20 de noviembre de 1975. Carlos Arias Navarro pronuncia aquello de “Españoles, Franco ha muerto”. Usted ni siquiera había nacido. ¿Qué se le remueve por dentro cuando escucha esa frase? ¿Qué significa para usted?
Fue el momento cero. La potencialidad de lo que la libertad podría haber supuesto. Fue la alegría de mi madre que era muy joven y tenía toda su vida por vivir, la alegría de tantas mujeres que celebraron todo lo que había por delante.
¿Qué cambia para las mujeres esa frase? ¿Cuáles eran las esperanzas?
Por fin podían seguir soñando un marco, un lugar, unos derechos que les permitiera ser libres y expresarse en esa libertad. O al menos iniciar el camino hacia lo que soñaban ser.
Franco ha muerto, pero el patriarcado, el machismo siguen vivos. ¿Qué retrato traza usted de las mujeres de hoy? ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre aquel momento histórico y el que nos ha tocado vivir a nosotras?
Se consiguieron muchas cosas durante la transición, pero aún quedó mucho por hacer. Pensamos que a partir de ese momento fuimos parte de la historia, pero la realidad es que las mujeres que lucharon por nuestros derechos aún hoy permanecen anónimas y que las conquistas y los fracasos que nos afectaban a nosotras se mantienen en el olvido.
“Paciencia, nos dijeron, es el tiempo de la democracia, no del feminismo”. Ya han pasado más de 40 años. ¿Ha cumplido España sus promesas de igualdad?
«Somos hijas de aquellos años de transición» y no solo hemos heredado el olvido, sino también una Constitución, unas leyes, una impunidad, unos usos y costumbres que aún hoy permanecen tal cual los dejaron hace 45 años. ¿Cuánta paciencia más nos van a pedir los hijos y los nietos de los que entonces nos pidieron paciencia?
Hoy ya son 45 años después y hoy, por fin entendemos que no puede haber democracia sin feminismo, y que una historia feminista es una historia para todos, que una sociedad feminista, es una sociedad para todos… eso es la democracia.
Hablamos de todo esto porque a finales de febrero estrena como coautora y actriz “Españolas, Franco ha muerto”. Cuéntenos algo de este espectáculo, ¿cómo lo definiría y de qué habla, a qué nos enfrenta?
Es un intento de reparación del olvido a la parte de la historia que nos afectó a las mujeres. Es un intentar entender nuestra memoria y nuestra piel, nuestras conquistas y fracasos. Un intento por dar a conocer el relato que no nos cuentan, el relato de la amnistía (en el que nuestros delitos fueron considerados comunes y no políticos), el relato de nuestros cuerpos (en el que se nos trataba como niñas), el relato del expolio (en el que nos robaron hasta a nuestros hijos), el relato del olvido (nuestra es la historia silenciada) y el relato de la paciencia (por el que aún hoy seguimos esperando que se cumpla lo que hace 45 años ya gritaban nuestras madres y abuelas).
Si no me equivoco el espectáculo continúa la trilogía que comenzó con “La Sección”. Entonces fueron Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz-Bachiller y Carmen Polo. Ahora, la reina Sofía, Carmen Franco y las hermanas Koplowitz. ¿Qué diferencias hay entre unas y otras y qué representan en general?
El texto ha ido sufriendo diferentes modificaciones a lo largo del proceso hasta acabar por mantener únicamente a Carmen Franco como símbolo del continuismo, no solo ideológico sino también económico, que heredamos del franquismo.
Finalmente, decidimos centrar nuestro relato en aquellas a las que les robaron el nombre y que fueron las que vehicularon todos los avances. Aquellas a las que, a su vez, se les pidió paciencia. Aquellas que aún hoy siguen esperando. Lo más honesto nos pareció darles a ellas el foco y la voz.
Ellas son contrapuestas al anonimato y la colectividad del asociacionismo feminista y a muchas mujeres fundamentales en el avance de nuestros derechos que no son suficientemente recordadas. ¿Cómo de necesario es este espectáculo y qué les diría a quienes defienden que la dictadura es una cosa del pasado que no ya no tiene interés?
Que eso no es más pretexto para seguir manteniendo los privilegios de los de siempre, de los de entonces. Que no es más que una excusa para seguir reproduciendo los moldes que nos han oprimido durante tantos años y que aún hoy en día siguen, por desgracia, cada vez más vigentes.
