Entrevista a Laila Ripoll en el especial Dramaturgos a escena

 Directora, dramaturga, actriz y una de las figuras más destacadas de la escena gracias a su compañía Micomicón. Con ella ha abordado más de una veintena de montajes, entre ellos “El triángulo azul”, Premio Nacional de Literatura Dramática y Max a mejor autoría, “Los niños Perdidos” o “Atra Bilis (Cuando estemos más tranquilas)”. Ahora firma la dirección y dramaturgia de “Fortunata y Benito” en el Canal para La Joven Compañía y es directora artística del Fernán Gómez.
 
¿Por qué escribe Laila Ripoll? ¿Qué le lleva a escribir?

A veces digo que escribo por rabia, por ganas de pegar un puñetazo, pero no siempre es así. Hay otras veces que escribo por necesidad de comunicarme, por necesidad de soltar las cosas que me aprietan por dentro.


¿Cómo describiría ese proceso desde que se sienta por primera vez ante el papel en blanco hasta que pone el punto y final? ¿Cómo son esas etapas?

Depende del texto, depende de si es algo escrito en colaboración o no y de si es un encargo  o no lo es. Normalmente hay mucho camino andado antes de empezar a escribir, mucha documentación, muchas notas, muchas imágenes… si ese trabajo previo es minucioso y completo la escritura en sí es lo de menos.


¿Recuerda la primera vez que vio representada una obra suya? ¿Cuál fue, qué sintió, cómo se vive un momento así?

La verdad es que tuve muy mala suerte esa primera vez. Fue en Buenos Aires y me sirvió para aprender que escribir es un riesgo, que tu imaginario no tiene por qué ser el mismo que el de la persona que se encarga de la dirección del texto. A partir de esa vez le presté mucha más atención a las didascalias, a las acotaciones.


¿Quiénes son los referentes y cuáles son las claves del teatro de Laila Ripoll?

Tengo muchos referentes literarios y teatrales: Cervantes, Galdós, Valle Inclán, La Zaranda… pero también Rulfo, Salarrué, Borges… pero sobre todo referentes vitales, mujeres maravillosas que me han enseñado mucho, desde mis dos abuelas a Josefina Gª Araez o Mª Jesús Valdés, entre otras.


¿Se puede vivir del teatro en España?

Con mucha dificultad, echando muchas horas al día y diversificando mucho se puede uno mantener, pero repito, con mucha dificultad. ¿Se puede vivir de escribir teatro? No, en absoluto. En este momento es imposible.


El lector no suele decantarse por textos teatrales entre sus lecturas. ¿Por qué no leemos más teatro? ¿Qué está leyendo usted?

Yo siempre he sido lectora de teatro, desde muy pequeña, porque lo tenía muy a mano. Creo que falta difusión, falta tenerlo cerca. El teatro es muy sencillo y cómodo de leer y tiene una duración estupenda para acercar a la lectura a los perezosos. Pero hay que descubrirlo y poder acceder a los textos con facilidad. Ahora mismo estoy terminándome una novela, “La deheredada” de Galdós.


¿Qué obra de teatro de todos los tiempos le hubiera gustado escribir y por qué?

Muchas: desde el rey Lear a Luces de bohemia, desde El caballero de Olmedo  a Final de Partida. Me es imposible quedarme con una sola.


El teatro, ¿solo cuenta cosas que nos pasan o tiene el poder de transformarlas?

 Me gustaría creer que podemos transformar la realidad con lo que hacemos, pero desgraciadamente no es así. Con ser capaz de meter el dedo en la llaga y ayudar a la reflexión me doy por más que satisfecha.

 

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