¿Cómo presenta este espectáculo?
Se trata de un poema escénico en el que acudimos a la historia de la escritora sordociega H. Keller y su maestra A. Sullivan para conectar con nuestra propia historia. Es una obra que ensambla belleza, reflexión, dos actrices como dos templos, estimulación y… bastante amor.
¿Qué lograron estas dos mujeres?
Ambas son dos mujeres gigantes, para mí son dos referentes de sabiduría que crearon, durante toda su vida juntas, un tándem muy fuerte y poderoso que originó un mundo propio lleno de posibilidades, trascendiendo con dicho mundo la idea de ‘límite’. Es fundamental el legado que dejaron, aunque esto no es en lo que se centra nuestra obra.
¿Qué circunstancias definen su relación, su particular historia?
Helen Keller fue la primera persona con discapacidad graduada en Harvard con cum laude. Estamos hablando del siglo XIX, una época en la que ser ciego, sordo, o sordociego, se consideraba ‘retraso mental’, dado el asilamiento comunicativo y de movilidad que sufren estas personas. No se sabía cuidar o atender la sordoceguera. Helen, gracias al aprendizaje que obtuvo durante toda su vida junto a su maestra, ayudó a la comunidad de personas con sordoceguera a acceder al conocimiento, consiguien-do que muchos aprendieran a leer y a escribir, etc. Además, Keller fue oradora (pues aprendió a hablar gracias a su maestra), activista política, sufragista, estuvo muy en contacto con los artistas de su época y fue una inmensa escritora. Esto es lo mejor que muchos tenemos de ella: sus libros. Sullivan tuvo una responsabilidad absoluta en todos estos logros y Keller tuvo una tremenda ambición.
¿Cuál es el planteamiento principal de esta creación que usted firma junto a David Testal y cuáles son los temas que subyacen en esta dramaturgia?
Por un lado, a nivel argumental, estamos hablando de los cuidados. En un sentido más filosófico, estamos hablando del amor a la vida, de la sonrisa de Helen, su empeño, su fuerza, su inagotable curiosidad por todo lo que existe y que no puede ver ni oír. Hablamos de la entrega hacia el otro. De la necesidad de comunicación, de cómo se produce el lenguaje y de qué significa pensar y hablar. Hablamos también, de forma alegórica, de todos los que tenemos voz y no logramos comunicarnos. De la ausencia de escucha y la presencia del ruido. De lo necesario y vital que es hacer un viaje hacia una misma para saber quién eres, para saber que existes y que quieres ser visible para el resto.
¿Cómo enfoca los límites?
Ponemos en tela de juicio que un límite, sea cual fuere, defina a una persona. Queremos hablar de la idea de límite como algo que nos atañe a todos, pues todos tenemos límites, (¿quién dice cuáles son mejores o peores?) Lo que entendemos por límite se convierte en paradoja cuando, una vez que haces conscientes tus límites, tal vez puedas acceder a lo ilimitado guiándote por tu propia luz.
¿Qué aspectos de la puesta en escena van a resultar más llamativos para el espectador?
La pieza funciona como una metáfora constante para el espectador. Dentro de una propuesta fragmentaria y ecléctica por momentos, la fuerza está en toda la carga visual y actoral que las enormes Eva Rufo y Esther Ortega hacen posible a través de su cuerpo, en diálogo con los diferentes elementos escénicos. El espectador se acercará por momentos al abismo que viven las actrices, su mente, su alma, sus sentidos, van a ser estimulados con diferentes recursos.