Actor, director, profesor… ¿Puede contarnos uno de sus primeros recuerdos que tengan que ver con la interpretación, con este oficio, con querer dedicarse a ello?
Teatro Municipal de Río Cuarto, Argentina: bullicio del público en el hall tras el estreno de “Algo más”, la obra que escribí, dirigí e interpreté a mis 16 años. Los veinte compañeros del Instituto que actuaban dejan la sala, mientras yo recojo la silla de ruedas de mi personaje minusválido. Estoy solo frente al patio de butacas vacío. Llego al proscenio del escenario, y antes de descender de él, veo sus viejas tablas. Acaricio la gastada suavidad de las huellas del tiempo, miles de ensayos y representaciones. “Me dedicaré al teatro…” resuena hondo una voz dentro mío, a la vez que mis lágrimas adolescentes rocían aquel suelo mágico. Vuelvo a oír esa nueva voz, contundente, firme, indiscutible… Como si proviniese desde dentro y desde fuera: “Aquí está mi camino”.
Juan Carlos Corazza lleva media vida dedicado a la formación. ¿Qué diferencias hay entre un actor digamos autodidacta y un actor que se ha formado en una escuela de interpretación? ¿El público puede apreciar esas diferencias, se ve en el trabajo?
Podemos pretender saberlo todo? Esperarlo todo de una escuela o de la vida profesional? Aun estudiando van quedando lagunas. Cuando profundizamos en la mejor actitud como artistas, cuando despertamos el espíritu de búsqueda, la pasión por descubrir e investigar en este oficio y en el arte, puede que con tiempo, entrenamiento y la experiencia profesional se llegue a dominar el oficio y a tener criterio. Pero no todo buen artista tiene criterio. Hay espectadores que tienen criterio y otros no lo tienen, pero eso no les impide disfrutar y enriquecerse como público. Ser buen catador de vinos no es requisito indispensable para disfrutar de él, aunque a veces no se adviertan las sutilezas y deleites de la mejor calidad.
¿Qué cualidades, qué herramientas o qué predisposición ha de tener un alumno que quiera entrar a formar parte del Estudio Corazza para la Actuación? ¿Qué tiene que ver Juan Carlos Corazza en cada uno para apostar por ellos?
Vocación hecha de amor al arte y a la vida. Perseverancia hecha de humildad, paciencia y firmeza. Disponibilidad para aprender a cuidarse y a quererse bien como persona y como artista, deseo y compromiso con dar algo bueno al mundo. Y el don del placer por la creación artística, a veces visible en buenas cualidades vocales, emocionales, o en una gran imaginación o inteligencia escénica. Otras veces asomando tímidamente. Son algunas de las muchas cosas que tenemos en cuenta en nuestras clases de selección.
Cuando uno toma la decisión de formarse, de ingresar en una escuela, ¿qué ha de tener en cuenta a la hora de elegir una u otra?
Las propuestas pedagógicas, la clases o jornadas de ingreso, entrevistas o contactos con la escuela cuentan. Oír a otros estudiantes, ver sus muestras, conocer actrices o actores formados en esa línea, y escuchar lo que pide tu corazón. Aunque todo eso no deja de ser subjetivo. Uno de los pilares de nuestra pedagogía es distinguir lo subjetivo de lo objetivo. Creo que no solo se trata de esta o aquella escuela, sino de darse cuenta de la actitud y disponibilidad para aprender que se despierta en uno, para poder aprovechar lo que la escuela pueda darte.
Junto a usted se han formado actores y actrices de reconocimiento nacional e internacional. ¿Qué ofrece a un artista, a aquellos que sueñan con formar parte de este oficio o que ya forman parte pero quieren seguir aprendiendo, el Estudio Corazza para la Actuación? ¿Cómo sale una persona después de pasar por aquí?
Siempre hemos ofrecido a los profesionales talleres, seminarios o preparaciones individuales que les fortalezcan como artistas. Para mi es una alegría y un desafío que vengan al Estudio a reciclarse tantas actrices y actores con experiencia. Muchos quieren liberarse de hábitos adquiridos en profesión, otros necesitan reencontrarse con el sentido de su vocación, con su fuerza creativa, y son muchos los que quieren disfrutar de nuevos retos interpretativos, conocer, cultivarse o ahondar en otros autores o poetas. Evolucionar artísticamente no siempre es posible en la vida profesional, aún cuando se tiene éxito.
¿Cómo describiría la línea pedagógica de esta escuela, en qué se diferencia del resto, cuál es el plan de trabajo y las bases en las que se asienta?
No pretendemos ser diferentes ni mejores que nadie. Ayudamos a que nuestros alumnos se fortalezcan siendo ellos mismos, con su único e irrepetible don. Por eso vivimos con pasión el compromiso con nuestra vocación, visión y misión, que es nuestro don. Nos ocupamos de ver realmente al alumno, sus necesidades y de como ayudarle. Cuidando el vínculo personal y compartiendo la responsabilidad de hacer juntos algo bueno para su propia vida y para el mundo. Nuestras propuestas ayudan a que los alumnos puedan manejarse con autonomía y solidaridad tanto en el teatro como en el audiovisual. En el equipo de profesores es habitual auto-examinarnos. Compartimos reflexiones, cuestionamos y proponemos nuevos enfoques cada temporada.
En nuestro recorrido de más de 30 años hay propuestas peculiares: “Ensayos abiertos al público”, muestras que integran lo pedagógico, lo artístico, y a las que acuden representantes, directores de casting, directores de teatro, cine y tv, en muchos casos una entrada a la vida profesional. La compañía profesional Teatro de la Reunión, con obras y master class internacionales. Cursos con varios miembros veteranos de la compañía de Peter Brook.
Todos tenemos una profesor o profesora que nos ha marcado, ¿quién es el suyo y por qué, qué lección aprendió de esa persona que ahora trata de enseñar a sus alumnos?
Tuve varios profesores en mi paso por el Conservatorios Nacional de Bs.As., pero fue Carlos Gandolfo el maestro con quien hice el proceso más importante y gracias a él comencé a enseñar en su escuela. Con él aprendí a ver y a no tener miedo de decir lo que veo. Augusto Fernándes ha sido fundamental entre otras cosas para aprender a ver a Shakespeare y a Lorca. Tantos años con Claudio Naranjo ha sido una gran luz en todo mi trabajo. Y las aportaciones de Peter Brook, a través de los miembros de su compañía que han dado varios cursos en esta escuela. Con todos ellos me ayudaron a despertar en todos los sentidos mejores que este verbo implica: despertar en lo humano y al mundo, despertar al arte, al ritmo y a la poesía, a la conciencia y al misterio del arte. Despertar a mi propia manera de crear. Y eso es lo que vengo transmitiendo a alumnos y profesores que se han formado en mi escuela: despertar la propia manera de crear, aunque para llegar a eso, a veces haya que inicialmente imitar a otros…
Una última pregunta que tiene que ver con estos meses que hemos vivido de confinamiento… En el caso de que la situación volviese a repetirse, ¿cómo se encararía la formación, de qué forma los alumnos podrían continuar con los cursos?
La enseñanza online no puede suplir la presencial, pero bien utilizada puede aportar algo único. Lo hemos probado durante el confinamiento. Con gran esfuerzo por parte del alumnado, a quienes nos sentimos profundamente agradecidos, y con gran dedicación del equipo de la escuela, hicimos propuestas nuevas con las que todos avanzaron en la creación de personajes y en el trabajo con la cámara. Es algo que estamos afinando para integrarlo de diferentes formas, y deseamos que no sea por causa de fuerza mayor.