¿Cómo llega este singular proyecto a sus manos y qué requisitos clave le dio Yllana para su escritura?
Hace tiempo que tenía ganas de colaborar con Yllana. Y ellos conmigo, por lo visto. Me ofrecieron escribir “Ben-Hur” sin más premisa que la de hacer una creación conjunta, que aunara su vertiente gestual con un texto de calidad. Pensaron que yo era el más indicado. ¡Y he trabajado mucho para no defraudar su confianza!
¿Con qué historia nos vamos a encontrar en el escenario?
Es “Ben-Hur” tal cual la conocemos. Tratada con humor, simplemente. Pero respetando la línea argumental que todo el mundo conocía.
Esta obra fue estrenada en la última edición del Festival de Mérida. ¿Cómo fue la experiencia y qué feedback palpó con el público?
Trabajar en el Teatro Romano de Mérida es algo muy especial. Ya lo había hecho como actor un par de veces. Ir como autor me produjo cierto escalofrío, porque uno de los requisitos para estrenar ahí es que estés muerto hace siglos. La acogida del público fue grandiosa. Y la crítica nos trató muy bien.
¿Quiénes y cómo son los principales personajes que protagonizan esta historia?
Los mismos que los de la novela y la película: Judá Ben-Hur, príncipe judío en la Judea tomada por los romanos, un chico algo malcriado y casquivano; su amigo de la infancia Messala, convertido en apuesto militar romano; Tirzah, hermana de Ben-Hur, chiquita alocada y nacionalista; la madre –a quien ni el autor de la novela ni el guionista de la película se preocuparon en poner nombre…–, Jesucristo, los Reyes Magos… en fin, los que salen en la película y alguno más.
Este montaje cuenta con seis actores interpretando un montón de roles. En su opinión, ¿qué es lo más especial de cada uno a nivel artístico?
Agustín Jiménez: Un maestro de la comedia.
Elena Lombao: Nacida para hacer reír.
Richard Collins-Moore: Es británico, creo que no hay nada más que decir.
Víctor Massán: El Ben-Hur que yo soñé. Un galán tierno y patético.
Fael García: ¡Un payaso de la vieja escuela!
María Lanau: ¡No la conozco…! Sólo he visto a Eva Isanta.
¿Qué ha cambiado para convertir esta épica historia en una función 100% cómica?
Más que cambiar, lo que hice fue extrapolar situaciones y llevar cada personaje a la hipérbole. Con el ánimo de respetar la novela pero llevándola al extremo. Por ejemplo, los tres Magos vienen cada uno de un país y cultura diferente y cada uno nombra al futuro Mesías de forma distinta (Jehová, Yahvé, Adonai). De ahí surgen equívocos que nos llevan a la comedia. Otro ejemplo: Ben-Hur es un príncipe, así que lo convertimos en un despreocupado, vago y pusilánime hijo de papá musculado en el gimnasio –en la novela es un tanto así, no como el aguerrido Heston de la película–.
¿Cómo es ese gran momento de la función que para usted es especial?
La verdad es que hay muchos. La gente ríe a discreción durante todo el espectáculo y aplaude en muchos momentos. Yo destacaría una escena muy tierna, esto es algo muy personal, cuando Jesucristo, desanimado por el poco éxito de sus prédicas, encuentra las claves de su “Sermón de la Montaña”. Entre las risas asoma una lagrimita. Nos costó muchísimo encontrarle el punto a esa escena, respetando al personaje y riéndonos con él. Y me siento especialmente orgulloso del resultado final.
¿En qué consiste el teatromascope y qué aporta?
Es un invento de Yllana que consiste, básicamente, en mezclar lo que sucede en escena con una gran proyección de cine. Hay que verlo, no lo puedo describir. En la carrera de cuádrigas, por ejemplo, no echarás de menos la imágenes de la película. Es muy espectacular.
Además de ingeniosos gags y diálogos absurdos, la pieza ofrece reflexiones sobre la verdad, el amor y la tan actual lucha de género. ¿Cuál es el mensaje en este último aspecto y de qué manera se materializa en escena?
Todo parte de que nos dimos cuenta de que, tanto en la novela como en la película, los dos personajes femeninos (la madre y la hermana de Ben-Hur) desaparecen del relato hasta el final, que vuelven convertidas en leprosas. Nos parecía injusto y discriminatorio el trato que se les daba. Y así escribí unas escenas en que los personajes femeninos se rebelan, apoyadas por la actrices que los interpretan. Y tirando del hilo, acabó convirtiéndose en un discurso feminista. Tengo que resaltar las aportaciones de Eva Isanta y Elena Lombao durante los ensayos.
¿Por qué gran motivo recomienda este estreno en Madrid?
¡Porque tengo que dar de comer a mis hijos, joder! (risas).