¿Cómo se vive el estreno absoluto de una ópera nueva en la Zarzuela?
Lluís: Afortunadamente con la edad con menos, pero se vive con nervios, porque no es algo que la gente conozca, no lo ha oído nunca, no es una ópera de repertorio. Es un texto clásico y uno dice “Vamos a ver si hemos acertado o no”. Se vive con incerteza.
Arturo: Es totalmente surrealista, una cosa muy loca que no ocurre muchas veces. En España es muy raro que te encarguen una ópera y es una oportunidad increíble.
Una ópera… ¿Qué los une a este género, cuál es su primer recuerdo?
Lluís: En mi casa escuchaban mucha zarzuela, mucha música, pero no ópera. A los doce años, yo era asmático, me mandaban al campo. Mi tía me obligaba a hacer una siesta que no me gustaba e iba a un desván donde ella tenía un tocadiscos y unos discos. Allí descubrí “Norma” de Maria Callas y desde ese momento… La ópera es una obsesión, un vicio… soy un hooligan. Yo escucho todos los días ópera.
Arturo: La verdad es que siempre he estado muy vinculado con la ópera. He dirigido mucha ópera y empecé como pianista repetidor en óperas en el Teatro Cervantes de Málaga. Desde siempre he estado muy vinculado a este género, lo conozco bien.
¿Cómo surge este proyecto y por qué no se le podía decir que no?
Lluís: Es una propuesta de Daniel Bianco, director de la Zarzuela, que todos los años, además de recuperar obras que se estrenaron una vez y nada más, intenta hacer un estreno de música de obra contemporánea. Es la tercera vez que hago “El caballero de Olmedo”, es una constante en mi vida. La primera vez lo hice más épico, más grande en el Festival de Avignon, en el Palacio de los Papas, donde había caballos, tres mil metros cuadrados de trigo, la parte épica, era como una película. La segunda parte la hice después de muchos años para la Compañía de Teatro Clásico, fue digamos la parte lírica, mucho más íntima, mucho más pequeña y esta está entre las dos. La diferencia es que no es mi mirada, es la mirada de Arturo Díez Boscovich, es decir, yo tengo que disfrazarme del músico que es él para no ponerle nada que yo quisiera. Es su mirada y es una buena mirada sobre “El caballero de Olmedo”.
Arturo: Daniel Bianco es un amante de esta obra de Lope de Vega. Escuchó una música mía, le gustó mucho y me dijo: “Yo creo que tú te podrías hacer cargo de la ópera de “El caballero de Olmedo””. Y yo le dije que sí, cometí esa insensatez (risas).
Aparte de dirigir, Arturo Díez Boscovich ha compuesto obras de todo tipo, incluso, para cine y TV. Y ahora una ópera. ¡Menudo reto, ¿no?!
Arturo: Es la primera ópera que hago y la verdad es que hay que ser un poco inconsciente para meterse en algo así, pero ya está hecho (risas).
¿Y cómo sabe uno cuando está lista?
Arturo: Para mí no estaría lista nunca, yo estaría todavía revisando y retocando cosas, pero es un defecto congénito, no tiene arreglo (risas). Las obras hay que abandonarlas, si no, nunca se acaban.
Imagino que habrán trabajado mano a mano. ¿Cómo ha sido ese proceso?
Arturo: Nos hemos juntado mucho porque Lluís es el autor del libreto y, además, un gran conocedor de Lope de Vega y ha montado “El caballero de Olmedo” con mucho éxito, incluso en Francia. Ha sido muy intenso porque los dos somos muy intensos (risas).
Lluís: Hay mucho trabajo detrás para que no se note, que es la gracia. La dificultad estaba en que Lope ya tiene una música en sí, ya tiene el verso, tiene música interna. Había que, conservando esa música interna que tiene, ponerle la música de Arturo. Y ha sido ir trabajando el libreto, reduciéndolo al mínimo, porque “El caballero de Olmedo” entero duraría tres horas y no puede durar ese tiempo.
