Decía Ionesco que antes de escribir “La cantante calva” no quería convertirse en un autor teatral, sino que lo que quería era aprender inglés. ¿Cómo les va a ustedes con la lengua de Shakespeare? ¿Ya la dominan o aún les domina ella?
Yo estoy peleado con el inglés. Yo hice Bachiller y estudié francés y luego he intentado pero por falta de tiempo cuanto uno más mayor es más me cuesta. Me encantaría pero de momento muy bien no me va con el inglés.
Lejos de lo que parece, en esta historia no aparece ninguna cantante, ni calva ni no calva. ¿Qué es entonces “La cantante calva”?
(Risas). En la función que hacemos nosotros es un momento de transición muy grande para los personajes, de darse cuenta de realmente lo que no son, pero luego el título yo he oído una anécdota, que fue un actor que se equivocó, tenía que decir otra cosa y le salió la cantante calva y a Ionesco le pareció que ese iba a ser el título de la función. Poco más puedo contar…
Aunque al parecer al principio los críticos no daban un duro por Ionesco, la obra se convirtió en obra culmen del teatro del siglo XX y una de las más representativas del teatro del absurdo. ¿Por qué, cuáles son los ingredientes de este éxito?
Sin ninguna duda, es una obra que te lleva a la reflexión, que tiene un mensaje muy potente, aunque sea difícil de entender y sea complicado, lo bueno que tiene esta función es que tú la ves o la lees y cada persona se hace su propia película y yo creo que aparte de eso tiene una denuncia social brutal y está tratada desde un lugar inimaginable, desde lo absurdo, desde una comedia absurda y yo creo que ese es el éxito, el lugar a donde llega esa función a cada persona.
Que hay siete días de la semana o que abajo está el suelo y arriba el techo… Ionesco pretendía comunicar a sus contemporáneos las verdades esenciales reveladas por un manual de inglés, pero ¿qué se esconde detrás de este absurdo? ¿De qué nos habla en realidad?
Yo llego siempre al mismo lugar, de la falta de comunicación, yo creo que es una llamada de atención, de si no te quieres enterar. Una de esas dos frases la digo yo en la función: «el techo está arriba y el piso está abajo». Yo esa frase la digo desde el poder está arriba y la miseria, la desigualdad, el no entendimiento está abajo y es todo por ahí. De una denuncia social muy grande y la forma de hacer entender es no entender, cuando tú denuncias algo desde un sitio muy bien explicado, desde un sitio muy bien dicho y no hacen caso, yo creo que la forma de llamar la atención es hacerlo así. Esa es la conclusión a la que he llegado, la que yo saco, yo estoy denunciando algo cuando digo esa frase y yo creo que esa era la finalidad del autor.
Háblenos de su personaje: quién es y cómo es, cómo lo definiría.
No hay personaje… No son personajes, son unos seres por llamarlos de alguna manera que forman parte de esa denuncia social y son motores para contar eso, son personajes prácticamente sin saber ni por qué existen, incomunicados mentalmente ellos mismos. Son muchos personajes a la vez, no hay personaje pero cualquier personaje puede ver reflejada en cada uno de los personajes porque son muchos a la vez. Evidentemente yo me he agarrado a algo, a unos caracteres para trabajar, pero en la función no hay personajes, porque no hay coherencia. Son transmisores de lo que Ionesco quería contar y al querer contar una falta de comunicación muy grande se cuenta desde unos no personajes.
¿Cuál podría ser una de las frases o de los momentos más disparatados o absurdos de la obra?
Cualquier momento de la función es muy disparatado. Desde que hay una pareja que son matrimonio y no se conocen entre ellos y viven juntos hasta que venga un bombero a apaga fuego a una casa y exige que aunque sea una llama de una cerilla, pero que él tiene que apagar fuego. Que una señora diga que viva en los suburbios de Londres que diga que ha cenado patatas con tocino proque su apellido es Smith. Es que es toda la función, desde el principio hasta el final. Toda la función es un absurdo.