Antes de nada, ¿qué les ha motivado a embarcarse en este nuevo proyecto?
Ana Turpin: ¡Que es una comedia! Me apetecía mucho subirme a las tablas con una comedia fresca y divertida que, al mismo tiempo, tiene un mensaje muy interesante. Me encanta cómo la obra trata el tema del techo de cristal, que muchas veces no funciona la meritocracia, sino que hay enchufes y hay gente que mueve los hilos y amaña premios, ver cómo funcionan esas altas esferas y ver, también, que el talento, aunque le cueste más, al final se abre camino.
Jorge Sanz: Principalmente el libreto de Joaquín Górriz, con el que ya había trabajado en “Tiempo de tormenta”. Nos conocemos muy bien y ha hecho un personaje que es un traje a mi medida. Aparte de trabajar con María y Ana, que es como estar en familia, también me ha motivado estar con Gabriel Olivares, que para mí es todo un descubrimiento y estoy aprendiendo mucho con él.
María Barranco: La llamada de su productor, Andrés Vicente Gómez, con el que he tenido la oportunidad de hacer mucho cine, por eso me hace tanta ilusión formar parte de este proyecto. Y también por el encuentro con el director Gabriel Olivares, que me parece un maestro de la comedia.
¿Qué es “El premio” y qué historia sube a escena?
María: La obra trata de los premios literarios, de los premios que, a veces, no son tan honestos como debieran.
Ana: La historia traslada el mundo de los premios literarios y cómo se puede llegar a amañar un premio con una cuantía importante. Ahí sale la condición humana de cada uno y vemos cómo hay gente que se vende, gente que no y gente que apuesta por el talento.
Jorge: Es una historia de cínicos y mentirosillos. Muestra los valores y principios de las personas que, si no gustan, pues los cambian y cogen a otros.
¿Cómo son sus personajes en la obra, qué conflictos enfrentan?
Jorge: Mi personaje es Martín, un escritor fracasado que tenía una primera novela que no estaba mal, pero que se ha enquistado en ser un escritor maldito y sin público.
María: Virginia es una editora con mucho poder, con pocos escrúpulos y, sobre todo, una mujer que se enfrenta a su exmarido al que no le perdona que le haya abandonado por una jovencita.
Ana: Mi personaje es Carla, exalumna de Martín. Ella era su alumna aventajada y brillante. Ha terminado la carrera, pero ahora trabaja en un Zara. Martín –su novio– tiene que escribir una novela, pero está con un bloqueo creativo muy muy fuerte donde incluso se cuestiona su talento. Intenta ayudarle buscando soluciones a los problemas, pero llega un momento que se ofrece para escribir ese best seller y ganar ese premio literario tan importante. Carla se enfrenta al conflicto de que él le deje escribir esa novela bajo seudónimo y, finalmente, pedir su lugar, la autoría, cosa que él le niega.
Para ustedes, un gran momento de la pieza se produce cuando…
María: ¡Tengo tantos, que no podría elegir uno solo! Pero cualquier entrada de Virginia es cumbre.
Ana: Cuando se da el punto de inflexión y la persona que menos pensamos que podría sacar adelante esta novela se pone manos a la obra y no solamente es capaz de escribir un best seller maravilloso, sino que consigue competir con otros y ser el mejor por méritos propios. ¡Aquí nada es lo que parece pero, al final, el talento tiene su recompensa!
Jorge: Al final, ¡pero no puedo desvelarlo! Se da un gran giro muy cómico que lleva a mi personaje al borde del infarto.
¿Y esa frase de sus personajes que no tiene desperdicio?
Jorge: “Yo no vendo mi cuerpo y mucho menos mi talento”. Una frase fundamental, aunque enseguida cambia de idea (risas).
María: Cada vez que repite “la dotación del premio”.
Ana: Cuando digo: “Para mí, como autora, es fundamental”. Con esa frase, ella se empodera y decide no estar más en la sombra.
En suma de todo, ¿qué alicientes hacen recomendable este estreno para los amantes de las buenas comedias?
Ana: Que es como ver una película delirante y tremendamente divertida de Woody Allen donde hay unos personajes atormentados que parecen una cosa, pero que se van transformando en otra, siempre en clave de humor, con velocidad y mucha frescura. ¡Nosotros tres nos lo estamos pasando súper bien! Y además, que lo que se cuenta es muy interesante, porque habla de los grandes chanchullos, de cómo se mueven los tiburones en las altas esferas, toda la corrupción que hay y cómo la gente puede intentar cambiar esas situaciones y hacer que otra forma de sistema sea posible.
María: Por supuesto, el divertimento que va a suponer toda la obra, pero yo añadiría mi encuentro con Jorge Sanz después de tantas experiencias juntos en cine. Este es nuestro primer encuentro en teatro. Además, está Ana Turpin, que para mí es todo un descubrimiento.
Jorge: Es una comedia en la que lo estamos dando todo. Estamos reinventándonos y haciendo personajes nuevos en nuestro registro, tanto en mi caso como en el de todos.
¿Qué supone para ustedes el teatro y qué experiencia teatral de su pasado no olvidarán jamás?
María: El teatro para mí es la base del actor y, en cuanto a experiencias, jamás olvidaré “Móvil”, la función que hice junto a Miguel Narros. Supuso encontrarme con el maestro de los maestros, con el gato pardo del teatro español.
Jorge: Yo empecé tarde a hacer teatro. Llevaba mucho tiempo haciendo cine, ¡casi veinte años!, y me daban envidia los actores de teatro por lo bien que se lo pasaban en escena, pero siempre me sentía un poco en desventaja ya que mi técnica de interpretación estaba más enfocada hacia una cámara y no hacia las tablas. Fui aprendiendo sobre la marcha. Y en cuanto a qué obra me ha resultado más interesante, recuerdo con mucho cariño –y agotamiento– la gira que hice con Quique San Francisco en “Hijos de mamá” de Pep Antón Gómez, una obra brillante y con un reparto, salvo por mí, muy particular. ¡Fue una experiencia vital impresionante!
Ana: El teatro es un refugio para mí, un sitio donde se pasa muchísimo tiempo ensayando, un lugar de laboratorio, de probar, de perderte para volver a encontrarte. Un proceso que se hace con tus compañeros –a diferencia del audiovisual, que se trabaja todo solo en casa–. Es un trabajo de equipo, de energía y al servicio de lo que se cuenta. ¡Así que para mí el teatro lo es todo! Algo que me alimenta, me hace crecer, me hace medirme conmigo misma y me acompañará durante toda mi carrera. No olvidaré jamás mi primera experiencia teatral con “La ratonera” de Agatha Christie. Ahí transformé mis miedos en muchas ganas.