¿Qué nos contarían de esta obra, que hay que saber de “El caballero de Olmedo”?
Lluís: Es una historia que trata dos cosas. Trata del amor por encima de las convenciones, de las costumbres, un tema que en el siglo XVII tiene más fuerza porque las chicas estaban obligadas a casarse con quien decidía el padre y, en cambio, aquí sí decide ella. Y luego un tema no secundario, que es la envidia. Muchos filósofos españoles han dicho que es el defecto nacional, pero la envidia contra el del pueblo de al lado. El caballero de Olmedo es un torero, un matador, igual que sus contrincantes, el problema está en que unos son de Medina y otros de Olmedo, apenas hay veinte kilómetros entre un pueblo y otro. Yo creo que si el caballero en lugar de ser de Olmedo hubiese sido de otro sitio puede que no le hubiera pasado nada. El pecado no es que se enamorara de una chica de Medina, sino que se enamoró de una chica de Medina el que era del pueblo de al lado y triunfó. Eso es algo que tenemos metido en nuestro ADN.
Arturo: Es una historia de amor maravillosa que procede de una canción popular que escuchaba Lope en la calle. Una historia muy triste de un amor no consumado realmente, un amor idílico, pasional, impresionante. Realmente habla de todas las cosas que están relacionadas con el ser humano, los celos, la pasión… y, además, hay algunos elementos sobrenaturales que hacen la historia mucho más interesante. Es una maravilla, una obra maestra y en esta ópera yo he intentado a través de la música acercarme lo más posible a lo que Lope quería contar. Ya comprobará la gente si lo he conseguido o no.
¿Cómo suenan y a qué suenan Lope, “El caballero de Olmedo” en este siglo XXI? ¿Cómo es la música?
Arturo: El lenguaje que utilizo es un lenguaje totalmente tonal, un lenguaje asequible para todo el mundo que quiera aproximarse a la obra. No hay que ser ningún intelectual de la música, simplemente dejarse llevar y escuchar.
¿Y sobre las tablas, la puesta en escena?
Lluís: En realidad hay muy poco, porque el Siglo de Oro español estaba hecho para representarse en Corrales de comedias y en un Corral de Comedias no hay nada. Yo algo tengo que poner para tapar a los maquinistas (risas), pero es muy poco. La gente va a decir que es minimalista, minimalista es una palabra que yo detesto porque una cosa es el minimalismo y otra el escasismo. Intento hacer lo que dijo Lope de Vega. Lope de Vega definió el teatro como cuatro tablas, dos actores y una pasión. Son cuatro tablas, un suelo, los cantantes y una pasión y luego algo tiene que tener de fondo, pero es muy simple, lo da la música.
Y en escena Joel Prieto / Juan De Dios Mateos, Rocío Pérez / Alba Chantar, Germán Olvera / Ramiro Maturana, Nicola Beller Carbone, Berna Perles, Gerardo Bullón y Rubén Amoretti.
Lluís: Los intérpretes son estupendos. Sí, porque son jóvenes. No es que la juventud sea solo una cualidad, pero en este caso sí lo es, porque es una historia que no puede pasar entre adultos. Esas historias de amor emborrachadas, de alguna manera, donde, además de sentir el amor, sientes la ausencia, lo que le pasa al caballero es que sufre por la ausencia de ese amor, es algo de juventud, que dura unos ciertos años, después ya no. Aparte de la calidad que tienen los intérpretes, son todos para el papel.
¿Qué les gustaría que la crítica escribiese la noche del estreno?
Arturo: Me encantaría que le gustara a todo el mundo, incluido a los críticos, pero si no les gusta a los críticos, la verdad es que me da un poco igual. Yo lo que quiero es que la gente que vaya al teatro a verla disfrute mucho.
Lluís: A mí me gustaría que la gente la escuchara con respeto, en silencio, como se escucha la música, y que descubrieran un nuevo talento musical.