¿Cómo se le mete en las venas a Susi Sánchez el veneno de la interpretación? ¿Lo tenía claro desde siempre o fue un cambio de rumbo?
La realidad es que yo jamás imaginé que iba a ser actriz. Era súper tímida y lo sigo siendo, aunque la actuación me ha llevado mucho a desprenderme de eso. Pero, a los 16 años cuando tuve contacto con el teatro por primera vez, se me abrió un nuevo mundo por delante y en cuanto pude me metí de lleno.
Y cuando dijo en casa que quería ser actriz, ¿cómo se lo tomaron?
Mi padre no quería que fuese actriz porque era mujer y en esa época consideraba que era un mundo peligroso para las mujeres. Yo soy actriz por mi hermano Ismael, que también fue actor, pero mi padre quiso que en mi caso primero acabase la carrera que estaba estudiando. Una vez cumplida la mayoría de edad, que entonces era a los 21 años, fue cuando me metí en la Escuela de Arte Dramático. Hablé con mi padre y le dije que yo lo tenía que intentar, que no podía quedarme con la duda de saber qué habría sido de mi vida si no lo hubiese intentado.
Encontró su camino y ¡menuda trayectoria! ¿Qué balance hace?
Lo cierto es que yo no he buscado nada, lo único que he intentado ha sido seguir el camino que me iba dando la vida en esta profesión. He ido viviendo cada proyecto y cada trabajo muchísimo porque me fascinaban los mundos que me proporcionaba cada proyecto, para investigar y para aprender. Para mí mi trayectoria ha sido consecuente con mi forma de entender la vida. Creo que ha sido un avance tanto personal como profesional. El balance que puedo hacer de uno y otro es en paralelo, no independiente. Creo que en mi trayectoria personal me ha ayudado mucho el teatro y yo creo que he podido aportar mucho al teatro por mi trabajo personal.
La actualidad nos trae a marzo del 2021, al Teatro de la Comedia. ¿Qué es “Esta primavera fugitiva”? Cuéntenos algo de este trabajo.
Es un experimento. Estamos haciendo un trabajo de laboratorio entre Alberto Conejero, José Troncoso y yo. Surge como proyecto paralelo en torno a “El príncipe constante” de Calderón de la Barca, que se está representando a su vez en el Teatro Clásico. El resultado de “Esta primavera fugitiva” es un texto muy hermoso, en el que nos hemos zambullido para intentar llegar a las entrañas de “El príncipe constante”. El trabajo que estamos haciendo es una conexión entre la búsqueda del personaje de Fernando, el príncipe constante en la obra, con la búsqueda que tienen muchas personas que están en este momento creando e intentando buscar un sentido a su vida. Hace mucho que no trabajaba con los versos y me doy cuenta de que es todo un mundo y que lo encierra todo, la dramaturgia está incluida ahí.
Es un proyecto muy especial y le traslado una de las preguntas que forman parte de su presentación: ¿Cuánta poesía le queda a nuestro mundo? ¿Es necesaria?
La poesía no solo es necesaria, sino que es imprescindible. Es el sostén de la parte del hombre que está tan abandonada. Es un puente entre la espiritualidad y la vida real. Nos ayuda a conectarnos con la esencia de lo que somos. Con la poesía que estamos trabajando de Calderón de la Barca nos damos cuenta de que son increíbles las imágenes que te dan esos versos.
¿Y el teatro? ¿Qué papel juega en su vida?
El teatro para mí ha sido y sigue siendo mi cuna y mi referente. Es donde yo me he formado, mi hogar y mi reposo. Es mucho trabajo, y lo que más exige, aunque curiosamente sea lo que peor pagado está. Sin duda, es un acto de amor.
Para fugitiva la primavera pasada, ¿cómo vive Susi Sánchez, tanto personal como profesionalmente, la situación actual? ¿Cómo se sueñan proyectos en estos tiempos?
Mi primera etapa, durante el confinamiento, fue de barbecho, pero la segunda está siendo muy productiva. Al principio de la pandemia existían muchos temores infundados con la cultura como posible fuente de contagio, pero se ha demostrado que no ha habido ni un solo contagio de espectadores en una sala de cine o teatro. Teníamos ese miedo al principio, pero yo por ejemplo estoy trabajando incluso más que el año anterior. Porque, aunque se han tenido que cerrar otros establecimientos, afortunadamente los teatros se han sabido organizar (pese a los toques de queda) para seguir abiertos. Desgraciadamente, otros han tenido que cerrar por la reducción de aforos, ya que se ha de guardar distancia y, eso reflejado en la taquilla de un teatro, difícilmente puede mantener el sueldo de los trabajadores.
El teatro se ha preservado dentro de esta pandemia. Es curioso porque en la gira que hemos hecho, cuando ves las caras de todo el mundo, con mascarillas y separados, impresiona mucho, pero sabes que están muy agradecidos de que un grupo se haya desplazado hasta su ciudad para poder disfrutar de un evento cultural y para creaer una pequeña comunidad durante un corto período de tiempo, para compartir un trocito de arte. En tiempos de pandemia, en los que la mente puede ser muy destructiva, es necesario inyectarnos a veces dosis de arte, de algo que nos conecte con nuestra sensibilidad y nuestra necesidad de contacto.
He leído que cuando era joven no le daban papeles porque era muy alta para los hombres. ¿Estamos consiguiendo por fin escribir en España personajes femeninos tan potentes como los masculinos?
Creo que hay un sector de guionistas jóvenes con mucha sensibilidad que están escribiendo personajes para mujeres más mayores o maduras como yo. Se está despertando una curiosidad, pese a que la ancianidad esté muy denostada en nuestra sociedad. La esperanza que tengo es que estos guionistas jóvenes, según se hagan mayores, sigan escribiendo historias todavía más interesantes y para una gama amplia de gente. Me siento muy privilegiada y soy consciente de que un personaje como el que escribió para mí Ramón Salazar en ‘La enfermedad del domingo’ es un regalo, no es algo que se suela dar, y me siento muy agradecida.
¿Y esos personajes son suficientes? Imagino que de poco sirve un ‘papelón’ para una mujer de 30, si no hay más, de poco sirven cien ‘papelones’ para mujeres de 40 si no los hay para mujeres de 60…
Las historias se cuentan para gente joven porque existe la creencia de que únicamente es la gente joven la que está interesada en esas historias. También coincide que los guionistas son gente muy joven y esas historias están más próximos a ellos, no es habitual que escriban sobre gente más mayor porque no suele ser algo que hayan vivido de forma cercana. Pero creo que poquito a poco,y como cada vez la media de edad va siendo mayor, cada vez hay más historias de gente mayor que contar. Todavía queda mucho por investigar, porque la sutileza y la delicadeza de las emociones y los sentimientos cambia a lo largo del tiempo, y no son ni mejores ni peores, sino simplemente diferentes.
¿Algún otro proyecto entre manos que pueda contarse?
Tengo pendiente de estreno la serie ‘El inocente’ para Netflix, que ya está rodada. Continúo con la gira de ‘Los hijos’ y el espectáculo de Alberto Conejero, ‘Esta primavera fugitiva’, en teatro. Y comienzo a rodar ahora a principios de marzo una nueva película ‘Vasil’, de Avelina Prat. Además, tengo un proyecto muy especial para el verano pero aún no se puede anunciar.