¿Cuáles son sus primeros recuerdos relacionados con este oficio, con la interpretación, con la danza?
Recuerdo aquel conservatorio en la plaza de Opera cuando la música, la danza y el arte dramático estaban en el mismo edificio y nos cruzábamos todos por las escaleras rodeada de espadachines, sonidos de tacones y pianos, recuerdo los tablaos de madrugada y las peinetas, las pestañas postizas que nos hacíamos de cartón para las zarzuelas, y también recuerdo mi diálogo improvisado con aquel actor con parálisis cerebral.
¿Qué es lo que más le apasiona de su trabajo?
El propio proceso creativo y su viaje y el trabajo con las personas. Adentrarme en ese vacío y en ese caos y apoyarme en su propio orden, sin imponerle otro que no sea el que su realidad me ofrece. Crear como acto de incomodidad, responsabilidad, riesgo y compromiso que te hace siempre navegar entre la crisis y la confianza.
Me apasiona descubrir siempre posibilidades nuevas, de probar formas de convivir en el escenario cuerpos diversos , de ver bailar a los actores, a actuar a los bailarines, poner a correr en tacones a los músicos, ofrecer a la pequeña infancia mundos exquisitos…
Autora, directora, intérprete y productora. ¿Aunar todas las facetas es más por necesidad creativa o económica?
Por inquietud y necesidad de crear tus propios proyectos y su riesgo.
Háblenos de “Kapow”, la pieza que veremos en La Abadía. ¿Qué es, cómo la definiría, de qué habla?
KAPOW es una práctica escénica y de vida de dos intérpretes y amigos creadores, Alberto Jiménez y Patricia Ruz que quisieron juntarse para trabajar sobre el instante, el vacío y el desapego, partiendo cada día de una tirada del Ching. También es una manera de compartir nuestras trayectorias y universos creativos para transitar lugares como la conciencia de la muerte, la celebración de la vida, la polaridad ancestral del género, el miedo, el paso del tiempo, el dolor y lo chamánico.
Es un brindis por la libertad, y el desapego donde el no juicio determina nuestra entrega a la experiencia escénica que muta cada día.
¿De dónde surge la inspiración que le lleva a crear un espectáculo, qué historias le gusta contar?
Surge de la propia experiencia de vida y la escucha de cada momento, que hay dentro de ti, que quiere salir al mundo.
En el caso de kapow surge de dos experiencias en contacto con la muerte y del deseo de amor de ambos hacia nuestra amiga Vivi con la que aprendimos juntos y a quién dedicamos la pieza tras su muerte.
Y una vez inspirada, ¿cuál es, cómo es el proceso de creación hasta que la pieza se estrena? No sé si existen unas etapas determinadas, un modo de hacer estructurado…
Cada proceso es un universo diferente, pero siempre se trata de estar abierta a la posibilidad y poco a poco la creación se va materializando buscando un aroma que aparece todo el tiempo y que lo persigues hasta que toca la punta de la nariz.
En la mayoría de los procesos se trabaja hacia un resultado que vas ensayando y consolidando, pero en Kapow es distinto, kapow no se puede ensayar, porque siempre es una práctica, una práctica de estar y dialogar con el instante. No hay ninguna estructura fijada, solo ingredientes escénicos que hemos ido creando y combinando dependiendo del momento frente al público y entregándonos a lo que ocurra, incluido el propio fracaso.
¿Quiénes son los referentes de Patricia Ruz, en qué espejos se mira?
Mi mayor referente fue mi padre y sus caricaturas. Su forma de captar la esencia del otro, su manera de ver belleza en la deformidad, su forma de hacer artesanía con la tijera cortando minuciosos papeles, y eso dio lugar a poder ver siempre posibilidades en la diversidad de los cuerpos. Trabajar con la diferencia te da un lenguaje propio para crear formas que no esperabas para llegar a otras poéticas distintas.
Ah! y por supuesto el armario de mi madre.
Una reivindicación, una opinión, un comentario…volver los estigmas,
Seguir siendo trabajadora de la cultura, tener un espacio de trabajo continuo para estar siempre disponible a la investigación y la búsqueda una búsqueda desesperada de ALGO que justifique tanta cáscara de huevo.