Decía Larra que “los teatros son el termómetro de la civilización de las naciones”. ¿En qué lugar nos deja esto hoy?
Larra como todos los que queremos un futuro mejor, luchaba para que la España que le rodeaba cambiará y mejorara, por lo tanto, sufría como nosotros lo hacemos ahora. El teatro sigue siendo el mejor espejo donde la sociedad puede mirarse por dentro.
¿Cómo ve Paloma Mejía la situación del teatro hoy?
Difícil pero no imposible, hacer teatro hoy es una lucha silenciosa, no cesa, siempre está latente y viva, por lo que el teatro no morirá, de eso estoy segura.
¿Qué le pediría y a quién (a la Administración, al público, a los medios, a la profesión…) Paloma Mejía para que esta situación cambiase?
A la administración: más allá de las subvenciones para proyectos (que estaría bien fueran más fáciles de alcanzar), ayudas directas de la Seguridad Social para las compañías más humildes y los espacios con menos butacas.
Al público: que no se rindan, que vengan, que son realmente nuestra razón de estar y de seguir estando.
A los medios: que apoyen y hagan visibles a las compañías independientes y a los teatros más pequeños, porque los grupos, salas y teatros pequeños son los que mantienen la llama viva del movimiento artístico.
A la profesión: ánimo, compañeras y compañeros, subamos el telón una vez más.
Esta siempre es difícil, pero ¿qué tipo de directora es Paloma Mejía?
Si tuviera que describirme como directora escénica, no podría hacerlo sin hablar de cómo son todas y todos los componentes del equipo técnico y artístico que sigue conmigo desde que se formó la compañía.
Por lo tanto, hablaré de como son: Fredo Belda, Luis Cura, Alberto Rueda, Juanjo Herbe, Nelson Dante, Silvia García, Fidel Betancourt, David Cebolla, Koldo Ribote, Leandro Leone, Lola Catalá, Nuria Haya, Andrea Fernández, Helena Gómez, Nerea del Río, Alejandro Precioso, Rodrigo Ruíz, Goyo Cano, Miguel Ángel Somé, Beatriz Mejía, Raquel Pardos, Esperanza García, Alba Pérez, Nacho León, Javier Bañas, Guillermo Pardo, Ana Batuecas, Víctor Antona, Guillermo Serrano, Esther Fernández y Concha Simón.
Hormigas incansables llenas de talento y dignidad, cuidadosas con los detalles y el fondo, defensoras de la verdad y el orgullo del que ama lo que hace por encima de todo.
¿Ha cambiado en algo el oficio de director en los últimos tiempos?
Creo que el oficio de director está en constante transformación, cuyo desarrollo nace de la adaptación al espacio escénico, a los sentimientos, a las circunstancias dadas y a las historias que varían incesantemente, como lo hace la vida.
¿Qué cimientos se han movido y cuáles siguen intactos?
Los cimientos más importantes en el teatro y la danza son las emociones humanas. Y esas emociones son la base de los sentimientos, que en mi modesta opinión siguen intactos. Como los colores primarios o las siete notas básicas que al combinarse dan origen a ese milagro casi único, la música.
¿Cuáles son los elementos principales que siempre tiene en cuenta para levantar un proyecto nuevo?
En mi caso, primero la idea, luego la imagen (o viceversa), con ellas todo es crecimiento y búsqueda, cuya fuerza imparable constituyen los principios nutritivos de todo proceso artístico capaz de poner en pie una puesta en escena. De este modo, llegas al día del estreno con una de las sensaciones más increíbles y vertiginosas donde te preguntas ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Paloma Mejía, además, tiene su propia compañía desde hace años. ¿De dónde nació esa necesidad y cómo se llevan la Paloma Mejía directora de escena, por así decir, con la Paloma Mejía directora de su propia compañía?
Tras pertenecer durante muchos años a diferentes compañías de teatro y danza, con todo lo aprendido y con toda la experiencia adquirida necesitaba poner en pie mi propia versión y adaptación teatral de “Los Miserables de Víctor Hugo”. Con esta puesta en escena que ha cumplido ya diez años en El Teatro Victoria de Madrid, comencé a caminar con mi propia compañía. A este proyecto artístico se fueron sumando todas y cada una de las grandes personas que hoy me acompañan. Creando montajes inolvidables como Cyrano de Bergerac o El Conde de Monte Cristo.
La directora escénica es una loca soñadora cuyo único interés es el artístico, y la directora de su propia compañía es quien afronta la cruda realidad del interés administrativo. Evidentemente una sin la otra no podría existir.
Brevemente, ¿qué son los Microclásicos que dirige en el Teatro Victoria? Háblenos de estos trabajos.
Los Microclásicos nacen durante el confinamiento y las nuevas circunstancias que tanto la compañía como el Teatro Victoria tendríamos que afrontar al salir del mismo. Adapté cuatro de los grandes clásicos que teníamos en cartelera, antes de la pandemia, a una duración máxima de 40min, de esta manera el público no permanecería tanto tiempo en la sala y entre cada microclásico, podríamos llevar a cabo una desinfección completa de la misma, garantizando así, las medidas de seguridad sanitaria.
Estos Microclásicos han tenido una aceptación increíble por parte del público que nos ha apoyado y acompañado desde el 18 de junio, animándonos a estrenar un nuevo Microclásico “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca.
Cuando va al teatro, ¿es una buena espectadora, disfruta de lo que ve o no puede evitar que aflore la directora que lleva dentro?
Cuando voy al teatro, soy sólo público con ganas de emociones nuevas, a la directora le dejo en casa trabajando en proyectos nuevos.
La última obra que ha visto ha sido…
Superwomans, en microteatro por dinero.
Y está deseando ver…
Tito Andrónico en los Teatro del Canal.
¿Nuevos proyectos?
En febrero reestrenamos nuestra versión de Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand y estrenamos “Yerma” de Federico García Lorca.
