¿Qué es “La fiesta del chivo”?
Es una historia de una hija maltratada, usada y entregada al sacrificio, al dictador dominicano, por parte de su padre, antiguo presidente del Senado de la República Dominicana, para provocar la vuelta al redil y gozar otra vez del cariño y de la protección del dictador. Para ello entrega a su propia hija al sacrificio, a la violación y a la humillación.
Creo que han podido compartir ya un ratito de charla con Vargas Llosa…
Mario vio un ensayo y al parecer le entusiasmó. Dijo que tenía muchas ganas de ver el estreno y que le parecía que habíamos hecho un trabajo que no era fácil y que era excelente. Se fue encantado del ensayo.
Tampoco es fácil lo que ha hecho Natalio Grueso al frente de la versión…
Natalio, que conoce a Mario y que no es la primera vez que le hinca el diente a la literatura latinoamericana en lengua castellana, ha sido enormemente respetuoso con la novela, ha sabido sintetizar esas 500 páginas en una hora y media de teatro y todos hemos gozado de esa adaptación para poder hacer este trabajo.
¿Quién es Trujillo?
Trujillo es un militar, formado con los Marines americanos, que llega al poder en República Dominicana y a partir de ahí establece una dictadura del terror basada fundamentalmente en la protección de su familia, el enriquecimiento y el oprobio de todo a su alrededor y que generó catástrofes como exterminar a 30 000 negros haitianos que habían inmigrado desde Haití a República Dominicana. Estuvo 32 años gobernando, es decir, dictando, estuvo más de 30 años al frente de su país y fue ajusticiado por los ciudadanos en justa represalia por sus tropelías manifiestas.
¿Qué requiere de usted física y psíquicamente el dictador Trujillo?
Todos los personajes tienen una manera de andar, de mirar, de comportarse y poco a poco eso uno lo va componiendo en cada ensayo. En la composición mental uno tiene la oportunidad de poder estar hablando por boca de un autor como Vargas Llosa y cualquiera de las palabras que utilizo son grandes palabras de la gran literatura. A mí un personaje como Trujillo, aunque sea un monstruo, me produce un placer enorme interpretarlo, porque me encuentro cómodo buscando y no siento ningún prejuicio por su brutalidad y ni siquiera me planteo su imposición ideológica frente a ellos, sencillamente dejo que aparezca “La fiesta del chivo” y el espectador que decida.
Una frase especialmente dura…
Hay una que es tremenda: “A grandes males, grandes remedios”. La aplica para explicar por qué se cargó a 30 000 haitianos. Esas cosas que podría decir una abuela de Ávila, que puede parecer tierno, en boca de un asesino quiere decir que no se va a parar ante nada para conseguir lo que él considera que es lo bueno para su país.
Al frente de todo el proyecto, un maestro. ¿Con qué Carlos Saura se ha encontrado Juan Echanove?
Con un director paciente, amable, con un gran sentido de la estética y con una edad que le hace entender que esto de poner en pie historias es una maravilla. Es una profesión que compartimos de la cual los dos sé que nos sentimos muy orgullosos. Es un placer poder llegar todos los días a ensayar con un tipo de una talla artística e intelectual tan importante como Carlos. Valoro mucho a las personas que han impulsado tanto una faceta de la creatividad y el arte de mi país. Me parece que el cine que hacemos hoy en día no existiría sin Saura.
Dicen que “La fiesta del chivo” es una lección de vida. ¿Qué podemos aprender acerca de la maldad y la barbarie en un montaje como este?
Nadie está a salvo de la ferocidad y de la brutalidad de un tirano. La democracia es mejorable, hay que reformarla, hay que cuidarla, hay que observarla, pero la peor de las democracias es infinitamente mejor que la más benévola de las dictaduras.