¿Qué es “Domingos de Vermut y Potaje”, en qué consiste y qué ofrece al público?
Yo lo definiría como una experiencia para los sentidos, un maridaje de teatro, música, humor y compás en torno a una olla de potaje que encierra la belleza de la celebración de la vida misma. Es difícil describir lo que sucede en ese Teatro Flamenco Madrid cada domingo, pero el público siempre sale con alas en el alma, una sonrisa grande en la cara y un platito de potaje que sabe a gloria, ¡receta original de mi madre! y cocinado por el restaurante La Malaje.
¿Cómo surgió la idea y qué balance hace hasta la fecha?
Estamos en la sexta temporada de “Domingos de Vermut y Potaje”, eso significa seis años disfrutando y aprendiendo de este espectáculo que nació por iniciativa del Teatro Flamenco Madrid junto a su director escénico en aquel momento, Ángel Rojas, que me dio la oportunidad de contar y cantar una historia real que tiene su raíz en Utrera y viaja hasta Malasaña para contagiar de enjundia y guasa a todo el que se atreva a vivirla. La norma general es encontrar el patio de butacas lleno, comenzó a crecer por el humilde y milagroso boca a boca y no tardó en convertirse en una especie de tendencia, la gente viene los domingos a medio día al teatro y se les recibe con un vermut y a la salida degustan el potaje que cocinamos en directo, ¡imagínate…! Hay quien nos dice que deberían recetarlo en la seguridad social (risas).
¿Qué grandes artistas han pasado cada domingo y cuál de ellos ha repetido?
Han pasado muchos compañeros del mundo de la canción, de la danza, del teatro… desde Kiko Veneno a Vanesa Martín, pasando por Rozalén, Falete, Antonio Canales, Tomasito, Rocío Márquez, El Kanka, Soleá Morente, Javier Ruibal… son muchos artistas ya los que han venido a visitarnos y lo más especial es la cercanía que se crea en esa cocina flamenca que preside la escena, se generan momentos muy especiales.
Una anécdota curiosa o divertida vivida en pleno domingo de vermut y potaje:
Uy… ¡nos ha pasado de todo…! (risas). Recuerdo el día que le lancé unas acelgas a una persona que llegó tarde y resultó ser Carmen Lomana o aquel otro día que, estando cantando una rumba, notaba yo un soniquete especial y de repente me encontré a Antonio Carmona tocando el cajón entre bambalinas. O aquella vez que Kiko Veneno compuso una canción en la misma prueba de sonido y tuve que echarla a la olla porque aquello era alimento para el alma. Lo más curioso es que el propio espectáculo se ha ido nutriendo de todo lo que genera ese misterioso duende que lo envuelve, un ‘qué se yo’ no domesticable que se apodera del personaje de Maui y provoca momentos increíblemente divertidos, que siempre son una sorpresa hasta para mí misma… ¡Nunca se qué va a pasar!
¿Qué ingredientes no le pueden faltar al genuino potaje de Maui?
No quiero hacer spoiler, pero el cariño y la alegría son tan importantes como las alubias o el pimentón.
Quitando los invitados previstos y los que ya han asistido, ¿qué tres invitados sería toda una fantasía acoger?
Mi sueño sería tener una máquina del tiempo y viajar al pasado pero con mi edad actual y mi experiencia y compartir mi potaje con mi tío Bambino. Guau… ¡eso sería tremendamente especial para mí! Pero volviendo al presente y a lo posible, me encantaría recibir a Alejandro Sanz, Mick Jagger o al Capullo de Jerez.
En suma de todo, ¿por qué recomienda esta peculiar propuesta a los amantes de pasarlo bien en la vida?
Porque es un buen complemento a las sesiones de psicólogo, porque la sonrisa estira el cutis más que el bótox y porque, en un mundo lleno de prisas y superficialidades, es necesario parase a profundizar y compartir, un mirar a los ojos sin pantallas, un saborear esa humilde receta y descubrir que no hace falta demasiado para ser feliz.
¿Algo más que añadir, maestra?
Hay que decir que el potaje ya ha cruzado el charco, estuvo en Miami, en el Dade Country Auditorium, y en unos meses estará en el Festival Flamenco de Alburquerque, México.