¿Qué propone “La lucha por la vida”, cuáles son sus rasgos distintivos?
El espectáculo parte de la trilogía barojiana que, con el mismo título, contiene “La busca”, “Mala hierba” y “Aurora roja”, tres novelas que José Ramón Fernández y yo hemos trasvasado al teatro. No está todo el Baroja de las novelas en la versión teatral, pero todo lo que está es Baroja. Al ser el punto de partida novelas dialogadas, personajes trazados rápidamente y un dibujo al natural del momento histórico, nos hemos encontrado con un valioso material con alma de teatro para un espectáculo vertiginoso.
¿Qué historia veremos en escena y qué grandes temas saldrán a la palestra?
Veremos el errático recorrido del protagonista –Manuel Alcázar– en su lucha por la vida, que lo va conformando éticamente de una manera contradictoria. El personaje, en su voluntad de ‘ser bueno’ y ‘buscarse la vida’, se ve arrastrado paradójicamente a lo más lumpen en una sociedad donde reina la amoralidad, ejerciendo como aprendiz de los oficios más diversos que le llevan a incursiones en el camino de la delincuencia, mezclado con gente de vida oscura, pícaros y hampones, en lucha con sus aspiraciones a una vida decorosa. Pinche de cocina, zapatero, panadero, gancho, escribiente, cajista de imprenta… ejerce hasta de falso hijo en una de las aventuras. Y acaba en un lugar éticamente inesperado. Aquí Baroja nos juega una pasada. En contra del héroe clásico sin fisuras ni contradicciones, propone un héroe sujeto a contradicciones, un antihéroe muy cerca del hombre común que lo contempla.
¿Qué elementos hacen inconfundible el estilo de Pío Baroja y su manera de tratar a los personajes?
La compasión, la ironía, el trazo certero y aparentemente sencillo. La vida habitada por una especie de corriente arrasadora que los mueve a la deriva. Él construye no un héroe clásico, sino un héroe muy brechtiano. Esto le da una perspectiva muy contemporánea y pide al espectador una posición menos cómoda. Brecht y Baroja, por caminos diferentes, proponen el distanciamiento o extrañamiento de los acontecimientos. Impiden al espectador identificarse instintivamente y el mundo parecerá capaz de ser transformado. El héroe barojiano no construye la historia, sino que es la historia la que construye al personaje. Yo creo que la verdadera heroína, quizá la única en el modelo clásico, es el personaje de Salvadorta. Es alguien que evoluciona de una manera que te hace confiar en que todavía hay quien puede querer cambiar el mundo, en vez de adaptarse a él. Ojo a los personajes femeninos de Baroja.
¿Cómo son los personajes principales de esta prometedora función que ha sido capaz de acoger 100 roles a través de una decena de intérpretes?
Los actores son narradores de una historia creada en el escenario para divertir al espectador. Los personajes son tropiezos, dilemas, conflictos que rodean al protagonista Manuel Alcántara, y es él quien nos muestra a la contra la sociedad que le rodea, sus peligros, sus trampas, sus tentaciones, su descarnado y destructivo acecho. Fíjate que le rodean curas, falsas marquesas, prestamistas, golfos, timadores… los oficios y las situaciones más diversas. Es un recorrido muy laberíntico, poliédrico, cambiante, fugaz. Nos arrastran también a los espectadores, como al protagonista, los acontecimientos.
Para usted, uno de los momentos más llamativos o importantes de la pieza:
Baroja hace una cosa divertida que es apoyarse en géneros populares, bebe de la zarzuela, del melodrama, del esperpento, mezcla habilidosamente el habla de la calle en sus diferentes niveles. Tiene la cualidad de presentar sin alharacas verbales un mundo muy rico en personajes, en situaciones. En “La lucha por la vida”, quizá lo más llamativo no es tanto un momento concreto como la capacidad para llevarnos sin casi darnos cuenta a lugares y situaciones inesperadas que nos despiertan la curiosidad del “¿ahora qué le va a pasar al protagonista?”.
En suma de todo, ¿por qué recomienda este estreno a los amantes del teatro?
Porque hay un tributo a Pío Baroja, alguien que puso su mirada sobre la sociedad que le tocó vivir. Contradictorio pero honesto, mordaz, compasivo, solita-rio, incansable, Baroja ha sido capaz de dejar personajes inolvidables, llegando a lo profundo más complejo desde lo mínimo esencial. Déjame hacer una cita de Don Pío. Ojo al detalle de que hace más de un siglo: “Si el drama en sí es bueno, yo creo que no necesita de nada, ni aún siquiera de decoraciones. Una compañía de actores excelentes representando “Hamlet” en camiseta, creo que haría estremecer al público” (1902). ¡Va por usted, Don Pío!