Luis Bermejo hunde raíces en el campo extremeño. ¿Reconoce muchas voces propias en las de estos personajes?
Luis: Reconozco voces que están en mis ancestros, las he vivido de primera mano de pequeño y, desgraciadamente, siguen latiendo por ahí. Es una pesadilla terrible que parece que está aflorando otra vez. Se está perdiendo heroísmo. Todos los días que hago la función veo a mi padre, a mis abuelos, a mis tíos y veo el campo extremeño. Es salir de la función diciendo “Yo sé quién soy, sé de dónde vengo”.
¿Y qué se le pasa por el cuerpo cuando dice aquello de “Milana bonita”?
Luis: Es como llamar a los dioses, como una plegaria, es un grito de libertad.
Han apartado su mirada de la legendaria película de Camus, pero ¡cómo olvidar a Alfredo Landa, Terele Pávez, Paco Rabal, Juan Diego… y qué personajes!
Jacobo: Son muy difíciles de olvidar y yo, personalmente, no tengo ninguna intención de hacerlo. Grandes, con un respeto y dedicación a este oficio inmenso. Otra cuestión es que nosotros debíamos hacer nuestros los personajes. Es otra versión y es teatro, un lenguaje diferente.
Javier: Eso ya está hecho y es un trabajo monumental, pero uno de los grandes pilares de nuestro espectáculo es la versión de Fernando Marías y de Javier Hernández-Simón, que no tratan de competir, sino de sumar y de aportar una nueva visión a la mirada de Delibes. El espectáculo comienza hablando de la educación y es muy acertado. Por boca de mi personaje, Paco, el bajo, se dice que lo principal es la escuela, instruirse. Eso me parece hermosísimo. Son personas que no han tenido posibilidades de estudiar y han estado siempre sometidos y lo que ansían es que sus hijos, a través de la educación, sean libres y puedan dis-frutar de una vida con más aspiraciones.
¿Y cuál es su lectura de esta obra?
Pepa: Mi lectura es la que quería transmitir Javier. La historia, la novela se publicó a principios de los años 80 en una situación social y política determinada, era un canto de libertad hacia el futuro y una revisión de lo que habíamos estado padeciendo durante muchos años. Él ahora quería hablar del poder de la educación, porque acceder a ella y tener una cultura nos da la posibilidad de valorar la situación que nos rodea y cómo intentar mejorarla o aspirar a otras cosas que no son las que nos vienen dadas. Esto supone un punto de partida reconciliador. A la vez que decimos que esto ha pasado, que no vuelva a pasar, hay algo de que el presente y el futuro está en nuestras manos y si la educación nos permite reflexionar, nos convertiremos en seres humanos libres.
Luis: La obra es una radiografía exacta de una época, de los 60, que bien puede trasladarse a ahora. Es una obra que legitima al ser indefenso, al débil. Tenemos que revisar nuevas formas de gobierno y sentirnos y que nos dejen sentir libres. Hay que intentar no vivir en la amargura porque de la amargura vamos a la desgana y esa es la sociedad que los poderosos están conquistando. Estamos llenos de furia, hay que apelar al poeta prometeico y hay que apelar al teatro. El teatro permite desborde de vida.
Jacobo: Para mí, lo más destacable es la enorme dignidad que, a pesar de todo, mantienen los sometidos por la barbarie de los de arriba. Y el rayo de esperanza que representa el personaje de Nieves, la hija menor de Paco, el bajo y Régula.
Javier –“El autor”, “Estoy vivo”, “Vergüenza”, “Principiantes”, “El rey”…– es Paco, el bajo.
Javier: Es un ser sometido, que ha nacido para, desgraciadamente, vivir en esclavitud, que intuye que la educación es una posible salida para que el futuro de sus hijos sea diferente al suyo y haya un halo de esperanza.
Luis –“El minuto del payaso”, “Magical girl”, “Gente en sitios”…– es Azarías.
Luis: Azarías se quita el sombrero y se lo pone como le da la gana, es el payaso de las bofetadas, es todo León Felipe. Es un clown, es un Quijote, es Buster Keaton, es Chaplin. Es un ser inocente, es un héroe, es cada uno de nosotros, es esta voz ex-tremeña y castellanoleonesa y peninsular. El mundo se moriría de aburrimiento si no existieran seres como Azarías.
Pepa –“Los Gondra”, “La vida es sueño”, “Las chicas del cable”, “El laberinto del fauno”…– es Régula.
Pepa: Es una mujer que parte del amor y de la generosidad. Es un personaje maravilloso que ya en la novela, con las pocas cosas que dice, te da una idea de su capacidad de sostener, de empujar y de apoyar a sus hijos y a su marido. Me recuerda a tantas mujeres de mi familia, de otras familias que, pese a todo, han sostenido y han sobrevivido para poder avanzar y aspirar a algo más que “A mandar, que para eso estamos”.
La adaptación profundiza en los personajes femeninos, ¿no?
Pepa: Sí, porque tanto en la novela como en la película se dan a entender muchas cosas, pero en la versión teatral hay, por ejemplo, una escena del señorito Iván con doña Pura y con Nieves que te pone los pelos de punta. La utilización de la mujer, la cosificación, el que como yo estoy por encima hago lo que quiero con vosotras y con vuestros cuerpos… Y, además, como Jacobo Dicenta lo hace tan maravillosamente, la gente sale odiándole (risas).
Jacobo Dicenta –“Fuenteovejuna”, “Hedda Gabler”, “Isabel”, “Amar es para siempre”, “Zona hostil”…– es el señorito Iván.
Jacobo: Es la necedad del poder. Un depredador de vida. No sólo la natural, la animal, sino también la humana. Para acabar con un ser humano no es necesario hacerlo físicamente. Basta con anular su voluntad. Eso es lo que hace. Destruir cualquier atisbo de humanidad en todos los que hay a su alrededor. Lo peor es que para él es lo lógico. Es así. Casi diría que por designio divino.
Decía Fernando Marías que Paco, el bajo es la pregunta y cada uno de nosotros es la respuesta. ¿Ya tienen la suya?
Javier: (Risas). Me gustaría tenerla, pero no. Simplemente que como sociedad debemos estar alerta y unidos ante los desmanes del poder. Sigue habiendo ‘señoritos Ivanes’ hoy, siguen estando en el Congreso vestidos de traje y corbata y siguen desdeñando y ofendiendo a los ciudadanos/votantes.
Pepa: Ojalá (risas), ojalá tuviéramos respuestas para lo que nos sucede. No, respuesta ninguna, simplemente aprender de lo que vamos trabajando diariamente. Estos personajes en concreto te aportan el saber que con la honestidad, la pasión y el rigor se puede llegar muy lejos.
Jacobo: La frase con la que arranca la función: “Lo principal es la escuela”. Sólo la educación, la cultura, puede darnos alguna posibilidad de ser libres.
Luis: Si Paco, el bajo es la pregunta, la respuesta es Azarías.