Entrevista a María Velasco en el especial Dramaturgos a escena

 De ella ha dicho Conejero que “escri-be y hace teatro con pulsión caníbal”. Doctora en Comunicación Audiovisual, directora y dramaturga, premiada y aplaudida, ha escrito más de una doce-na de textos: “Los perros en danza”, “Escenas de caza”, “Günter” o “La espuma de los días”. Ahora firma “Taxi Girl” en el CDN y la adaptación de “Farinelli” en la Zarzuela.
 
 

 

¿Cómo recuerda la primera vez que vio representada y estrenada una obra suya? ¿Cuál fue y cómo se vive un momento así?

Fue en 2009, la obra se llamaba Los Perros en danza. Sentí emoción, porque todo aquello que yo había imaginado en mi intimidad estaba vivo, pero también sentí “agujitas” porque lo que está vivo es siempre incontrolable. Esa es la paradoja que hace que el teatro sea fascinador, fastidioso, nuevo y usado.


¿De dónde le viene, de dónde surge su pasión por el teatro?

No hay antecedentes en mi familia. Tampoco la educación me hizo de celestina con el arte (y yo soy de las que piensan que aprender a tocar un instrumento debería ser un derecho humano). El teatro era un subapartado del libro de lengua y literatura. Los niños que se sienten diferentes están obligados a desarrollar su imaginación si quieren llegar a adultos. Empecé imaginando, escribiendo poemas y cuentos, y jugando con amigos imaginarios.


¿Por qué escribe María Velasco? ¿Qué le lleva a escribir?

 Escribir y producir otras realidades (como directora) es una necesidad vital.  Escribir es resistir. Es también mi manera de relacionarme con los demás.


¿Cómo describiría ese proceso, por qué etapas pasa desde que se sienta ante un papel en blanco hasta que pone el punto y final?

 Suelo escribir de una manera muy estomacal. Luego confronto lo escrito (junto con imágenes y todo tipo de disparates) con gente de confianza, preferiblemente, en una sala de ensayos. A partir de ahí, repienso y reescribo, hasta dar con el texto escénico. El estreno suele poner el punto y final, cuando yo soy incapaz de hacerlo.


¿Quiénes son los referentes y cuáles son las claves del teatro de María Velasco?

Me gusta mucho el cine que a duras penas se estrena en salas. El cine de francotirador. Me lo vi todo en la adolescencia y diría que hasta ha marcado mi manera de concebir la duración. De Robert Bresson a Koreeda. Me gusta la poesía, de Georges Schehadé a Wislawa Szymborska y, por eso creo que desprecio un poco cierta veta del realismo (o de la figuración). Busco inspiración en la danza y en las artes plásticas (admiro sobremanera lo que yo no sé o no puedo hacer). 


El público no suele considerar el texto teatral entre sus lecturas. ¿Por qué no leemos teatro? ¿Qué está leyendo usted?

Ahora mismo estoy leyendo a Paul B. Preciado (filosofía) y a Foster Wallace (narrativa). Pero hay libros de teatro que son de cabecera. Yo tengo a mano a Heiner Müller, Enzo Cormann, Bernard-Marie Koltès, Sarah Kane, Angélica Liddell. También leo con avidez a autores y autoras de mi generación como Pablo Gisbert, Cristina Morales o Sergio Martínez Vila.


¿Qué obra de teatro de todos los tiempos le hubiera gustado escribir y por qué?

Es muy difícil responder, pero me decantaría por algo seminal como los evangelios apócrifos (que de seguro han sido escenificados) o La Orestía. Son historias que contienen muchas historias, raicillas en las que se enredan los hilos de nuestro presente. Son irrepresentables, y eso es lo más estimulante para un director o directora de escena.


Si tuviera que recomendar a alguien un dramaturgo o dramaturga actual, sabe que no fallaría si diese el nombre de… ¿Quién y por qué?

Fallaría, seguro que fallaría, porque los autores que más me gustan, no buscan gustar por encima de todo. 

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