Háblenos de su personaje (o personajes). ¿Quién y cómo es?
A lo largo de la obra cada una interpretamos diferentes personajes que van transitando de un tiempo a otro. Por un lado, soy La entrevistadora, una mujer que no ha vivido la transición y que intenta entender el pasado para entender su propia identidad en el presente. Y por otro lado, interpreto a personajes como Dolors Calvet (que presentó la proposición de ley para que los delitos específicos de la mujer fueran también amnistiados), o a diferentes mujeres que consultaban a Elena Francis cuestiones referentes a su sexualidad, así como a la mujer que compra un hijo, o incluso a mí misma, que como todas, sigo esperando que la igualdad se haga efectiva.
Si solo pudiera salvar un fragmento de este texto, ¿cuál sería? ¿Con cuál se queda y por qué?
¿Uno solo? Me cuesta elegir… Me voy a quedar con unos cuantos pero breves, ¿vale? Porque hay demasiadas cosas que no se han contado sobre nosotras.
«Nosotras también luchamos contra el fascismo, el franquismo, la explotación. Nosotras también necesitábamos de la Amnistía. Nuestra es la historia silenciada»
«Era una sociedad de niñas, tuteladas, sojuzgadas, poseídas. La democracia no fue suficiente para reconocer totalmente su mayoría de edad»
«La impunidad de los que permanecieron sigue robando nuestro tiempo»
«- ¿Pero, entonces, ya no hay pobres? – No, ahora ya somos todos clase media. – Otra vez nos robaron el nombre»
» Soy hija de aquellos años de transición, hija del Golpe de Estado, hija de mi madre que durante el 23F me estaba alimentando. Nieta de la represión y el duelo.
¿Cómo se materializa todo esto de lo que estamos hablando sobre el escenario? ¿Qué vamos a ver y cómo lo vamos a ver? (No sé, escenografía, música, puesta en escena…).
Verónica Forqué ha apostado por una puesta en escena que vincula nuestro pasado con nuestro presente mediante una maravillosa escenografía a cargo de Beatriz San Juan y una dirección musical realizada por Ángel Ruíz que apela directamentente a la libertad y a la lucha por nuestros derechos y libertades.
¿Cómo es Verónica Forqué como directora, qué nos diría de ella y del trabajo con ella?
Que es maravillosa. El trabajo con ella ha significado un punto de encuentro, de puesta en común de aquellos factores que como mujeres siguen sometiéndonos. Sus reflexiones y experiencias sobre aquella época y su amplia experiencia profesional han hecho crecer muchísimo el montaje. Todos hemos podido aprender un montón de su generosidad, talento y capacidad de entrega. Ha sido un proceso creativo muy interesante en el que en todo momento hemos puesto el foco en el cuidado del otro.
Compartirá escena con Manuela Rodríguez, Natalie Pinot y Roser Pujol. Brevemente, qué nos diría de cada una de ellas.
Repetimos el elenco de La Sección y todas somos no solo compañeras sino también amigas. Para mí las tres son fundamentales y piezas claves del proceso creativo y cada una, ya a nivel personal, me aporta unas cosas muy difíciles de encontrar trabajando, pues procuramos siempre que nuestra prioridad sea el cuidado y el afecto.
De Manuela Rodríguez destacaría que su alegría muchas veces abre puertas a nuevos caminos. De Natalie Pinot, que su ancla a tierra y su honestidad en el trabajo y en las relaciones pone el foco en lo que importa. De Roser Pujol, que su transparencia y humanidad conectan con lo verdaderamente humano y esencial.
¿Para cuándo la tercera parte de esta trilogía? ¿Nos adelantaría algo?
Ahora estamos empezando a abordarla y a estudiar su enfoque. Ruth Sánchez y yo nos solemos tomar todo el tiempo que necesitamos, sobre todo en los procesos de investigación, ya que cada uno de ellos tiene unas características y necesidades muy diferentes. Luego vienen los puzzles y las tesis, los personajes y las ficciones o no…
Lo que puedo decir es que va a tener que ver con nuestro presente, una vez habiendo analizado a fondo qué significó para nosotras la dictadura y la transición.
Se trataría de una especie de conclusión propositiva de la trilogía en la que plantearemos cuáles son los nuevos retos que debemos afrontar en nuestro presente con una mirada de triple foco, nuestro pasado reciente, nuestro presente y sin olvidar cómo desearíamos que fuera nuestro futuro.