¿Por qué motivo considera usted que “Malinche” es un gran espectáculo merecedor del Premio del Teatro Musical a Mejor Musical 2023?
Porque no hay ahora en Madrid un espectáculo tan grande y en el que confluyan tantas disciplinas artísticas como nosotros tenemos. Es difícil explicar lo que es “Malinche”, hay que venir a verlo para dar la razón a los que nos han elegido como mejor musical de 2023. Entrar en el universo Malinche es saber que durante cinco o seis horas (pre show, show y post show) puedes estar con la boca abierta, sorprendido por la experiencia vivida.
¿Cómo surgió esta colaboración y qué le está aportando semejante desafío?
Mi vínculo con “Malinche” nació hace 20 años, es decir, desde el momento que conocí a Nacho Cano. Sin él no hubiera sido posible. Nacho siempre ha contado conmigo en sus espectáculos y he aprendido mucho a su lado gracias a la confianza que ha depositado en mí y al reto diario que supone seguir su velocidad de creación. Su cerebro no para de crear y eso a mí me hace crecer cada minuto. Mi trabajo es solucionar problemas y organizar artísticamente a una compañía de más de 60 artistas. Eso me permite desarrollarme en una faceta que es totalmente compatible con mi otra pasión: la actuación.
¿Cuál es el trabajo de un director de actores –como es sus caso en este proyecto– y cuáles son sus principales directrices?
Mi labor es formar a los actores y actrices que intervienen en la función, además de hacer un ‘mantenimiento’ artístico del show para que no baje de calidad en ningún momento. La repetición es enemiga de la frescura y mi labor es que la función se mantenga fresca como el primer día. El actor, bailarín o cantante siempre tiene que salir a divertirse, esa es la mejor directriz, siempre desde la concentración y la precisión, pero sin disfrute del artista no hay disfrute del público y a ellos nos debemos.
¿Cómo es un día en “Malinche” para Javier Navares?
Llego al teatro cuatro o cinco horas antes de la función para ensayar con actores y actrices nuevos, pues estamos en continua incorporación de artistas. Mi labor es que la función levante el telón cada día y, para eso, tenemos que tener todos los imprevistos previstos. Hay personajes que pueden ser interpretados por cinco o seis personas distintas. Hay en total 42 personajes que, multiplicados por una media de tres actores que ya se saben el rol, hacen un total de 126 personajes creados y ensayados hasta ahora. Dos horas antes del comienzo del show llega toda la compañía y, durante 45 minutos, calentamos y repasamos escenas sueltas para corregir o perfeccionar. Durante los siguientes 75 minutos tengo reuniones, charlas, solución de problemas, planificaciones con distintas secciones, etc. Comienza la función y ahí es cuando puedo relajarme porque tan sólo tengo que preocuparme de eso que tanto amo: actuar.
Para usted, uno de los mayores momentos interpretativos del show se produce cuando…
Sin duda la escena del reencuentro, la escena final de la función, en la que se produce un hecho que cierra una historia y en la que la emoción llega a su momento más álgido. Requiere de una gran concentración y dominio de la situación para que esa emoción permita a los actores y actrices no perder el control sobre la voz y, a la vez, poder conmoverse con la situación. Admiro a mis compañeros y compañeras en momentos así.
¿Qué propósitos plantea “Malinche” en esta segunda temporada?
Principalmente, seguir creciendo. “Malinche” sigue evolucionando día a día. Nuestro próximo paso es cruzar el charco, estrenar en México y, a la vez, seguir en cartel en Madrid. Por otro lado, esta segunda temporada incorpora novedades como funciones en inglés, el brunch de Malinche, Las noches del Templo Canalla y la escuela Malinche-Jana, que esta temporada crecerá con alumnos becados de México. En fin, mucha novedad y mucho frente abierto, lo que se convierte cada día en un reto excitante para todos.