Entrevista a María Velasco por Primera sangre

 ¿Educamos en el miedo? ¿El miedo evita el peligro o evita la vida? ¿Es la cultura de la violación una sociedad secreta a la luz del día? “Primera sangre” invoca a una niña secuestrada y asesinada en los 90’ –cuyo caso fue sobreseído sin que se hallara al culpable–, la cual interpela a las vecinas de su edad, al comisario encargado del caso y a un educador. Charlamos con la autora y directora de esta autoficción que obliga a la reflexión en torno a los abusos sobre la infancia que se escriben en el cuerpo de las mujeres. Por ANA VILLA
¿Qué es “Primera sangre”, qué propone la obra y de qué manera lo hace?

Hay dos sangres en la obra: la de un asesinato y la del menstruo –o desarrollo–. “Primera sangre” se inspira en el homicidio de una menor acaecido en los 90’ y la influencia de este sobre las niñas del entorno de la víctima que, desde ese hito, se van a enfrentar de manera diferente al miedo, a la libertad –y a la libertad sexual en la adolescencia–. La obra propone también una reflexión sobre la mirada que la sociedad arroja sobre este tipo de crímenes: a menudo las víctimas son autopsiadas en los medios.


¿Cuál es la historia que se desarrolla en escena y cuáles son sus temas fundamentales?

Es la historia de cómo los vecinos de la niña asesinada –y muy especialmente las vecinas– enfrentan el trauma. Laura, la víctima, retorna como fantasma para agudizar una conciencia y una sensibilidad diferente en cada cual. Los temas son el infanticidio, el feminicidio, las representaciones del feminicidio, los abusos, el miedo como antítesis de la libertad, la temeridad, el duelo, la amistad… Ocean Vuong escribe que “la pérdida de una persona podía desdoblarnos a nosotros los vivos, multiplicarnos”. Los temas se multiplican a partir de la pérdida de Laura.


¿Cuándo y por qué surge la necesidad por crear esta dramaturgia?

Cuando una vecina de mi generación, que es la generación del crimen de Alcàsser, me dijo que iba a ser madre de una niña. Con esa noticia volvieron muchos fantasmas del pasado. Los fantasmas no están en paz ni quieren dejarnos en paz a los vivos: nos obligan a reflexionar.


¿Quiénes y cómo son los personajes de “Primera sangre”?

Son cinco personajes apasionantes, ninguno secundario. María es una niña solitaria, asténica, unida por un misterioso vínculo a la niña muerta. Laura, la víctima, es la revenant, el fantasma que vaga durante décadas hasta que sus pares están en edad de ser madres y se produce un duelo. Zaira es la joven que completa la terna: alegre, vital, a pesar de la crudeza. Sonríe en defensa propia. Y por último, tenemos a dos personajes adultos: una monja franciscana –como las que a mí me educaron–, iluminada con una espiritualidad singular, y el comisario, que experimenta un giro copernicano a lo largo de la obra.


Dice usted que esta función propone “texto, música y danza en un ejercicio de hauntología y de nigromancia”. ¿Qué significan estos dos conceptos?

La hauntología o espectrología se fija en las ausencias que nos preceden, nos rodean, nos significan. Laura, la niña muerta, es una ausencia presente y también una presencia ausente. Por otra parte, la nigromancia adivina el futuro a través de los muertos. Simbólicamente, en la obra se invoca a Laura y se la encarna para que ella nos ayude a despejar incógnitas de futuro y, sobre todo, a desear en forma prospectiva una sociedad donde ella –como tantas otras– seguiría viva.


¿Con qué estructuras del abuso convivimos a día de hoy?

En el texto se nombra un dato estadístico que estremece: aunque hay muchas narrativas e iconografías que sitúan el peligro sexual en el afuera (en el bosque, más allá del arcoíris, en la noche…), para amedrentarnos, la mayor parte de abusos suceden en el hogar y en la familia. ¡Cuidado con los que van de protectores, cuidado con los que dicen “cuidado”!


¿Cómo vivirán los hombres el cambio de paradigma que se avecina?

Creo que para muchos, al menos para los justos –el comisario aprende a ser justo a lo largo de la obra–, será liberador. Y sus relaciones serán más expansivas, más locas, más plenas.


En suma de todo, ¿por qué motivos recomiendas este estreno a los amantes del buen teatro?

La obra cuenta con un equipo maravilloso, un paisaje humano interesante per se. Una de las actrices se hizo con el Goya a la Mejor Actriz Revelación y otros dos estuvieron nominados. Sin desvelar demasiado, podemos añadir que tenemos una obra dentro de la obra, porque el artista Enrique Marty ha creado un conjunto escultórico inspirándose en el universo de “Primera sangre”. Su última colaboración con el CDN fue con “Perro muerto en tintorería” de Angélica Liddell. Hay algo muy importante que contar y una necesidad imperiosa de hacerlo a través del movimiento, la música, la plástica y la palabra.

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