¿Cómo respira el teatro en pandemia, cómo ve su situación María San Miguel?
Pues la situación es delicada. La restricción de aforo, los cierres temporales de algunos teatros públicos, la situación crítica que están viviendo las salas alternativas, la cancelación de gira, los toques de queda… Está haciendo muy difícil la supervivencia. Vivimos con más incertidumbre que nunca. Y aunque desde el sector seguimos trabajando y resistiendo con ahínco, emocionalmente es agotador.
¿Qué hace que, pase lo que pase, el teatro sea siempre un superviviente?
Necesitamos relatos poéticos que nos ayuden a entender lo que ocurre, necesitamos imaginar otras posibilidades, otras vidas.
El teatro lleva vivo más de 4000 años. Confío en que, si resistió en otras épocas y ha sobrevivido, lo seguirá haciendo.
Háblenos un poquito de “I'm a survivor”, la obra que presenta en La Mirador.
I’m a survivor es una pieza documental autobiográfica. Presenté una propuesta a Confín, una idea de Alberto Conejero para generar un relato poético de la crisis sanitaria que nos está atravesando y para apoyar al tejido cultural de la ciudad, desde el Festival de Otoño. Quería contar la historia de supervivencia de mi padre, que durante los últimos dieciséis años de nuestras vidas había superado tres cánceres y una fuerte depresión. Imaginaba el relato de la historia de fuerza y supervivencia de mi padre junto a un personaje femenino que representase a las mujeres cuidadoras que realizan actividades esenciales y que están invisibilizadas.
Inesperadamente, después de superar el coronavirus, mi padre murió debido a una de las consecuencias que genera la covid19.
El proyecto cambió y lo que va a ver el público de la Mirador es un relato de muerte, duelo y resistencia en tiempo de pandemia, con bastante humor negro. Uno de los legados de mi padre, que era muy disfrutón, es afrontar la vida con alegría. Y eso también está en I’m a survivor, que, por cierto, protagonizo junto a mi madre.
Esta siempre es difícil, pero ¿cómo es María San Miguel como directora?
Esta pregunta tendría que responderla mi equipo, más que yo.
La verdad es que no me considero directora. Me da pudor y, supongo, también mucha inseguridad. A las mujeres nos faltan referentes. Y construir una carrera profesional, tener una mirada propia sin tener a qué agarrarse (más allá de los referentes masculinos) hace que sea muy complejo. Pero las mujeres tenemos que dar un paso adelante y colocarnos al frente de los puestos que hasta ahora no se nos ha permitido (o ha habido que luchar muchísimo) ocupar. Es una decisión política. Así que me veo ahí, sobreviviendo y peleando contra el síndrome de la impostora.
¿Qué no ha de perder nunca de vista un buen director, una buena directora?
El trabajo en equipo. Que todas las personas que forman parte del proyecto estén compartiendo un mismo discurso. Y que se permitan juntas arriesgar y fracasar.
¿Cómo se llevan la María San Miguel dramaturga, la María San Miguel directora y la María San Miguel actriz? ¿Es un trío fácil o tiene sus días?
Desde el momento en el que comienzo a escribir una pieza, mantengo una visión bastante periférica y escribo también teniendo en cuenta el diseño de producción. Es inevitable para mí. Escribo si voy a poner en marcha un proyecto.
Voy ejercitando el juicio con los años. E intento tratarme y cuidarme cada vez más. Aunque, obviamente, tengo mis días. No siempre lo consigo. En los días malos intento agarrarme a las razones por las que me dedico a contar historias.
Aparte de dramaturga, actriz y directora, es la impulsora de Proyecto 43-2. ¿Qué tiene en común el trabajo de directora con el de productora? ¿Hay algo de una que retroalimente a la otra o son mundos muy diferentes?
Son dos mundos diferentes que están estrechamente relacionados y que se necesitan. Y que tienen que tener una convivencia pacífica para que las propuestas artísticas salgan adelante. Eso está claro. Ya te comentaba antes que, en mi caso, la toma de decisiones artísticas está estrechamente ligada a las posibilidades económicas del proyecto. Como le escuchaba decir hace poco al cineasta Jonás Trueba, más que directora, me considero una buena diseñadora de producción, porque de ese diseño depende todo lo demás.
¿Qué encargo no aceptaría jamás María San Miguel?
Uno que haga apología de la violencia o de cualquier desigualdad.
Cuando va al teatro, ¿qué tipo de espectáculo busca, qué le lleva al teatro y qué tipo de espectadora es?
Me gusta ver lo que se está haciendo porque creo que hay que conocer el espacio en el que nos movemos y porque se aprende mucho viendo el trabajo de las compañeras y compañeros. Como cualquier persona que se acerca a un patio de butacas, me gusta conmoverme con lo que pasa en escena.
¿Cuál ha sido la última obra que ha visto y cuál está deseando ver?
Una noche sin Luna de Juan Diego Botto dirigida por Sergio Peris Mencheta en el Teatro Calderón de Valladolid. Una pieza increíblemente hermosa y emocionante. Imprescindible para entender el tiempo en que vivimos.
Estoy deseando ver Padre, de Angélica Liddell, que se canceló en el Festival de Otoño a raíz de la crisis sanitaria.