Deberíamos haber podido ver este espectáculo el pasado mes de abril, pero la pandemia y el posterior confinamiento lo truncó. ¿Cómo vivió Josep Maria Flotats, personal y profesionalmente, aquellos días, aquellos meses?
Cuando tuvimos que interrumpir los ensayos a diez días del estreno, me pareció vivir como un mal sueño. Que por desgracia pocas semanas después se tranformó en una tragedia, colectiva y personal. A la que sólo podemos hacerle frente con responsabilidad civil.
¿Y cómo ha regresado al trabajo? ¿Cómo es trabajar en esta llamada ‘nueva normalidad’.?
He regresado al trabajo con un apetito desmesurado. Siete meses esperando poder volver a morder este jugoso texto es mucho esperar. En cuanto a la llamada “nueva normalidad” no tiene nada de normal ni de nuevo. Ensayar con mascarilla, ¡vaya novedad!
Usted que conoce bien a su patron, ¿qué obra hubiera escrito Molière sobre estos días, sobre el coronavirus y la pandemia? ¿Lo imagina?
Ya escribió sobre la pandemia de la fe con el El Tartufo; sobre la pandemia de la incultura en Las mujeres sabias; sobre la pandemia del machismo en La escuela de las mujeres; sobre la pandemia del dinero en El Avaro; sobre la pandemia de la ambición social en Georges Dandin. Y otras tantas…
Resulta asombroso unir el nombre de Josep Mª Flotats a las palabras ‘primera vez’ o ‘debuta’, pero sí, ¿verdad?, es su primera vez en la CNTC. ¿Cómo lo está viviendo, tenía ganas? ¿Cómo es que nunca se subió a las tablas de la Comedia?
Sí, es la primera vez que tengo el placer de trabajar en este prestigioso Teatro de la Comedia. En nuestro oficio las oportunidades se presentan cuando se presentan, casi siempre ajenas a nuestra voluntad. En esta ocasión la oportunidad vino de la generosa mano de Helena Pimenta, a quién agradezco su confianza.
Pero, ¿por qué la eligió? Creo que hay un par de fechas claves, como el cercano 400º aniversario de Molière y cierta relación con su cumpleaños…
Me decidí por El enfermo Imaginario hace casi dos años. No existía entonces, todavía, la pandemia del COVID-19. A esta decisión me empujó el cercano cuatrocientos aniversario del nacimiento de Molière, del que se desconoce la fecha exacta, no la de su bautismo: 15 de enero de 1622. Esta ceremonia religiosa solía ocurrir dos o tres días después del nacimiento, a causa de la enorme mortalidad infantil de la época, por lo que bien puedo suponer que fue el 12 de enero cuando Molière vio la luz; y, coincidencia, ese mismo día y mes también es mi aniversario.
Aunque fuese adelantándome temporada y media a los homenajes que se celebrarán en el mundo entero, y sobre todo, ignorando si en 2021/22 tendria a mi disposición un teatro público para hacerlo, quería rendir homenaje a mi Patron a quien tanto debo. Los actores y actrices de la Comédie Française llamamos a Molière Patron, y al Teatro de la Comédie, la Maison de Molière. Y cada día, las actrices y los actores al entrar en esa casa de Molière, saludamos al magnífico busto del comediógrafo esculpido por Houdon, pellizcándole la nariz y diciendo: Bonjour Patron. Huelga decir que, con los siglos, a Molière le brilla la nariz.
España es el segundo país del mundo con mayor consumo de medicamentos y el primero en el de ansiolíticos. ¿Molière no caduca, no envejece?
Sí, España, figura entre los países líderes del consumo de antidepresivos. Entre 2000 y 2013 según las estadísticas oficiales el consumo aumentó en un 200% y con el COVID-19 sigue en crecimiento.
