¿Cómo se le mete en las venas a Nathalie Poza el veneno de la interpretación? ¿Hay un momento clave, lo tenía claro o fue un cambio de rumbo?
Yo creo que fue de una manera no abrupta, sino muy orgánica. No sé exactamente el momento, incluso se lo he llegado a preguntar a mi madre (Risas). No recuerdo el momento, pero como que estaba ahí siempre, creo que desde muy niña jugaba a escribir funciones de teatro.
Siempre recuerdo querer estar en lo que veía, es decir, si veía una película tardaba horas en salir del imaginario en el que me había metido. La sensación de querer ser otro creo que viene de atrás. Me ha gustado mucho todo lo que tuviera que ver con el cine, con el teatro, con la música, pero desde muy pequeña. Creo que cuando ya pude empezar a decir qué quería estudiar fue algo como que no se discutió en casa. “Voy a estudiar arte dramático” y ahí que me metí y ya se convirtió en una decisión de que fuera mi oficio. Creo que es una cosa como muy natural. No sé si dije “quiero ser actriz”, pero que quería jugar a otros personajes y a otras vidas y que me imaginaba dentro de películas y sobre todo de musicales, mucho.
Inoculado el veneno, el de Nathalie Poza es uno de los nombres recurrentes que aparecen cuando tú preguntas a actores, directores… por una actriz que destacarían del oficio. Imagino que hay que hacer muchas cosas bien y trabajar mucho para conseguir eso…
¿En serio que te lo han dicho? Somos muy inseguras e inseguros (risas) y nunca te lo acabas de creer, pero me hace mucha ilusión. Me produce mucha felicidad porque siempre hay pequeños momentos en los que dudas mucho, bastantes. Como parece que siempre estás bajo examen. Yo empiezo a rodar el lunes y el vértigo yo creo que ya lo he pasado en los ensayos, pero vértigo, vértigo vértigo. “Pero, ¿cómo se me ocurre meterme aquí?”, “¿Quién le ha dicho a este señor que yo puedo hacer su película?” (risas). Eso está siempre, pero creo que también es esta sensación… Creo que nos ponemos todo el rato como en una página en blanco cuando empezamos algo… Creo que como además realmente no sé hacer muchas más cosas, no sé si lo hago muy bien o no, pero ya es un poco tarde para cambiar de profesión (risas).
Una actriz siempre se pone en riesgo en cierto modo. ¿Se puede ser feliz así, compensa?
Creo que lo incorporas a tu vida, es una forma de vivir y hay que contar con el vértigo. Hay que contar con los miedos, con la incertidumbre. Si no estás dispuesto a vivir con eso, creo que es mejor no serlo. De hecho, tengo algún compañero con el que empecé que decidió dejarlo, tenía talento, pero prefirió tener otra forma de vida o estabilidad o no querer asumir quizás que no eres perfecto, porque no sé quién se cree un genio, pero no es lo normal y te dicen muchas veces que no y es muy incierto este oficio y a veces hay que estar en lugares que no te gustan.
Yo creo que también pasa en lo vuestro, que la autenticidad es muy difícil de tener todo el rato. Y ahí es donde hay que intentar no idealizar demasiado la profesión. Los momentos de inmensa, inmensa felicidad es cuando tocas una tecla en escena, sobre todo, o rodando, donde sabes que algo ha pasado, que es inexplicablemente y misteriosamente donde había que estar, es una especie de sensación, es como si fuera un estar embriagado por algo que sabes que es el viaje en el que te querías meter, pero eso no dura mucho y a veces lo quieres repetir al día siguiente y no sale, pero por esos pequeños momentos, que son muy adictivos, yo creo que seguimos. La magia produce mucha felicidad, pero en el fondo es un trabajo y para que ocurran esos momentos hay que trabajar y contar con eso, con que no sabemos qué va a pasar, que es algo para lo que no nos han educado y aquí el futuro es muy incierto.
La actualidad nos trae a marzo del 2021, a las Naves del Español con la vuelta a Madrid de “Prostitución”. ¿Qué nos contaría de este trabajo?
