Entrevista a Nausicaa Bonnín por Hedda Gabler

 Desubicación, deseos, amores y desamores, conflictos éticos, toxicidad y destrucción. Y todo eso en una caja escénica de 9 por 7 metros donde los actores comparten con el público sus angustias existenciales a partir de la adaptación libre de Àlex Rigola de este clásico contemporáneo de Ibsen. Charlamos con Nausicaa Bonnín –“Eva contra Eva”, “Les bruixes de Salem”, “El cuerpo”, “Tres dies amb la família”, “El cor de la ciutat”, “Cites”…–, una de sus protagonistas junto a Miranda Gas, Pol López, Marc Rodríguez y Joan Solé.   Por V. R.  Fotos Sílvia Poch
¿Cómo acaba Nausicaa Bonnín metida en una caja de madera de 9 por 7?

(Risas). Había visto los anteriores espectáculos que Àlex había hecho ya en la caja, especialmente “Tío Vania”. Cuando me propuso hacer este me interesó mucho ver qué tal se vivía al otro lado, porque como espectadora me pareció fascinante. Me llamó y le dije que sí enseguida (risas). También porque con este personaje no te lo puedes pensar mucho. Pocos personajes femeninos hay protagonistas en el teatro. Era una oportunidad maravillosa.


“Busco representar seres humanos, emociones y destinos humanos sobre la base de las condiciones y los principios sociales del presente”, escribió Ibsen. ¿De verdad sigue siendo tan moderno?

Espero que sí (risas). Los grandes clásicos del teatro están también para revisarlos. “Hedda Gabler” hay que representarla desde un punto de vista actual, porque si no, pierde un poco ciertos valores. Esta cosa que tiene el original de la mujer mala, ambiciosa, que solo quiere dinero ahora mismo creo que ya hemos visto demasiadas. Para mí es interesante el punto de vista que ha tenido Àlex de hablar de qué nos toca ahora de “Hedda Gabler”, de la toxicidad, del tedio, del miedo, de la valentía, del amor, de qué nos mueve… Àlex ha querido coger esa esencia y hablar desde ahí, sin decoro, sin escenografía, sin vestuario, sin nada.


Una puesta en escena que deja todo el peso de la función en las actrices y actores. ¡Menudo reto, ¿no?!

Siempre sientes ese peso sobre ti, porque eres tú quien está encima del escenario con gente mirándote. Pero es verdad que el hecho de no tener una escenografía, una silla que coger, un vestuario donde sentirte que, aunque tú eres el canal, estás hablando a través de alguien…, aquí los personajes se llaman como nosotros, vamos vestidos como salimos de casa, es un reto. Normalmente, ya tengo controlado desde dónde hago mi trabajo y aquí había algo de tirarse a la piscina y aprender cosas nuevas y eso ha sido uno de los grandes valores de este montaje.


¿Cómo es la Hedda de Nausicaa?

Para mí toxicidad y tedio son las dos palabras que la definen, pero no desde la mujer mala, sino desde una mujer que ama y que ama hasta límites insospechados. Pero al final habla de todos, de nuestra propia toxicidad hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia cómo construimos las relaciones… Para mí es una Hedda Gabler actual y, sobre todo, humana, creo que todo el mundo puede empatizar con ella.


¿Cómo es trabajar con Àlex Rigola?

Me ha parecido muy interesante, porque plantea una manera diferente de trabajar, trabajar desde la esencia de la obra, desde el texto y desde algo que es muy básico de nuestro trabajo, pero a veces se olvida, que es desde el compañero. Àlex siempre quiere que tengamos los objetivos muy claros: en esta escena o en esta frase, qué quieres conseguir del otro y eso te obliga a conectar cien por cien. Para mí la interpretación tiene que ver con esto, con conectarse con el otro y generar nuevas realidades. Ha sido muy divertido también, pero, sobre todo, muy enriquecedor volver a conectar con las bases de mi trabajo.


Junto a usted, Miranda Gas, Pol López, Marc Rodríguez y Joan Solé, “algunos de los mejores actores de su generación”, en palabras de Rigola. ¿Cómo sienta eso?

En Barcelona esto lo decía cada día… “Déjalo ya, deja de decir eso” (risas), porque te pone un peso encima… No sé, sienta bien al alma, pero es difícil conectar con eso. Lo de ser el mejor en tu generación como frase queda muy bien, pero lo que te valida es tu trabajo. Hemos hecho algo que funciona, con lo que la gente conecta y ojalá siga siendo así, pero también es súper frágil y en cualquier momento puede dejar de funcionar. Son frases épicas, pero momentáneas.


Siempre es fundamental, pero el público cobra especial protagonismo aquí…

Sin espectadores el teatro no cobra sentido, forman parte de este ritual. En este caso aún más, porque estamos todos encerrados en una caja. Además, es una obra muy íntima, el espectador también se siente interpelado y nosotros sentimos cómo se siente interpelado y esto es muy divertido. El público es muy generoso y cuando le pides que te acompañe, lo hace.

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