Entrevista a Pepe Viyuela y Alberto Jimenez por Esperando a Godot

 Dos amigos, casi hermanos, una extraña pareja al borde del camino, junto a un árbol. Esperan, hablan, discuten, juegan, se desafían, se reconcilian, se aman, se repelen. Llega otra extraña pareja, el juego se diversifica. Godot no llega, sí su emisario: “Aparentemente, no vendrá hoy, pero vendrá mañana por la tarde”. Pepe Viyuela, Alberto Jiménez, Juan Díaz, Fernando Albizu y Jesús Lavi se convierten en los personajes de Beckett, desamparados, errantes, desacoplados, pero que nos recuerdan que el ser humano, aun en situaciones muy difíciles, es capaz de levantarse. Antonio Simón dirige esta joya del teatro repleta de fuerza, humor, poesía, ternura, dolor y risa.  Por V. R.  Foto JAVIER NAVAL
¿Qué le dirían de esta obra a un extraterrestre recién aterrizado?

ALBERTO: Que quizá Godot fuera él…

PEPE: Que viéndola podrían hacerse una idea de lo que es la esencia de la vida humana: la absurda espera de lo que nunca llega. Quién sabe, quizá ellos pensaran de sí mismos que eran el Godot que esperábamos. Estarían equivocados.


¿Qué hay detrás de un texto en el que aparentemente no pasa nada?

PEPE: Detrás de todo hay un autor que no pensaba que aquello que estaba escribiendo fuera a convertirse en lo que es hoy. Beckett escribió algo que fue mucho más allá de sí mismo, una obra que nunca termina de explorarse, un continente por descubrir.

ALBERTO: El reflejo más fidedigno de lo que es en realidad la vida cotidiana del ser humano.


Háblennos de sus personajes…

ALBERTO: Vladimir es un cruce de los herma-nos Marx, el Gordo y el Flaco y un pobre diablo muy lejos de sus días de gloria –si es que alguna vez llegó a vivirlos–.

PEPE: Estragón tiene una mirada agónica y absolutamente negra de la realidad, es un pesimista pertinaz que depende absoluta-mente de la luz que emana de Vladimir.


Una frase de su personaje.

PEPE: “No hay nada que hacer”.

ALBERTO: El texto está repleto de frases que invitan a la reflexión, por ejemplo: “Súbete los pantalones”.


Por el universo de Beckett pasan otros personajes…

PEPE: Pozzo es un miserable con poder, es muy fácil verlo a nuestro alrededor, el mundo está lleno de Pozzos, se trata de alguien que disfruta mortificando y abusando de los otros. Está representado magistralmente por Fernando Albizu. Lucky es la víctima absoluta, alguien sometido y esclavizado, sin apenas voluntad y en manos de ese poder al que es incapaz de plantar cara. Juan Díaz es el encargado de darle vida en escena y hace un trabajo absolutamente soberbio. Jesús Lavi interpreta al Muchacho, un personaje clave para entender la relación de Godot con el mundo: una relación a distancia y con intermediarios, la de alguien que habita un espacio inaccesible y necesita de mensajeros. Jesús ha hecho un trabajo maravilloso con este personaje breve, pero muy cargado de significado.

ALBERTO: Maravillosos, un regalo del arte de la actuación trabajar cada día con ellos.


Desde aquella primera puesta en escena en 1953 en París hasta nuestros días no ha habido año en que no se haya representado. ¿Qué tiene de especial la que dirige Antonio Simón?

PEPE: Ha querido subrayar la sensación de esperanza, tan necesaria en este momento. A pesar de tratarse de una función escrita prácticamente recién acabada la Segunda Guerra Mundial, en un mundo azotado por el horror vivido en aquella contienda, Antonio ha rastreado y encontrado todos los pun-tos de luz y los ha puesto en valor: la ternura de los personajes, el amor que sienten mutuamente, la necesidad que tienen el uno del otro y la posibilidad de sobrevivir en medio de una espera interminable.


Vladimir y Estragón representan el desvalimiento del ser humano en la segunda mitad del siglo XX. ¿Y hoy?

PEPE: Deberíamos tener claro que nadie va a venir nunca a solucionar nuestros pro-blemas del tipo que sean, debemos tomar las riendas y ser nosotros, los individuos y las sociedades quienes asuman la responsa-bilidad de no seguir esperando y de actuar.

ALBERTO: Sin duda, ese poner la responsabilidad de ser feliz en el afuera es algo consustancial a la condición del ser humano. Y sí, en el siglo XXI Godot es el móvil.


Godot no viene hoy, pero igual sí mañana. ¿Hay lugar para la esperanza?

PEPE: Necesitamos esperanza para vivir, pero no es algo que debamos esperar que otro nos traiga, debemos crearla nosotros.

ALBERTO: Por supuesto, la esperanza es trampolín imprescindible para alcanzar una vida mejor.


Dennos una razón a la que sea imposible poner un pero para ir a ver “Esperando a Godot” en el Teatro Bellas Artes.

PEPE: No existe esa razón. Es perfectamente posible vivir sin ver esta propuesta, pero si te gusta el buen teatro creo, honestamente, que tienes una cita con nosotros.

ALBERTO: Risas aseguradas acompañadas de sabias palabras.

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