen las políticas neoliberales fagocitando recursos, paisajes y personas.
¿Quiénes y cómo son cada uno de los personajes que veremos en escena?
“Las aves” es una obra con más de quince personajes. Primero de todo veremos a Pistetero y Evélpides, los dos humanos protagonistas de esta historia que huyen de su ciudad. Ellos se encuentran con diferentes aves con las que hablarán: una abubilla, un flamenco, un gallo, una gaviota, una familia de palomas, una cotorra y una cacatúa. Una vez que la construcción de la ciudad ha comenzado, aparecen una serie de personajes que vienen del mundo de los humanos y que representan sus poderes fácticos. Un funcionario de obras públicas, un juez, una militar y un sacerdote vienen a controlar la ciudad, a intentar impedir su construcción o a aprovecharse de ella. Finalmente, en la obra original, Aristófanes hace aparecer a los Dioses que vienen a quejarse de la construcción de la ciudad. La Calòrica da voz a dos Dioses contemporáneos como son la democracia y el capitalismo. Para eso, los personifica y los hace aterrizar en el escenario, para que puedan dar sendos discursos. Todos ellos interpretados por tan solo tres actores y una actriz.
Un momentazo del show:
Cuando la familia de palomas, que representa un familia obrera que ha trabajado en la construccion de la ciudad, se sienta en la mesa a comer y discute sobre política. Tienen la típica discusión de familia donde padres, madres, hijos e hijas se enfrentan por su visión del mundo. El hecho de ver a unas palomas teniendo una conversación tan típicamente humana es de una hilaridad estruendosa.
Dicen que esta comedia es excesiva y cuenta con grandes dosis de humor negro y absurdo. ¿Algún ejemplo que lo confirme y nos sirva de adelanto?
Cuando el capitalismo aparece para pedir perdón a la humanidad por haber permitido que su discurso se desvirtúe y degenere en lo que tenemos ahora.
¿En qué aspectos vamos a reconocer el sello inconfundible de La Calòrica dentro de esta nueva creación?
En la comedia ácida y con grandes dosis políticas, en el ritmo frenético de sus escenas y la inteligencia de sus diálogos. En la calidad de la interpretación de sus actores y actrices, su comicidad y su versatilidad. El público saldrá del teatro con un chute de energía habiéndose mirado al espejo para ver las miserias de nuestra política contemporánea, con ganas de ser más crítico a la hora de escuchar ciertos mensajes. ¡Y riendo a rabiar!