¿Quién fue Hannah Arendt?
Una mujer judía y alemana que, desde la teoría política y la filosofía, dejó un legado que nos ayuda a comprender los problemas de la política que atentan contra el desarrollo y la integridad de la humanidad.
Si Hannah Arendt hubiese sido un hombre, ¿tendría un lugar diferente en la historia de nuestra cultura, de la filosofía, de la política? ¿Se puede hacer esta lectura de desigualdad que se ha hecho con otras grandes mujeres en otros campos?
La altura intelectual, humana y la relevancia del legado de Arendt no están en discusión actualmente, otra cosa es que en algunos planes de estudio sesgados se la haya omitido, pero Hannah Arendt fue reconocida en vida y, recientemente El País publicó que su obra está viviendo un auténtico “boom” editorial.
Y trasladando la pregunta al teatro actual, ¿qué espacio poseen las mujeres? ¿Existe un espacio de auténtica paridad o aún está lejano?
No existe, aunque hemos mejorado. Nos deciden hombres casi siempre. El teatro, en ese sentido, está jugando a ser conservador, se busca la excepcionalidad en la mujer y se proponen modelos en el que muchas mujeres no se ven representadas.
Hablamos de Hannah Arendt porque es el motor de esta nueva entrega de Teatro Urgente. ¿Qué es Teatro Urgente y de dónde nace esta necesidad?
Somos un grupo de artistas que nos dedicamos a investigar para crear un teatro que sea un terreno de juego para el pensamiento, que nos acompañe, divierta y nos ayude a comprender este tiempo tan desconcertante que estamos viviendo. El proyecto se desarrolla y se exhibe en el Teatro Galileo que dirige Juan Jiménez.
Si no me equivoco el proyecto nació durante el confinamiento. ¿La pandemia que sufrimos ha cambiado mucho los esquemas del teatro o la forma en que los artistas se enfrentan al hecho creativo?
En mi caso lo ha cambiado todo porque ha cambiado lo fundamental ¿Para qué hago teatro? En este momento sólo aquellos proyectos que surgen de una necesidad imperante y con personas con las que realmente quiero convivir se abren paso en mi agenda.
¿Karina Garantivá tuvo claro desde siempre que las artes escénicas serían su oficio, fue vocacional o hubo un cambio de rumbo?
Siempre he tenido una vocación artística, dejé mi país a los 21 años para venir a estudiar a la RESAD, no conozco otras profesiones fuera del teatro y no me enorgullece, me produce muchísima nostalgia.
Actriz, dramaturga, directora, productora… ¿Qué es lo mejor y lo peor de cada una de estas facetas?
Mi relación con las palabras está pasando por un idilio tan apasionado que no le veo defectos, de momento. Lo mejor de ser actriz es actuar, lo peor, ser actriz, esta frase se la tomo prestada a Fernanda Orazi porque me identifico plenamente. La producción es todo contradicciones, me quedo con lo que puedes aportar a tu entorno y lo peor es que un sueño te puede dejar una deuda totalmente real. En cuanto a dirigir, creo que lo mejor es lo que voy descubriendo a través de cada actor o actriz, la posibilidad de vivir una experiencia sublime a través de la atención prestada, lo peor aun no lo he descubierto.
Aparte de esta “Hanna Arendt….”, ¿algún otro proyecto entre manos que pueda contarse?
Uno muy ilusionante, la tercera producción de Teatro Urgente que contará con textos de Juan Mayorga y Teresa Arsuaga.