Si le digo “La verbena de la Paloma”, ¿cuál es el primer recuerdo que le viene a la mente a Nuria Castejón?
Viene a mi memoria un torbellino de mantones de manila rozándome la cara con sus flecos cuando las coristas entraban en el escenario desde cajas y yo, que era pequeña, miraba lo que pasaba allí dentro.
Chulapas, el sereno, los guardias, el boticario, el tabernero, Don Hilarión… ¿Serían personajes aún reconocibles en el Madrid de hoy?
No. Los serenos desgraciadamente han desaparecido y ahora tenemos porteros automáticos. Creo que muchos jóvenes no saben siquiera qué eran los serenos. Hoy quizá el boticario es un inversor de un fondo buitre con un montón de apartamentos en Madrid y las chulapas son dos jóvenes estudiantes que comparten piso con tres más.
Vamos a imaginar a alguien que nunca jamás ha oído hablar de “La verbena de la Paloma”. ¿Qué le contaría de esta pieza Nuria Castejón?
Seguramente cuando escuche el preludio sentirá Madrid y algo se le moverá por dentro. Es una pieza que retrata esta ciudad con un punto de nostalgia, de guasa y con una música que va directa al corazón.
¿Cuáles cree que son los ingredientes que han hecho de esta zarzuela una de las más reconocidas, queridas y representadas del género?
La respuesta está en parte en la anterior pregunta. La música de “La verbena de la Paloma” es espectacular. Sus personajes son entrañables y el Madrid que retrata te despierta esa nostalgia de tiempos que ya no volverán. Siempre con alegría y con humor.
¿Cómo es el Tomás Bretón que firma la obra?
El Bretón más inspirado. Está en un momento cúspide de inspiración tal que yo diría que estaba enamorado, de alguien o de Madrid. Seguro. Porque esa música tan sublime solo se puede escribir en ese estado.
¿Y dónde vamos a notar su mano, dónde ha puesto el acento? ¿Cómo es “La verbena de la Paloma” de Nuria Castejón?
“La verbena de la Paloma” de Nuria Castejón se desarrolla en un Madrid soñado. Es una ‘Verbena’ fiel en toda la extensión de la palabra: tal cual está escrita de principio a fin, pero con un tratamiento de realismo mágico. Muy luminosa y dinámica.
¿Qué nos diría del reparto?
¿Qué te puedo decir? Que estoy feliz con cada uno de ellos y estamos creando una familia de trabajo muy bien avenida.
Montar un título tan conocido y tan querido como este, ¿puede ser un regalo ‘envenenado’? ¿Hay aún mucho puritanismo en la zarzuela? No sé si tanta devoción por parte del público deja margen a la imaginación, a hacer cosas diferentes…
Yo desde luego no lo siento así. Creo que se puede respetar lo que los autores escribieron e imaginar a la vez y dejar la impronta como directora sin necesidad de cambiar las historias. Creo que debemos respetar a quien lo hace con sentido común y estar abiertos a los cambios y a la evolución.
¿Cómo se siente Nuria Castejón entre las paredes de este teatro? ¿Está en casa?
Imagínate. Casi nací en este teatro. He crecido en él, he salido a escena haciendo figuración en “Doña Francisquita” con cinco años o en la zarzuela “Maravilla” yo hacía de la soprano cuando era pequeña, estuve en el coro con 15 años, entré en el ballet del Teatro con 17, he coreografiado en este escenario un sinfín de títulos y también aquí ha comenzado mi carrera de dirección de escena en el 2017 y 2019 con “Zarzuela en danza”…
¿En qué otros proyectos está trabajando Nuria Castejón? ¿Dónde vamos a poder disfrutar de su trabajo próximamente?
Inmediatamente después de “La verbena de la Paloma” vuelvo al Teatro de la Zarzuela con la reposición del montaje de “Doña Francisquita” de Lluís Pasqual en el que hice la coreografía. Después estaré en el Teatro Massimo de Palermo, donde presentaremos “Lady, Be Good!” con montaje de Emilio Sagi, en el que yo asumo la coreografía. También un proyecto ilusionante es poder llevar “La verbena de la Paloma” a otros teatros de España.