Entrevista a Lola Herrera por Cinco horas con Mario 2021

 Lola Herrera está en ese Olimpo particular de actores y actrices de los que ya se ha dicho de todo y todo bueno. No vamos a descubrir ahora lo grande que es esta vallisoletana sobre las tablas cuando el propio Miguel Delibes quiso hacerla eterna para que no dejara de dar vida a su Menchu. Así que solo nos queda sentarnos en una butaca y disfrutar de su magistral actuación. Que no seamos los únicos que un día nos arrepintamos de no haber visto nunca, a lo largo de más de 40 años, a Lola Herrera velando a Mario… Por VANESSA RAMIRO Foto DANIEL DICENTA HERRERA
 
Lola Herrera lleva más de 40 vistiendo el luto de Carmen Sotillo. Es una vida…

Así suena fatal (risas). A lo largo de 40 años la he retomado en cinco ocasiones, pero esta se está alargando por la covid, por todo lo que quedaba pendiente de cubrir. Ha sido mucho tiempo a lo largo de los años, es un caso un poco insólito. Con la misma directora, el mismo texto, en tantas épocas distintas a lo largo de tantos años… Soy un caso raro (risas).


 

¿Ha cambiado Carmen en estos años?

Carmen Sotillo francamente no, pero yo sí (risas). Ella tiene que pasar por mí y esto tiene que influir en el personaje de alguna manera, en las intenciones, en el fondo, en todo lo que se encuentra en esa trastienda de Carmen. Juego con lo que he vivido. Es la misma mujer, en la misma época, pero detrás de las preguntas que ella hace y de esos reproches, ahora mismo hay una trayectoria muy larga, las mujeres hemos dado muchos pasos de gigante en los últimos años y algo de todo eso se le tiene que notar. Carmen siempre sale distinta porque sale a través de mí y yo a través del tiempo me he ido enriqueciendo como persona y he ido observando muchas cosas que quizás en el primer momento no vi de ella.


Delibes dibujó la sociedad patriarcal que imperaba entonces. ¿Y ahora?

De lo que hubo siempre queda (risas). A veces en demasía, pero afortunadamente y con todas las consecuencias las mujeres hemos ganado una independencia a través de nuestro trabajo. Piensa que en aquella época, si es que habían trabajado alguna vez, se casaban y se dedicaban a su casa. Los maridos se sentían casi disminuidos si su mujer trabajaba, parecía que no ganaban ellos lo suficiente para mantener una familia (risas).


Nos ha cambiado la vida…

La píldora y esto nos ha cambiado la vida. Primero, la píldora porque las mujeres tenían un montón de embarazos no deseados y un montón de hijos. Las casas se sostenían por ellas y ahora muchas casas se tambalean porque las mujeres estamos en nuestro sitio de trabajo y queremos ser autosuficientes, que es una aspiración lógica y normal, pero que va contra los intereses de la organización familiar que siempre ha descansado en la mujer.


También siguen existiendo ‘Menchus’ hoy y gente que aboga por ellas. ¿No le da un poco de miedo?

Me da un ‘yuyu’ espantoso. Me cuesta creer que haya mujeres hoy, además instruidas, que tienen a su alcance un montón de información, que estén abogando por algo que va en contra de sus propios derechos. Es que, además, la gente no se conforma con renunciar a unos derechos, sino que quiere que lo haga todo el mundo (risas). No quieren dejar la libertad de cada uno para tomar cualquier tipo de decisión.


s fascinante pensar que Delibes cogió un trocito de la historia de su país, escribió una obra y esta sigue vigente medio siglo después. Era un maestro…

Es genial. Cuando me paseo por Carmen, por ese texto maravilloso, que tiene tantas intenciones detrás, tanta información de toda una época y que se puede ver clarísimamente desde ahora… Josefina Molina, la directora, y yo cuando empezamos a trabajar en esto como mujeres aportamos los entresijos de Carmen. Las palabras son unas, pero esas palabras te llevan descubrir, a imaginar un interior de esa persona, de decepción de la vida, de sentirse estafada, de frustración total… Y eso está en el texto. Es un clásico y es una obra maestra. Toda la obra de Miguel Delibes es una obra maestra.


¿Cómo ve la gente más joven la obra?

Algunos piensan que es inventada (risas), y otros se quedan pasmados de que haya cambiado tanto la sociedad y en el fondo haya cambiado tan poco (risas). En el fondo, fondo los seres humanos hemos variado muy poco. Las cosas van transformándose y cada vez la mancha va haciéndose como mucho más grande (risas), pero cada vez más oculta.


Imagino a Lola Herrera la noche del estreno llena de incertidumbres…

Con total incertidumbre, con muchas ganas, pero con total incertidumbre (risas). No pensamos para nada que podía tener un futuro. En aquella época no se hacían monólogos, se hacía uno de ciento en ciento y, además, con poca curiosidad por parte del público. Me lo hubieran jurado y no me lo hubiera creído (risas). Pero hace diez años me hubieran jurado que estaba yo aquí haciendo esto y no me lo hubiera creído tampoco (risas). Me he dejado llevar casi siempre por lo que me llegaba. En mi trabajo, de lo que me iba llegando, he ido iba tomando lo que mejor me parecía cuando tenía donde elegir, que muchas veces no tenía. Y la verdad es que con la vida me pasa lo mismo. Yo voy montada en lo que la vida me trae y está bien.


Delibes dijo que la haría eterna para que siempre representara esta obra. Eterna no va a ser, pero tampoco piensa en la retirada, ¿verdad?

La vida te retira. Yo tengo buena salud, tengo unos buenos genes. Aquí estoy, entera todavía, con mis goteras, pero entera y con ganas y, sobre todo, con mi cabeza en mi sitio. Tengo lo más señalado de la edad, que es el deterioro físico, las arrugas, lo que es la vejez, pero la máquina está bien y mientras la máquina esté bien, yo no tengo ninguna intención. Pero tengo muchos años…Yo me dejo llevar.

 

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