Entrevista a Víctor Palmero y Jesús Torres por «Johnny Chico» y «Puños de Harina»

 En pleno mes de celebraciones en torno al Día del Orgullo LGTBI, el Teatro Infanta Isabel ha recuperado dos aplaudidos espectáculos que giran en torno a dicha temática: “Puños de harina” –que se adentra en el racismo, la homofobia, la violencia y la masculinidad– y “Johnny Chico” –valiente monólogo que trata el conflicto de identidad personal y sexual que vive un joven marginal–. Charlamos con Jesús Torres y Víctor Palmero, sus grandes protagonistas. Por ANA VILLA
¿Cómo presentan sus obras y cuáles son los temas fundamentales que tratan?

Víctor Palmero: “Johnny Chico” es una oda ‘fuckgender’ escrita en los 90 por el poeta y dramaturgo australiano Stephen House. Es un grito contra la lgtbiq+fobia, una obra descarnada y cruda en la que hablamos explícitamente de sexo, drogas, prostitución, la noche… También tiene una parte llena de ternura, con textos tremendamente emocionantes cargados de música y comicidad que acompañan al tema fundamental de la obra, que es la lucha de Johnny por amar y ser amado.

Jesús Torres: He escrito “Puños de harina” para hablar de las veces que los hombres nos disfrazamos de ‘más hombres’ para encajar en la idea que se tiene de nosotros, de las veces que tomamos cierta actitud o sacamos pecho o ponemos grave la voz para no defraudar a quienes esperan ver en nuestros cuerpos diversos e imperfectos a un ‘hombre de verdad’.


¿Qué historias relatan estas piezas y de qué manera lo hacen?

Jesús: “Puños de harina” enfrenta en un combate de boxeo a dos hombres que nunca coinciden en el tiempo ni el espacio: por un lado está la historia real de Rukeli, el boxeador gitano que perdió el título de campeón por llorar en el cuadrilátero ‘comportándose como una mujer’ y que se enfrentó a Hitler y fue asesinado en un campo de concentración. Y por otro lado, la historia de Saúl, el joven que sufre la violencia de su padre por ser homosexual y que busca su libertad.

Víctor: “Johnny Chico” muestra la historia de un chaval de provincia, de barrio, que ha tenido una infancia muy complicada, rodeada de abusos sexuales, malos tratos y adicciones. A raíz de la muerte de su madre –que es el detonante inicial de la obra–, comienza un brutal viaje de huída de su pasado, de búsqueda de libertad y aceptación, de autoconocimiento personal y sexual que lo llevan hasta Madrid. Me desdoblo en 10 personajes pasando por hombres, mujeres, drags…


Víctor, para usted, el mayor momentazo de “Johnny Chico” se produce cuando…

Víctor: La aparición de Perla (uno de los 10 personajes), es una bomba de aire y comedia que hace al público partícipe y es, sin duda, uno de los momentos top, aunque te diría muchos de Johnny que me encantan, pero me quedaré con una pregunta que lanza al aire y que me resulta muy interesante en la era en la que sonreímos en Instagram y escondemos el resto de nuestra verdad: “¿Es posible hacer coincidir lo que eres por fuera con lo que eres por dentro?”.


Jesús, su obra versa sobre la masculinidad, el boxeo, la violencia… ¿es un show ‘solo para hombres’?

Jesús: ¿Acaso las obras feministas son para mujeres? ¡Por supuesto que no! Para conseguir la igualdad y libertad por la que están luchando las mujeres, los hombres también tenemos que revisitarnos y revisarnos. Si nos quedamos anclados en los estereotipos de hombres y mujeres que hemos tenido y no aprendemos de los errores y los logros de las generaciones anteriores, vamos muy mal.


¿Qué significa para usted ‘ser un hombre de verdad’?

Jesús: Hay una frase de un personaje de Almodóvar que lo puede responder: “Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que siempre ha soñado para sí misma”. Poder elegir el hombre que quieres ser creo que es el mejor golpe, la mayor victoria.


Víctor, ¿qué puede aportar “Johnny Chico” al colectivo LGTBI y por qué es recomendable para el público general?

Víctor: Es una pieza que lucha a través del arte, una obra llena de realidad que habla de chemsex, de homofobia interiorizada, de libertad, de amor, de discotequeo frívolo madrileño… El público suele conectar mucho y no solo el del colectivo. Por la universalidad del sentirse enamorado, es imposible no conectar por algún lado porque, en el fondo, todos ansiamos lo mismo que Johnny: que nos amen y poder amar libremente.

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