¿Cuál ha sido su relación con la TV a lo largo de sus vidas?
Lucía: Soy hija de madre divorciada y trabajadora: hubo muchas horas de televisión en mi infancia. Siendo mayor, algunas series fueron muy placenteras y terapéuticas como “A dos metros bajo tierra”, que ayudó a toda una generación a reconciliarse con la muerte.
Israel: En mi generación el mundo de la televisión empezó a pegar fuerte y se empezó a meter en el día a día. Recuerdo todavía las ‘cartas de ajuste’, como que la tele estaba solamente por la tarde, y de pronto un día empezó a ocuparlo absolutamente todo. Yo he crecido con la tele, parte de mi educación sentimental está relacionada con “Heidi”, “Mazinger Z” y todo este tipo de series y posteriormente con toda la ficción que he ido consumiendo y que supongo que tendrá mucho que ver también con mi decisión de ser actor.
Para los niños de los 70, 80 y 90 la TV era quizás nuestra única ventana al mundo. ¿Qué poder real tiene hoy?
Lucía: La televisión es una compañía muy importante para muchísima gente y también un medio que fabrica innumerables aspiraciones. Hay gente que abandona su vida y su país en busca de algo que ha visto en televisión. Cuando he escrito ficción televisiva he sido muy consciente de que me comunicaba con gente que estaba muy lejos. Es una sensación emocionante y compleja.
Israel: Yo creo que ahora tiene muchísimo más poder del que tenía antes. Antes la imagen en general no ocupaba un lugar tan poderoso como el que tiene ahora. También porque todo lo audiovisual está muy relacionado con el crecimiento de las redes. Ahora mismo es casi imposible no estar consumiendo algo que no tenga que ver con la realidad exactamente cada dos horas. Yo recuerdo cuando era niño o adolescente ver una película o dos con mi padre, pero el resto del día estaba absolutamente desconectado viviendo la vida cercana que estaba a mi lado y ahora hay una conexión constante hacia otro mundo.
La TV es el contexto que sirve de marco a “Los pálidos”, aunque la obra esconde mucho más, ¿no?
Israel: “Los pálidos” es la historia de un grupo de guionistas que han escrito una serie que ha sido un superéxito y, de pronto, en el último capítulo, se encuentran con que esto que han escrito ha provocado muchísima controversia y les hace entrar en una crisis profunda. Esta trama a Lucía le sirve para reflexionar sobre este nuevo mundo, cómo está cambiando muchísimo la ficción porque está cambiando la realidad y, sobre todo, cuáles son las consecuencias de las redes sociales y de la inmediatez. Esto provoca que como creador tengas que estar muy pendiente de lo que está pasando en el mundo y de los miles de interpretaciones que se pueden dar a lo que estás contando. Es un retrato de un mundo que está cambiando, que es todavía muy frágil y donde la ficción de alguna manera está entrando a otro nivel.
Lucía: La obra se ubica en este contexto, pero no pretendía hacer un retrato de eso, al revés. Mi objetivo es hacer una foto de algo más amplio. Me parece que la televisión cuenta muy bien este momento y este mundo nuestro, nuestra desorientación ideológica y nuestra necesidad de sentir y de ser escuchados. La tele es un lugar donde se construye fe y deseo. La manera en la que eso se mezcla con la vocación industrial me parece infinito como tema.
Habla también de la obsesión por tener una voz propia, por ser especial, por marcar la diferencia. ¿El miedo a quedarse fuera es un lastre de nuestro tiempo?
Lucía: Las redes sociales nos han llevado a ese callejón sin salida. Esa polifonía masiva en la que todo el mundo tiene su propia voz es muy positiva en muchos aspectos y ha visibilizado cosas que me alegra conocer, pero también ha generado una dinámica de mercantilización de la identidad y de la biografía. En relación con esto, un personaje de la obra dice “No quiero ser especial” y esto es liberador.
Israel: El miedo a quedarse fuera no creo que sea algo nuevo, sino algo que estaba ahí y que siempre ha estado, pero ahora te puedes quedar fuera en dos años. Tú eres lo nuevo y en dos años te han pisado y has perdido todo. En el caso de los creadores uno siente que tiene que estar haciendo una renovación constante porque todo cambia a una velocidad de vértigo. Y eso crea también una mayor neurosis en una profesión como la nuestra, que ya es bastante neurótica de por sí.
Israel, ¿quién es su personaje?
Israel: Jacobo es el guionista jefe de esta serie. Es un hombre de mi edad, 50 años, que siente que ha tenido mucho éxito y ha tenido que modificar sus armas de escribir para adaptarse a los nuevos tiempos. Durante un tiempo le va bien hasta que comete un error, que para él no lo es, que le coloca en una situación de cambio y empieza a sentir que la industria le da la espalda… Es un hombre al que se le junta una crisis de edad normal con una crisis creativa.
Lucía, la pieza supone su debut como directora. ¿Qué tal la experiencia?
Lucía: Está siendo una gran experiencia, es una de las etapas más felices de mi vida. Proponer un espectáculo, y no solo un texto teatral, es encontrarme con el Teatro cara a cara, sin intermediarios. Estoy un poco embriagada por la intensidad de este momento y por el amor a mi equipo, solo puedo hablar de ello con palabras grandes.
Israel, que ya tiene mimbres en esto, incluso dirigió “La resistencia”, una obra de Lucía, ¿cómo la está viendo?
Israel: Muy bien, muy suelta. Yo creo que todos los dramaturgos tienen una especie de director ahí. Lucía es una persona muy inteligente y muy sensible, que está muy relacionada con el mundo actoral. Siento que para ella ha sido un camino bastante natural, en su forma de escribir ya había muchos conceptos de dirección. Tengo la sensación de que va a ser un camino que va a recorrer más veces.
¿En qué más andan Lucía Carballal e Israel Elejalde?
Lucía: Tengo dos obras de teatro en mente para ir desarrollando en los próximos años, planeo abordar un guion de largometraje, impartiré talleres de escritura y alguna cosa más. Ojalá escribir despacio como he podido hacer con “Los pálidos”.
Israel: Ahora mismo estoy con “Los pálidos”, sigo con la gira de “Finlandia” de Pascal Rambert, que mantendré más o menos a la par mientras pueda, y tengo pendiente estrenar “Las noches de Tefía”, la serie que ha hecho Miguel del Arco para Atresmedia Player.