Entrevista a Pepón Nieto por Anfitrión

 
29 de julio de 2020. Teatro Romano de Mérida. Hace muy poquito que hemos salido de un confinamiento que nunca habíamos vivido, seguimos en pandemia mundial y ustedes estrenan  “Anfitrión”. Se pone la piel de gallina solo de pensarlo… ¿Cómo lo vivieron, cómo lo sintieron y cómo lo ‘sufrieron’?

Al principio con muchas dudas, sobre todo porque para estrenar en el Festival de Mérida hay que hacer un trabajo previo importante. Yo también soy productor del espectáculo, pero todo con la pandemia se había parado.

De pronto hay una llamada del director del festival diciendo que vamos a hacerlo y hay como una sensación primero de miedo, de vértigo que se nos pasa cuando nos damos cuenta de que el mismo Festival de Mérida está en la misma situación que nosotros.

Luego también esa sensación de decir ‘somos punta de lanza', de volver un poco a lo que teníamos, aunque sea con mascarilla, con limitaciones de aforo, pero ¡qué ilusión, qué ganas y además que obligación tenemos de decir vamos a volver a hacer lo que nos gusta, lo que queremos y a lo que nos dedicamos! Era esa cosa como de responsabilidad pero a la vez de alegría, de ilusión por salir de la situación en la que estábamos. Pensábamos también tontamente que el festival iba a ser punta de lanza y a partir de ahí todo se iba a activar. Luego vinieron las segundas olas, los cierres perimetrales y ha sido un periplo bastante complicado hasta llegar aquí. La gira ha sido muy azarosa, hemos tenido funciones que se han caído… nosotros mismos que hemos dado positivo y hemos tenido que suspender. Hemos ido aguantando el tipo como hemos podido.


¿Por qué jugarse el pan en plena pandemia? Era también una apuesta…

Eso forma parte del ejercicio de la producción, eso está siempre, pero también quiero decir que si hubiéramos sabido cómo iba la cosa, a lo mejor yo con el corazón en la mano te digo que no me hubiera metido porque era todo muy precipitado. Había que hacer un trabajo de producción, que normalmente se hace en cuatro o cinco meses, en un mes y medio y empezar los ensayos, construir escenografía, confirmar reparto… Si llegamos a saber en ese momento que el periplo iba a ser tan difícil y tan costoso a lo mejor hubiéramos tomado otra decisión.


¿Qué es “Anfitrión”, cómo definirían esta obra y de qué habla?

Es una comedia de enredo, una comedia más de sonrisa que de carcajada. Es un texto de Molière con toda la riqueza literaria que tiene. Molière lo saca de un texto calcado de Plauto, se copiaban mucho, sin ningún pudor (risas). Lo que pasa es que hay una versión de Juan Carlos Rubio que cambia no el texto literario de Molière pero sí, sobre todo, yo creo que es el cambio más importante, que las mujeres son motor de la función. Tanto en la obra de Plauto como en la de Molière la mujer es mero peón en manos de los dioses y de los humanos y aquí las mujeres toman sus propias decisiones, cuando se sienten engañadas lo dicen, plantan cara, pegan un bofetón a quien haga falta… Tiene un discurso ahí bastante actual.


Cuéntenos quién es su personaje y cómo es…

Yo soy Sosia. Sosia es un clásico, es el criado clásico. Anfitrión y Sosia se han ido a la guerra y cuando van a volver Anfitrión lo manda de avanzadilla para decirle a su mujer que está a punto de volver y que viene loco de contento por volver a verla. Cuando Sosia llega se encuentra con que Jupiter y Mercurio los han suplantado para seducir a sus mujeres. Está completamente confundido, Júpiter, además, ha pedido a la noche que se alargue mientras él se está beneficiando a Alcmena, llevan tres días de noche, no amanece nunca, está muerto de hambre (risa) y no logra desayunar… Es un criado del que luego beben mucho los criados del teatro del Siglo de Oro español, Shakespeare…


Al frente del barco, Juan Carlos Rubio, como autor de la versión y como director… ¿Cuál ha sido su gran acierto y cómo es trabajar con él?

Yo ya había trabajado con él, habíamos hecho “La culpa” de David Mamet y la verdad es que tenía claro que tenía… Me entiendo muy bien con él, es muy minucioso, con una mente muy despierta y es muy permeable a todo lo que le proponemos los actores y tiene siempre una visión de conjunto que a mí me gusta mucho y siempre tiene un planteamiento, él no va a montar el espectáculo sin dar su propio punto de vista. A mí eso me gusta mucho. Yo trabajé muy a gusto con él en el Mamet y era un trabajo muy difícil, un texto muy difícil de desentrañar y tenía muchas ganas de hacer una comedia y él es muy creativo y se ha inventado un mundo y una puesta en escena  muy poco al uso para este tipo de textos. Todo transcurre en un carromato de circo de una especie de compañía de circo… Tiene un aire muy especial y lo convierte en un espectáculo muy único.


Un año después, el carromato de “Anfitrión” se instala en Madrid tras una gira muy aplaudida. El humor y el teatro, eso que ustedes han demostrado que puede hacerse en casi cualquier circunstancia, siempre nos salvan, ¿no? Necesitamos reírnos…

Es muy necesario, el teatro cada vez es más necesario y es sanador, el teatro te pone frente a un espejo, cuando vas y ves un espectáculo te transforma de alguna manera, más drástica o menos, pero siempre, aunque sea una comedia ligera, aunque parezca que el texto que estás viendo no tenga mayor importancia, siempre el teatro es transformador y te hace sentirte único. A mí desde luego el teatro me ha salvado, no solamente como actor, sino también como espectador, me salva muchas veces y me hace tomar consciencia de quién soy, qué es lo que quiero, qué es lo que me gusta y qué no… A mí me parece necesario y transformador.


¿Por qué no debemos perdernos esta obra?  

Es un planazo porque es un espectáculo estupendo, porque siempre es un planazo ir al teatro, porque Madrid tiene muchas virtudes y entre ellas es que tiene una programación teatral estupenda todo el año.

«Anfitrión» es un regalo y está muy bien para regalarlo, para pasar un rato, hay muchos paralelismos con nosotros mismos. Siempre hablamos de las redes sociales, cómo en las redes damos nuestra mejor versión, parece que somos estupendos y que tenemos una vida maravillosa y a estos personajes les pasa un poco esto, cuando se desdoblan y se ven enfrente como si fuera un espejo casi les gusta más lo que ven enfrente que ellos mismos, son capaces de renunciar a ser quienes son para ser el otro porque mola más ser el otro y eso es un poco lo que nos pasa en las redes sociales.

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