Así mirando para atrás he hecho cosas maravillosas y que han significado muchísimo, pero quizás por cómo ha reaccionado el público con esta función, por las reacciones que ha habido a esta función quizás sea la más importante. Para nosotras desde luego hay un antes y un después de este trabajo. Como mujeres, como artistas, pero para todo el equipo. Cuando estábamos ensayando no sabía muy bien dónde nos estábamos metiendo, evidentemente siempre es así, pero con este proyecto quizás más, porque si estás haciendo un Shakespeare o un Tenneessee Williams igual te puedes imaginar que por lo menos con el autor ya tienes algo ganado, luego hay que hacerlo bien y eso también da mucho miedo, pero en este caso era un experimento, como todo lo que hace Andrés, más personal que se coloca siempre en el punto más alto del riesgo y yo me subo ahí con él, donde haga falta, pero siempre hay vértigo y para nosotras fue una situación muy poderosa lo que vivíamos cada noche en el Español.
Luego de gira encima añadiendo este tema de la pandemia que nos ha acompañado cuando hemos podido reactivar la gira ha sido muy brutal también. Supongo que te lo dirá cualquier actor que haya estado trabajando en estos meses, que no sabías muy bien qué iba a pasar y te encuentras también con la maravilla de ver cómo la gente necesita lo presencial, necesita ir al teatro y que las funciones trascienden.
En el caso de “Prostitución” teníamos las mismas reacciones que sin mascarilla. Es decir, que los temas importantes llegan, que el teatro es necesario y esta función es muy brutal, en el sentido de que estamos dando voz a mujeres que además son reales, todos los testimonios que se ven en escena y que se escuchan son basados en testimonios reales, son mujeres que hemos conocido, algunas incluso nos han venido a ver en el teatro. Y eso yo no lo he hecho antes y eso impresiona mucho, pero al mismo tiempo es una función donde hay discurso, es teatro puro y muy directo. Hay algo de mucha belleza, muy real y muy insolente también, como el buen rock’n’roll (risas).
Creo que eso hace que sea un espectáculo con todas las letras y por eso creo que tiene las dos partes, que son importantes, tiene peligro, tiene verdad, tiene realidad, aunque es una realidad tremendamente dura también, por momentos muy dura, y que además no se soluciona, con lo cual produce todavía más tristeza, porque hay realidades que toca “Prostitución”, como el tema de la trata que, además, con la pandemia han empeorado… Hay momentos difíciles, pero como la vida, difíciles de tragar. ¿Cómo se sostienen? Haciendo teatro, que es una frase de Andrés.
Ha contado que en uno de los encuentros con el público un chico les contó que había repudiado a su madre por ser prostituta y que, tras ver la función, se había parado a reflexionar e iba a llamarla. ¿De algún modo el teatro siempre nos salva?
Sí, a mí sí, desde luego. Cada uno tendrá su experiencia y encontrará con qué se salva. La cultura salva, la cultura nos salva y nos constituye y punto. Y que no nos intenten hacer creer lo contrario. Los libros, los museos, en estos días de tanto aislamiento, qué haríamos si no pudiéramos ir a museos, si no pudiéramos entrar en un teatro, en un cine… Yo creo que vivimos de lo presencial y de los encuentros y los templos donde podemos además encontrarnos, sentir y reflexionar y quizás encontrar alguna respuesta a todo lo que necesitamos…
Siempre necesitamos estar en búsqueda y entender y creo que el teatro es un lugar maravilloso para encontrarnos a nosotros mismos. Desde luego en estos tiempos creo que es absolutamente fundamental reactivar esos espacios donde podemos encontrarnos precisamente porque creo que no podemos sobrevivir en casa pegados a una pantalla, creo que nos puede enfermar, aparte de aislarnos más. Por eso creo que es nuestra responsabilidad también en estos tiempos poder mantener vivo el teatro, el cine, aunque sea con más dificultades, que las estamos teniendo, como en todos los estamentos de nuestra sociedad, tenemos que intentar que no se pierda precisamente para mantenernos sanos, lúcidos y apasionados. Que no se pierda la pasión.
