Entrevista a Juan Pastor por Tío Vania

 Tras la buena acogida de “La gaviota” y “Tres hermanas”, el talentoso capitán de la Compañía Guindalera nos brinda su tercer Chéjov, un “Tío Vania” que, según las palabras de Pastor, es una comedia sobre el sentido trágico de la vida plagada de sentido del humor donde la broma es constante y se une a la melancolía y a cierto desengaño. Bajo su dirección, tres intérpretes veteranos en sus proyectos –María Pastor, José Maya y Aurora Herrero– protagonizan la función junto a las nuevas incorporaciones de Luis Flor, Alejandro Tous y Gemma Pina. Por ANA VILLA
¿Por qué decidió crear una nueva puesta en escena de “Tío Vania” y cómo se gestó esta versión tan personal?

El proceso empezó reflexionando con estas dos frases: “No hay que tomarse nada demasiado en serio, porque la vida pasa muy deprisa” y “desear lo que no podemos tener es un error que solo produce angustia”. Lo valioso en la vida no está en ganar o perder, lo verdaderamente importante es sentirnos parte del juego. ¿Somos capaces de vivir cada instante mientras cargamos con el peso de la eternidad? Los personajes de la versión, en su deseo de ser felices en la eternidad, recuerdan su pasado lúdicamente, aquel pasado imperfecto con todas sus contradicciones donde nada fue superfluo porque todo fue valioso, lo positivo y lo negativo. Descubrimos que toda existencia ya vivida es motivo de celebración más allá del tiempo y del espacio.


En su opinión, ¿qué rasgos definen la dramaturgia de Chéjov y por qué le resulta irresistible?

Nadie como Chéjov ha presentado las ilusiones y el desasosiego, la energía y el cansancio del ser humano ordinario. La torpe belleza y el temblor que precede al sentimiento. Gran conocedor de la naturaleza humana, sobre todo era poseedor de una gran ternura que aplicaría a todos sus personajes.


¿Cuál es el leitmotiv que aparece con claridad en “Tío Vania”?

Que vivimos una vida sórdida que se nos va tragando y, aunque nosotros no gozaremos de una vida mejor, nuestro sacrificio tiene que valer para que esa vida ideal surja algún día sobre la tierra. Debemos contribuir a que la auténtica felicidad, no la utópica que algunos confunden con el limbo, sea posible en este mundo.


¿Cómo presenta este “Tío Vania” de sello Guindalera que usted firma y dirige?

Respetando escrupulosamente el texto de Chéjov, abordamos una nueva perspectiva audaz y osada. Queremos hacer una comedia sobre el sentido trágico de la vida. La vida no tiene sentido, somos nosotros quienes se lo damos. Los hechos vividos no se pueden cambiar, forman parte de nuestra individualidad, pero, si pasado un tiempo yo cambio, todo cambia y podemos ver nuestro antiguo comportamiento como algo risible de una forma más amable.


¿Cuáles son sus claves particulares?

En nuestra versión, los monólogos tienen un tratamiento especial. Los personajes cuentan al público su pasado, lo que les ocurrió 150 años atrás. Son presencias que viven una vida más allá de lo que conocemos como ‘vida’, vivieron hace tiempo –es una metáfora–, pero tienen una vivencia especial en el presente, en su vínculo con el público. Están llenos de un temperamento alegre e ingenioso, una salud perfecta, una mente clara, viva, penetrante y una comprensión poderosa sin ningún temor. Viven en un presente eterno, ya no pueden perder la salud porque no la tienen y el mayor temor humano, la muerte, está superado porque ya pasaron por ella. Dan luz a un saber que solo los años pueden dar.


¿Qué selección de personajes son los fundamentales en esta versión?

Hemos reducido el reparto a tres actores y tres actrices por razones evidentes, como son las económicas: Vania, Astrov, el profesor Serebriakov, Elena –su mujer–, Sonia –hija del profesor– y María –madre de Vania–. Hemos eliminado a Teleguin, Marina, la nodriza y un mozo.


En suma de todo, ¿por qué motivos considera recomendable esta nueva mirada a “Tío Vania”?

Es un clásico y creo que Chéjov buscó sin descanso algo que no se encuentra en la tierra. Pensaba que lo malo de la vida era que no tenía sentido, sin embargo, era fundamental el deseo de ser feliz, evitando el sufrimiento, el miedo a la soledad y a lo desconocido. Tenía zonas escondidas de tristeza y de sentimientos de impotencia. Había sufrido demasiado la zafiedad de los humildes por los que sentía algo más que compasión. Amaba la elegancia, la ciencia, el arte. Pensaba que el mundo era hermoso, pero lo estropeaba el ser humano y que la vida estaba hecha de horrores, preocupaciones y mediocridades. En sus obras está muy presente el sentido del humor, el pudor y la economía de medios. La broma es constante, mezclada con la melancolía y cierto desengaño. En nuestra versión, cuando se ve lo que antes no se veía, todo se abre y se vuelve nítido, claro y rebosante de vida. En toda situación de la vida dos cosas son muy útiles: el sentido común y el del humor. Ayudan a aligerar la atmósfera y rompen la exagerada seriedad y la intensidad de cualquier situación.

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