Entrevista a Lluís Pasqual por Doña Francisquita, reposición

 Su madre cantaba zarzuela, su padre tenía todos los discos de Marcos Redondo y una vez al mes, como algo extraordinario, le llevaban a ver zarzuela. Nuestro género lírico forma parte de la banda sonora de la infancia de un Lluís Pasqual que, convertido en tótem de nuestro teatro tras más de 40 años como director y gestor cultural, debutó en el género en 2009 con el programa doble “Château Margaux” y “La viejecita”. Tuvimos que esperar una década para verle al frente de una, dice la prensa, rupturista “Doña Francisquita” que provocó reacciones encontradas y que ahora repone. Por Vanessa Ramiro. Foto JAVIER DEL REAL
Su madre se llamaba Francisca y tenía una confitería. Suena zarzuelero.

Mi madre y mi padre eran muy aficionados a la zarzuela, ponían muchos discos de zarzuela en casa. Mi madre cantaba los domingos por la mañana, que era el único día que la pobre podía porque los demás trabajaba en la pastelería y panadería. Y luego íbamos todas las semanas al teatro y una vez al mes a ver zarzuela. La zarzuela es la música seria de mi infancia.


¿Es feliz escuchando zarzuela?

Sí, sí. Hay muy pocas que escuche por primera vez. Me sé un gran repertorio de zarzuelas y para mí la zarzuela es alegría. Me lleva a la infancia, a un momento feliz de mi infancia, la música es alegre. Feliz es una palabra muy grande, no sé si uno es feliz escuchando zarzuela, pero alegre sí.


¿Y dirigiéndola?

Sí, también, porque tiene una cosa de ritmo interno, de popularidad, de melodía que parece fácil y no lo es y, sobre todo, lo bueno de la zarzuela es que está en el imaginario colectivo. El otro día, viendo “La verbena de la Paloma” en la Zarzuela había gente que adelantaba las frases de los actores o el momento musical porque se la sabía. Eso da una gran alegría.


Ha dicho que había rechazado hasta en dos ocasiones dirigir “Doña Francisquita”. ¿Qué le dijo Daniel Bianco para convencerle hace cinco años?

No lo sé, debía ser el momento. “Doña Francisquita” es zarzuela grande, es muy grande y, además, con ella pasa eso que ocurre con todas las obras universales, que son un poco patrimonio de todos. Todo el mundo va con su “Doña Francisquita” puesta a ver la zarzuela. Y, claro, a veces encuentra su Francisquita y a veces encuentra otra.


¿Entiende a la gente que en el estreno en 2019 abucheó la propuesta?

Entiendo que a alguien no le pueda gustar una propuesta. Eso es lo lógico y normal. El escándalo venía más por una protesta contra el hecho de que no dijéramos el libreto de “Doña Francisquita”. Es curioso porque yo hice la misma operación con “Château Margaux”, que es una obra costumbrista y la convertí en un programa de radio y a todo el mundo le pareció muy bien. Sin embargo, la Francisquita parece que es más patrimonio de la gente y a algunos les pareció mal. Yo lo siento. En general, los textos de la zarzuela son su punto flaco, porque no corresponden solo a una manera de escribir ligera, sino a una manera de interpretar. Los textos de la zarzuela en general han envejecido mal.


¿Cuál es la propuesta? Está la música, pero del libreto quedan apenas unos versos.

Sí, del libreto quedan unos versos. Sin embargo, han sido sustituidos por otro texto, que es el que dice Gonzalo de Castro. Yo propongo tres épocas de la zarzuela. Una, en el año 32, que es una grabación de “Doña Francisquita” en un estudio de grabación. El segundo acto ocurre en 1962 y es una evocación de las zarzuelas como se hacían en televisión. Hubo un momento en que se hacían en Playback. Y el último acto es hoy, en nuestros días. Tres maneras distintas de hacer la zarzuela y cómo se puede hacer hoy. Y, además, en el tercer acto contamos con la inestimable colaboración de Lucero Tena. Contar con ella en directo en el fandango de Francisquita es un lujo que nunca hubiera podido imaginar.


Estamos centrados en el libreto, pero nos decía que esta pieza es jamón de Jabugo.

Cuando digo que es jamón de Jabugo es porque es música muy buena. Todas las zarzuelas tienen momentos desiguales. “La Dolores” tiene una jota extraordinaria, pero el resto, excepto un dúo, tampoco es para tirar cohetes. En cambio, en la Francisquita todos los números musicales tienen una importancia en sí mismos, independientemente de lo que venga detrás y lo que venga delante. Y eso es mucha cantidad de zarzuela y mucha cantidad de alegría en una noche.


¿Qué espera ahora de esta reposición?

No es la primera vez que se repone, se hizo en Lausanne y en Valencia. Y, curiosamente, porque no se lo esperaba nadie y yo menos, ganó el Premio Max al mejor espectáculo musical. Espero que la gente la vea y disfrute tanto como ha disfrutado la gente cuando ha querido disfrutar. Espero que la gente la disfrute como yo la he disfrutado.


¿Cómo hacemos para que perviva un género del que apenas hay títulos nuevos y los de repertorio no se pueden tocar?

La zarzuela es una máquina complicada, porque tiene orquesta, coros, cuerpo de baile…, mueve muchísimas cosas. Es una tradición cara, por decirlo de alguna manera, no es un cantante con una guitarra y un micrófono, necesita todo un acompañamiento. Por lo tanto, que exista un teatro que se dedique a la lírica española y, sobre todo, a la zarzuela, que siga existiendo con independencia y con los precios populares que tiene me parece esencial.

La Zarzuela tiene un público y tiene un público que se ha renovado. El trabajo que ha hecho Daniel Bianco ha sido muy importante desde el punto de vista musical y desde el punto de vista de atracción del público. El otro día estuve en el estreno de “La verbena la Paloma”, normalmente la media de edad es entre 60 y 70. Bueno, ha bajado muchísimo, estaba lleno de gente joven. El proyecto Zarza ha hecho que los jóvenes se incorporen y canten zarzuela adaptada a sus inquietudes. Y eso me parece que la hace vivir, la zarzuela, repito esa alegría, pero esa alegría para mí ahora lo era hace 50 años, con lo cual quiere decir que algo tiene.


¿En qué otros proyectos está trabajando Lluís Pasqual? ¿Dónde vamos a poder disfrutar de su trabajo próximamente?

En algunos que no se pueden decir porque, como tú sabes, trae mala suerte, pero lo más inmediato es que me voy tres semanas a Buenos Aires a montar en el Teatro San Martín un Eduardo de Filippo, “La gran ilusión”, y, valga la redundancia, me hace mucha ilusión, sobre todo ir en este momento tan difícil para Argentina, pero que tienen tan, tan, tan buenos actores, a hacer una comedia y que se rían y que se olviden de su realidad durante un rato.

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