¿Qué propone la función, qué realidad expone y de qué manera?
Esta obra es la historia de un barrio sin luz, de una familia que vive en él y de los vecinos y las vecinas de esta familia. Propone un viaje al mundo de esa familia y de este barrio, de esa realidad. Nos hace preguntas sobre la ciudad en la que vivimos. Estas personas son nuestras vecinas, viven a 14 km de la puerta del sol. ¿Qué pasaría si nos quedáramos nosotros sin luz? ¿Qué cosas dejaríamos de hacer? ¿Cómo afectaría eso a nuestros cuerpos? ¿Hasta dónde defenderíamos nuestro barrio?
¿Cómo surgió la escritura de la pieza, qué le motivó a desarrollar esta historia?
La historia surge de un encargo que me hace Raquel Alarcón. A priori yo no estaba vinculada a este proyecto, pero Raquel leyó una de mis obras anteriores –”Los suspendidos”–, le gustó y quiso que fuera yo la que escribiera esta obra. Me sentí muy afortunada por muchas cosas, sería largo de contar, pero lo más importante es que aquí confluyen mis grandes pasiones: la defensa de los derechos humanos y contar historias.
La función cuenta con 10 intérpretes que dan voz a más de una veintena de personajes de tres generaciones. ¿Qué factores tienen en común, qué les caracteriza?
Estos personajes tienen en común la resistencia. La búsqueda de un lugar para fundar un hogar. La búsqueda de un territorio. La necesidad de empezar de cero. Son personajes de grandes esperanzas. Gerardo, uno de los personajes de la obra, lo explica muy bien: “Antes vivían aquí los pobres del sur de España, ahora están también los del sur del mundo. Lo malo es que la ciudad también creció y aquí nos hemos encontrado, en los márgenes…”.
Para usted, uno de los grandes momentazos de la pieza se produce cuando…
Hay muchos momentos y muy emocionantes. Pienso mucho en la lucha de Wafa y de Doina –dos de los personajes más jóvenes– por estudiar, por amar, por conseguir salir adelante, por vivir. Por llegar al lugar que desean llegar. Eso para mí es muy emocionante, porque la lucha está en el deseo, en la esperanza por vivir y por resistir. Y claro, sin luz es muy difícil todo.
¿Y esa frase de su texto que le emociona?
Es una frase de Wafa en un momento de la carrera por estudiar medicina. Se pregunta: “¿Cuánta fuerza se tiene que hacer para vivir?” ¿Qué le gustaría lograr con esta puesta en escena a nivel personal y artístico? Me gustaría que la gente escuche a las vecinas, es algo que va a suceder, la historia se va a hacer presente cada tarde y las vecinas van a contarla. El escenario va a convertirse en el lugar del encuentro entre las vecinas y la ciudanía. Ese encuentro solo se produce en el teatro cuando la historia coge el centro y las personas que presencian ese momento en la obra son atravesadas por lo que sucede.
¿Por qué recomienda este estreno en el CDN a los amantes del buen teatro?
Porque es una historia que les va a hacer preguntarse asuntos que tienen que ver con los derechos fundamentales que tenemos las personas para existir. También propone un encuentro con la vida, con el barrio, con el perdón, con las madres y los hijos. La dirección de Raquel Alarcón es poderosa y los intérpretes sostienen en escena una poética que es un canto a la esperanza y a la resistencia.