Entrevista a María Galiana y Lucía Quintana por La reina de la belleza de Leenane

Escrita por el aclamado director de cine y dramaturgo británico Martin McDonagh –“Tres anuncios en las afueras”–, esta dramática historia dirigida por Juan Echanove nos adentra en la tensa y represiva relación maternofilial de Mag y su única hija soltera, Maureen. Sus caracteres respectivos viciados por silencios y mentiras y marcados por las rutinas domésticas, por actos traumáticos del pasado cercano y por un historial de daños recíprocos que se irán desvelando a lo largo de la acción, se verán alterados por el regreso al pueblo de un joven casadero. Acompañadas en escena por Javier Mora y Alberto Fraga, charlamos con las excelsas protagonistas de este oscuro, doloroso e impactante relato. Por ANA VILLA Fotos SERGIO PARRA

¿Cómo presentarían esta función?

María Galiana: ¡Es un drama! Una función muy original y con gran fuerza de este autor tan revolucionario.

Lucía Quintana: Es una obra crucial en el teatro contemporáneo. La primera obra que escribió Martín Mcdonagh allá por 1996, ganadora de premios muy importantes, que deslumbró en su estreno y que nos sigue deslumbrando por su crudeza y su inusual impacto que va directo al corazón del espectador.


¿Cómo es la historia que plantea?

Lucía: Nos muestra la relación tóxica y de dependencia de una hija con su madre anciana en un pueblo perdido de Irlanda, en un ambiente opresivo donde las personas tienen que emigrar para ganarse la vida y dejar atrás sus raíces. Los personajes viven en un entorno y en un contexto que no facilita manejar asuntos tan importantes como la salud mental, la soledad, la vejez y la propia libertad individual. Nos adentramos sin miramientos en la vida de Mag y Maureen, dos personajes femeninos impresionantes como pocos.


¿Cuáles son los grandes temas y sentimientos que salen a la palestra en esta joya de Martin McDonagh?

María: Fundamentalmente la relación maternofilial, la necesidad de esa madre que yo interpreto de tener asistencia no tanto afectiva como lo más importante: material y permanente, de compañía, pero de una manera llevada al extremo exigente, dramático, con un gran desgarro, por obligación. Vemos esas vidas que no tienen alicientes porque están en un ambiente rural difícil, poco sociable, aislado y duro. ¡Es muy seria esta función, mucho!

Lucía: Temas como la dependencia, el egoísmo más atroz, el miedo a la soledad, la crueldad, la fragilidad emocional, la falta de oportunidades de trabajo, el abuso de poder, el desarraigo, el anhelo de ser amado y de buscar una vida mejor… Son algunos de los asuntos cruciales que aparecen en esta función.


¿Cómo es esta anciana, qué conflictos afronta y de qué manera lo hace?

María: Mi personaje, Mag, afronta el conflicto de estar totalmente amargada porque su vida no ha tenido ningún aliciente, esa es la verdad. Tiene dos hijas que se han conseguido emancipar y una tercera que considera que va a cuidar de ella en la vejez y se aprovecha de la debilidad mental que esta chica tiene. Es una mujer tremendamente enfrentada a la situación difícil que vive, no la supera y lo que hace es aprovecharse de todas las posibles ventajas que pueda tener alrededor. Es una mujer muy egoísta en el sentido más puro de la palabra, no piensa más que en sí misma, en esa vejez que ya está viviendo. Es muy manipuladora para conseguir los fines que quiere, como en el hecho de tener a su hija totalmente a su servicio…


Para ustedes, uno de los grandes momentazos de este espectáculo se produce…

Lucía: Esta es una obra que tiene unos giros magistralmente colocados, sencillos pero muy certeros, que cambian de manera radical el orden de la historia, y uno de mis momentos favoritos es cuando se desvela un secreto de mi personaje que pone en juego una valiosísima posibilidad de ser feliz…

María: Uno de los momentos clave es aquel en que esta mujer, Mag, se da cuenta de que hay un posible pretendiente que se puede llevar a su hija a trabajar a América –como hacían todos los irlandeses en el siglo pasado y en este también–. Piensa que la va a perder por lo que, para acabar de machacar la posibilidad de que esto ocurra, le echa en cara a su hija su pasado sentimental y de enferma mental de una manera absolutamente cruel y violenta.


¿Qué destacarían de la dirección de Juan Echanove, tanto en lo profesional como en lo personal?

María: ¡Muy difícil! Pero desde el punto de vista para él, ¿eh? No me refiero a la relación con nosotros, porque él ha intentado –y creo que lo ha conseguido– sacar la esencia de la función prescindiendo incluso de detalles ‘de andar por casa’ que no venían a cuento con el fin de hacer la función mucho más sutil, para hacer una síntesis. Los cuatro que estamos, desde Lucía Quintana –que es una maravillosa y extraordinaria protagonista, ella es la reina de la belleza– hasta Javi Mora –el posible pretendiente mayor–, Alberto Fraga –su hermano más joven– y yo hemos hecho un trabajo que está muy bien porque la gente se nos pone en pie y nos llena el teatro.

Lucía: Echanove es un maestro. Está en un momento magnífico como director también. Como es un gran actor, entiende perfectamente cómo llevarte a donde tienes que ir. Es generoso e inteligente y, por encima de todo, quiere contar la historia y transmitir desde la verdad. Él y yo nos entendemos enseguida. Ha hecho un montaje directo que tiene una extraña poética de la desolación. Él y su equipo han conseguido una estética muy onírica y envolvente. Es un montaje muy poderoso, claro y desnudo.


¿Cuál es el comentario más recurrente que ha escuchado de los espectadores?

María: “¡Estoy impresionado, me ha conmocionado!”. Hay una cosa fundamental que nosotros los actores notamos con mucha facilidad y es la atención de público, ¡no pierde ripio! Y eso es fundamental, el silencio de la gente escuchando la función. La gente está totalmente entregada y ese es el regalo más grande que puede tener un actor, ¡no ha habido ni una sola interrupción de móvil! (risas). Yo creo que no se esperan la función que van a ver y les produce un tremendo impacto.


En suma de todo, ¿por qué motivos recomiendan este estreno a los amantes del buen teatro?

Lucía: Porque la obra tiene dos de los personajes femeninos más interesantes y arriesgados del teatro contemporáneo: Maureen Folan y Mag Folan. Porque merece la pena ver el trabajo actoral que hacen mis compañeros María Galiana, Javier Mora y Alberto Fraga. Es una historia que te sacudirá. Y es que “La reina de la belleza de Leenane” es dinamita.

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