La primera, ¿qué es “La valentía”, cómo definiría esta obra, y a qué nos enfrenta?
Considero que “La Valentía” es atreverse a ver de nuevo al otro/lo otro tal como es, y dejar de creer ya sabías hacerlo.
¿Recuerda qué se le pasó por la cabeza cuando terminó de leerla por primera vez?
Primero conocí la obra escuchando al mismo Alfredo Sanzol, leyéndola como un niño, pero cuando la leí una madrugada de febrero confirmé que era una oportunidad para ser niño con una despiadada gana de jugar.
¿Qué le sedujo de este proyecto?
Saber que Alfredo quería escribir una nueva pieza en la medida que iba conociendo a los actores, conversando o acompañándolos en sus paseos por Madrid.
Háblenos de su personaje, quién es (nombre) y cómo es, cómo lo definiría…
Mi personaje se llama Clemen y vive de una contradictoria capacidad “para” ser temerario.
Si le pido una frase de su personaje (la que primero se le ocurra, la que más lo represente, la más emotiva…),
“El ser humano es como un péndulo. O dice si, o dice no. Si se queda en medio, se para”.
Dice Alfredo Sanzol que cuando lo que sentimos sólido se resquebraja y sentimos miedo, lo único que puede ayudarnos a continuar es la valentía. No pocas veces en la vida hay que llamarla… ¿Recuerda algún momento, el última por ejemplo o el más duro, en el que haya tenido que echar mano de su valentía?
Sí, sí, un momento en que reconocí en alto que era un estúpido narcisista, que me ayudó a afirmar con locura que me quería abandonar en Dios.
¿Por qué no debemos perdernos esta obra?
Porque es un acto político de ingenuidad.