¿Qué propone esta función y qué historia desarrolla en escena?
La de un grupo de cómicos que nos cuenta cómo en determinado momento se contrató a una gran figura de la escena (Carsi) ya en sus últimos momentos. A través de ese relato se hace un repaso a veces ácido, a veces tierno, satírico, entrañable… en fin, controvertido y lúcido, de nuestra profesión.
¿Quién y cómo es su personaje?
Es el mayor de los cinco intérpretes, el que más experiencia tiene, y eso tiene mucho peso en este oficio. Por lo tanto, le va tocar representar a Carsi.
¿Qué hay del resto de roles?
Todos los personajes son actores y se llaman como nosotros mismos. Todos vamos pasando por distintas cosas. Elena, por ejemplo, por una filóloga experta en los clásicos; Rafa, por un actor-empresario de la compañía; Antonio, por un joven actor al que contratan para envidia de sus compañeros; y José Ramón, por otro joven actor recién llegado de Asturias.
En su opinión, uno de los momentos más impactantes de esta comedia se produce cuando…
Cuando uno de los personajes que interpreta Elena Rayos recuerda cómo aspiró a un trabajo de actriz y lo que le ocurrió: el daño inmisericorde que le hizo el director de escena al que admiraba. Ese momento me parece emblemático porque sé que se repite muy a menudo, desgraciadamente. Pero tengo que destacar también el momento en que Carsi, para mayor gloria suya y un ego ilimitado, le cambia totalmente la escena a un joven actor (José Ramón) desoyendo las indicaciones del director y que supone el despido del recién llegado.
Una gran fase de la obra para el recuerdo:
“Profesor de interpretación es un oxímoron: la interpretación no se enseña, se contagia”.
Más allá de la trama de la obra, ¿qué grandes temas cree que pone Eduardo Vasco en la palestra al subir a escena esta historia?
Mucho amor por la profesión y un afán desmitificador. Hay cosas muy hermosas en este oficio, pero también mucho ego, mucha presunción, mucho abuso de poder y mucha tontería. Mucha gloria y mucha miseria.
Según su propia experiencia profesio-nal, ¿qué parte del oficio de actor le ha resultado más dura y por qué?
La de tener que convencer a unos señores –que a veces sí saben de esto, y mucho, pero otras no tienen ni idea– de que mereces el papel. Me resultan horribles las pruebas. De alguna manera, las pruebas, las audiciones, los castings, son un escenario antinatural para el actor. El actor tiene que trabajar con absoluta confianza, con plena libertad, se lo tiene que pasar en grande trabajando. Las pruebas suponen todo lo contrario. Sé que a veces no hay más remedio que hacerlas, pero me resultan una experiencia horrorosa. También hay de esto en “Carsi”.
¿Por qué es este estreno una gran elección para los amantes del teatro?
Porque hay muchos espectadores que son verdaderos amantes del mundo de los actores y actrices, de los cómicos, de sus entretelas, del mundo del teatro, de lo que no se ve, del mundo de entrecajas… Y si lo que hacemos llega con la poética que intentamos, el teatro se convierte, una vez más, en espejo de esa sociedad en pequeño que está representada por los espectadores que se sientan en el patio de butacas. Y entonces lo que hacemos ya no son solo historias de actrices, de actores, sino historias de personas. Muy curiosas, eso sí. El mundo del teatro es único. Con sus glorias y sus miserias. Pero siempre apasionante.