Entrevista a Laila Ripoll. Directores a escena

¿Cómo respira el teatro en pandemia? ¿La cultura está tocada o hundida? ¿Cómo se piensan, se sueñan y se levantan espectáculos y temporadas en estos tiempos? ¿Qué hay que pedir y a quién para sortear obstáculos? Son días llenos de interrogantes y de incertidumbres, pero también de ponerle muchas más ganas e ilusión si cabe. Hemos preguntado a los magos y magas de la escena por la situación que atraviesan las artes escénicas, pero también por lo que están haciendo ahora, por aquellas cualidades que definen a un buen director, a una buena directora, por qué lleva al teatro a aquellos y aquellas que primero lo sueñan, por cómo son como espectadores, a quiénes admiran o qué están deseando ver.
LAILA RIPOLL 
Directora, dramaturga y actriz, es una de las figuras más destacadas de la escena madrileña gracias a su compañía Micomicón. Ha sido, entre otros, Premio Ojo Crítico y ahora dirige el Teatro Fernán Gómez.
 
Decía Larra que “los teatros son el termómetro de la civilización de las naciones”. ¿En qué lugar nos deja esto hoy?

Pienso que la frase de Larra está hoy tan vigente como en el momento en el que fue dicha. El teatro sigue midiendo la temperatura de nuestra sociedad, de nuestra civilización.


Así, en general, ¿cómo se sueña y se gestiona una temporada, un teatro en pandemia?

Sin hacer grandes planes a largo plazo, con mucha capacidad de improvisación y siendo consciente de que todo puede variar de un día para otro. Los acontecimientos nos obligan a tener reflejos y ser flexibles.


Cuando una se enfrenta a la gestión de un teatro, ¿cuáles son los retos inmediatos y cómo se van sorteando?

No está siendo una temporada normal. Cuando no estamos confinados,  cae una nevada que obliga a suspender funciones y cerrar teatros. En un momento muy complicado, muy extraño. Todavía no he tenido tiempo de saber cómo se puede hacer de una manera normal, estamos en una situación extraordinaria desde que empecé a trabajar en el Fernán Gómez. Los retos, por tanto, son extremos y la manera de sortearlos cambia día a día.


Y ahora mismo, el mayor valor de los teatros públicos habría de ser…

El de servicio público tanto para los espectadores como para los profesionales.


¿Qué no ha de perder nunca de vista una buena directora de escena?

El hecho de que el teatro es un arte colectivo y también que trabajamos con material muy frágil, con personas que se exponen y que se abren en canal para dar lo mejor que tienen  ¿Y alguna de esas cosas es susceptible de poder trasladarse a la dirección de un teatro? Ambas cosas son susceptibles de trasladarse a una dirección artística de un teatro.


¿A qué director/a contemporáneo admira profundamente?

En su momento me dejaron una profunda huella Declan Donellan y Deborah Wagner.


Como espectadora, ¿por qué tipo de teatro se decanta, qué tipo de teatro le gusta ir a ver?

Cuanto más alejado de lo que yo hago más me gusta. Últimamente disfruto mucho de la danza y del circo de sala, el circo-teatro.


¿Qué echa de menos en la cartelera madrileña?

Realmente ahora lo que más echo de menos es normalidad, pero no precisamente en la cartelera, sino en aforos, protocolos, salidas y entradas, etc.


Cuando va a ver una función, ¿la disfruta como espectadora o es imposible no mirarla como directora?

En muy difícil no estar analizando permanentemente lo que se está viendo, pero cuando eso sucede es pura magia.


¿Cuál ha sido la última obra que ha visto y cuál está deseando ver?

La última ha sido “El caballero incierto” en el Español y estoy deseando ver “Rita” en el Fernán Gómez.

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