En El enfermo imaginario Molière descubrió una faceta del ser humano que no se limita a su tiempo, sino que ha ido aumentando hasta llegarnos convertida en una pandemia universal: la de quienes, para remediar frustraciones y fracasos personales, sufren o creen sufrir enfermedades que no son otra cosa que fruto del descontento ante unos deseos y proyectos de vida insatisfechos; y de ahí que se busque como solución mágica la cura de sus desilusiones en la medicina y el remedio en las pastillas.
Usted que lo ha leído, dicho y escuchado en francés, ¿cómo suena Molière en castellano?
Suena igual de bien gracias al sabio y brillante trabajo de Mauro Armiño.
¿Cuál es el primer recuerdo que atesora Josep Mª Flotats cuyo protagonista sea Molière? No sé si uno es consciente, con el tiempo, de la primera vez que se acercó a un autor así…
Lo recuerdo perfectamente. Fue para mi concurso de entrada en la Escuela Nacional y Superior de Arte Dramático de Estrasburgo. Me exigieron presentar el monólogo de Arpagón de El Avaro. Y me admitieron. Molière me protegió.
Decía Anabel Alonso que uno dice “El enfermo imaginario” y lo primero que piensa es “bueno, una comedieta” y que luego nada más lejos de la realidad. ¿Qué es lo primero, lo básico, que tenemos que saber de esta obra para encararla y disfrutarla al cien por cien?
No hace falta ningún conocimiento a priori para disfrutar una obra de Molière. Todas son un espejo en el que nos vemos reflejados. Con tantos niveles de lectura como de espectadores.
Hay quien dice que es una comedia, pero con mucho de tragedia. ¿A qué nos enfrenta en realidad Molière, qué podemos leer entre líneas, qué esconde tras las palabras?:
Contrariamente a la mayoría de grandes escritores que nos facilitan la comprensión a los demás, Molière nos instruye sobre nosotros mismos. Molière dice: “El deber de la comedia es el de corregir a los hombres divirtiéndoles y atacar con retratos ridículos los vicios de mi siglo”. ¿Podríamos decir teatro político? ¿Brecht 350 años antes?
Háblenos un poquito de su personaje, quién es y cómo es…
El personaje es Molière, es decir, Jean Baptiste Poquelin en persona que se retrata, se pone en escena y se burla de sí mismo, al mismo tiempo que denuncia los “vicios de su siglo”. Cuando escibe El enfermo, está enfermo, con depresión, engañado por los médicos, traicionado por Lully, por La Fontaine, abandonado por el favor real de Luis XIV, perseguido por la Compañía del Santo Sacramento encabezada por el cardenal arzobispo de París, La Cabale contra él de la crítica, con problemas de dinero para pagar a sus actores, más las infidelidades de su mujer.
Denos unas pinceladas de las líneas maestras de su dirección, de su puesta en escena…
A falta de referencias significativas y recientes de la escenificación de esta obra aquí, he querido contemplarla desde el origen de los cánones escénicos de su época, gracias al talento de dos grandes y queridos maestros, Ezio Frigerio para la escenografía y Franca Squarciapino para los figurines, huyendo, por supuesto, de toda reproducción realística-histórica. Sin dejar de profundizar en el corazón del canon del siglo XVII, he buscado la interpretación dramática y artística más rigurosa a partir de elementos e ideas de nuestro siglo XXI, poniendo en marcha la maquinaria del tiempo que nos enlaza con Molière a través de estos cuatro siglos.
¿Cuál es la enfermedad del siglo XXI?
El miedo a todo, causado por la deshumanización, la miseria, las injusticias sociales, los futuros inciertos exhacerbados por el COVID-19, el cambio climático, etc. Consecuencia todo ello de la globalización del liberalismo salvaje.
Y la última, no sé si montar y protagonizar un Molière ya es suficiente, pero imagino que la cabeza de Josep Maria Flotats, como la de tantos maestros, no para. ¿En qué más anda? No sé si tiene otros proyectos…
Sí, tengo alguno, más los que no me he contado todavía.