Entrevista a Luna Miguel por Ternura y derrota

 Periodista, editora, poeta, ensayista, narradora, cuentista… De ella han dicho que es la poeta del cuerpo y una de las voces más rompedoras de la literatura española. Luna Miguel escribe, dice, porque necesita dar una vuelta de tuerca a lo que le ha pasado y responder a quienes ya han escrito sobre sentimientos parecidos. Lo ha hecho sobre el deseo, la enfermedad, la sexualidad, las relaciones afectivas o la pasión por la lectura en obras como “Estar enfermo”, “Poesía masculina”, “El coloquio de las perras” o “Caliente”.  Ahora compagina un ensayo, una novela y sus poemas con este monólogo teatral a partir de “Numancia”.  Por V. R. Foto Sergio Parra
Periodista, editora, poeta, ensayista, narradora, cuentista y ¿ahora también actriz? ¡Menudo cóctel!

¡Totalmente! Pero aunque parezcan muchas cosas, todas forman parte de un todo. Me gustaría pensar que esta faceta como actriz solo es una extensión de mi trabajo con las palabras. Por otro lado, me da que más que ‘actuar’ lo que voy a hacer es ‘declamar’, un poco como las poetas de antaño.


 

Estrena “Ternura y derrota”, un monólogo que escribe, dirige e interpreta.

Es una aventura. Es la primera vez en mi vida en la que me quedo afónica escribiendo. La escritura de “Ternura y derrota” ha sido un torbellino porque me ha ayudado a poner en orden algunas ideas sobre la violencia y sobre el deseo que venía trabajando desde hace años. La afonía ha merecido la pena.


 

“Diálogos contemporáneos a partir de “Numancia””. ¿Qué tiene que decirnos Cervantes a los espectadores del s. XXI?

Miguel de Cervantes lo transgredió todo en su tiempo. De él he aprendido la importancia de revisar a nuestros clásicos y clásicas, pero también la de reinventarlos, reventarlos, traerlos al presente. Esa es la manera que he encontrado yo de homenajearle en “Ternura y derrota”: dejándome arrastrar por la ausencia de normas.


 

¿Qué es “Ternura y derrota”?

En “Ternura y derrota” asistiremos a la intimidad de una mujer que lee una serie de cartas íntimas en las que reflexiona sobre la opresión, sobre la sexualidad, sobre el BDSM, sobre qué caminos debemos tomar después del #MeToo y sobre toda esa literatura que hoy podría ayudarnos a vivir en la derrota, en el sacrificio o en el cerco: la de Cervantes, por supuesto, pero también la de Simone Weil, Sarah Kane o Angélica Liddell.


Se cuestiona cuánto de vencida y cuánto de vencedora tendrá su voz femenina en tiempos en los que el feminismo libra una gran guerra. ¿Alguna respuesta?

 

Creo que no ha de avergonzarnos la derrota: debemos ser capaces de crear a partir de ella. De hecho, los feminismos siempre se han caracterizado por buscar esos caminos hacia la reparación.


¿Cómo será la puesta en escena?

Esto es algo que estoy trabajando mucho con Paola de Diego, quien me ha acompañado desde el comienzo y quien ha sabido poner el olor y el color a “Ternura y derrota”. Adelantaré que lo que veremos en escena será una cama. La cama de una chica. El público la rodeará, entrando así en su intimidad más descarnada. Será como cotillear un murmullo a través de las paredes. Al fin y al cabo, la puesta en escena intentará responder a esa pregunta de si lo íntimo es político. Yo creo que sí.


Lleva más de una década escribiendo, publicando, editando… y apenas ha comenzado la treintena.

Diego S. Garrocho publicó una columna al respecto: La juventud como condena. Decía que “la juventud ha dejado de ser un rasgo cronológico o biológico para convertirse en algo que nos prestan (o nos imponen) los demás” y estoy de acuerdo, porque además esa presión y esa mirada paternalista se acentúa cuando eres mujer. Yo no quiero que se valore mi obra por mi fecha de nacimiento, sino por lo que con ella cuento, pregunto o sugiero.


¿Qué le gustaría provocar en el público?

Tal vez me gustaría que una pudiera salir del Teatro de la Comedia deseando apren-der más sobre sus límites o reflexionar más sobre su propio deseo. Las filósofas Margot Rot y Alicia Valdés son las autoras del prólogo y del epílogo de “Ternura y derrota”. Ambas se sintieron empujadas a escribir esos textos en forma de carta. Supongo que es mi deseo más oscuro: que el espectador o espectadora me escriba una carta contándome sus secretos.


Han dicho que es una de las voces más rompedoras de la literatura española y que es la poeta del cuerpo.

Lo primero me parece una exageración, pero con lo segundo me siento identificada, porque parte de mi obra es un enorme canto al cuerpo. También “Ternura y derrota”.


Otros proyectos entre manos…

La verdad es que ‘Ternura y derrota’ me ha dado la vida. Me he dado cuenta de que esta obra tenía un vínculo muy claro con mis obras anteriores, lo que me anima y me ayuda a escribir las que tengo entre manos: un ensayo sobre la lectura titulado provisionalmente Leer mata, y una novela sobre sexualidad y maternidad, titulada Conejitos. Además siempre estoy con mis poemas. Bueno, es que este es mi trabajo, así que no paro.

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