Ha dicho que al teatro se va a desestructurarse a uno mismo, a reflexionar y, quizás, a tomar decisiones sobre tu postura frente a un tema aunque sea difícil. ¿Su postura sobre la prostitución, sea la que sea, ha cambiado después de este trabajo?
Por supuesto. Para empezar no tenía mucha postura. Cuando empecé los ensayos tenía incluso mis propios prejuicios que me imagino que tenían que ver con el miedo a entrar ahí, a ponerme en la piel de estas chicas, de estas mujeres, pero en el momento en el que decides, como dice Andrés, subirte a sus tacones, en el momento en el que decides quitar la palabra prostituta y sacar a la mujer que hay detrás, yo creo que ese es el asunto en realidad, cómo se estigmatiza a estas mujeres porque tienen esta profesión.
Entonces en el momento en que decidimos darles voz y ser cada una de las que interpretamos todos esos miedos y esos prejuicios desaparecen. Las opiniones desde fuera, pero no vamos al escenario a hacer política, vamos a contar, a darles voz y lo que pasa es que posicionarme me cuesta muchísimo, porque todas las voces me parecen interesantes y yo creo que eso es lo interesante de la función, es muy, muy difícil posicionarse. Tú ves las caras del público, es un espectáculo bastante interactivo y bastante directo y podemos ver al público en todo momento y sus reacciones, incluso hablamos con ellos y hay algo, se ve, hay un silencio, una escucha muy particular en esta obra. Tuvimos nuestros miedos, habrá gente que se ofenda, habrá gente que se vaya, habrá gente que conteste, que no quiera intervenir en los momentos en los que se les pide participar…
Sobre todo es muy sorprendente la reacción del público masculino, hay una escucha, un respeto y una necesidad de escuchar que creo que tiene que ver con la posibilidad de ser modificado y yo creo que eso es lo mejor que te puede pasar como espectador, como artista y como ser humano. Colocarte en la posición de “voy a ver si algo me modifica de lo que estoy escuchando” eso no lo vemos nunca ya, todo en las tertulias, en la tele, nadie se escucha y no hay una posibilidad de transformar nada. Hay algo muy poderoso en esta función que puede que al menos al salir te hagas más preguntas. El teatro puede transformar tu manera de ver el mundo…
“Prostitución” y dos grandes actrices, “La boda de Rosa”, “Invisibles”, “No sé decir adiós”… ¿Hay más espacio ahora para hablar de la realidad de las mujeres? ¿Estamos consiguiendo personajes femeninos tan potentes como los masculinos?
Hay el espacio que queramos coger (risas), el espacio tiene que estar porque estamos en la vida. Sencillamente se ha cogido el espacio que hay que coger y hay que seguir haciéndolo y muchos más asuntos que están ahí, debajo de la alfombra. En el momento en que haya quien quiera contar historias sobre mujeres no solamente digo mujeres directoras, sino guionistas, en el momento en que queramos hablar de la vida tenemos que darle espacio a esas historias. Creo que lo que está pasando es sencillamente lo que tiene que pasar.
“Prostitución”, “Fuegos”, “Capitalismo”, “Desde Berlín”, qué bonito espectáculo aquel, ¿qué le diría la Nathalie Poza de hoy, de este 2021, a la joven que comenzaba en este oficio?
Que sea más feliz, que se lo tome con más alegría (risas). Esa sería la frase, pero también creo que, si no hubiera pasado por determinados lugares, no sería quien soy y no sé si estaría donde estoy. Pero desde luego si pudiera pasar algún momento menos angustia, mejor (risas). Sí que es verdad que teatralmente creo que he tocado palos de los que estoy muy, muy orgullosa, sobre todo de los que tú has nombrado. De alguna manera creo que cuando visualizas determinados deseos de experiencias, como podía ser “Desde Berlín” acaban ocurriendo. Creo que en ese sentido le diría que tuviera más confianza, que todo llega, pero que sí, que se lo tomara con más alegría.