Si les digo “Divorcio a la española”, ¿qué nos pueden contar?
JOSÉ: Es una comedia muy divertida que mezcla todo tipo de situaciones, desde las más cotidianas a las más absurdas. Tres hombres despechados por sus mujeres se conocen y contarán cómo han llegado a esa situación.
BLANCA: Tres hombres coinciden en un antro para hombres abandonados. Una mujer explosiva es el inicio de escenas de lo más disparatadas.
GUILLERMO: Tres hombres muy muy diferentes coinciden en el hogar del divorciado, un apartamento para hombres separados en el que van a tratar de rehacer sus vidas. El hambre, una stripper y varias pizzas van a cambiar sus vidas definitivamente. ¿O no?
PACO: La lucha entre el matrimonio y el divorcio a través del fracaso de pareja de tres hombres. Estos se presentan, aparentemente como víctimas, en un refugio pensado para ellos, pero poco a poco veremos que son los culpables de sus propios fracasos. Aún así, siempre hay lugar para… ‘la Esperanza’.
Háblennos de sus personajes. ¿Qué hacen en la obra?
PACO: Yo incordiar, bueno, como todos. Mi máxima es el placer, el dinero y el mínimo esfuerzo, pero, sobre todo, temo que mi divorcio me arruine. A pesar de ello, apuesto por la diversión, el juego, el sexo, el alcohol, los puros… aunque en el fondo estoy solo.
BLANCA: Yo soy Brigitte, aunque para los amigos ‘Brilli Brilli’, una mujer inteligente, difícil de clasificar, que lucha por sobrevivir en un mundo masculino.
GUILLERMO: Mi personaje es Domi, un ser poliédrico encerrado en un cuerpo lleno de misterios por resolver.
JOSÉ: Interpreto a Hugo Blanco o, como a él le gusta llamarse, ‘Hugo el Boss, el puto amo’. Es un seductor de pacotilla que jamás ha dado un palo al agua, ni piensa hacerlo nunca. Tiene la cabeza llena de serrín, pero si dejamos de lado eso, “en Hugo todo mola”.
Vamos a hablar de la dirección. ¿Realmente están locos estos galos?
PACO: Mais bien sûr. Tienen alma de poeta y los poetas siempre lo están. No veo que haya mucha diferencia, pero esta experiencia me parece excitante. La directora nos inculca por igual dosis de rigor y de libertad, domina como autora y actriz las reglas y recursos de la comedia y confía plenamente en la vis cómica de los actores españoles. ¡Mejor imposible!
BLANCA: Están muy locos. Crean situaciones desternillantes. El proceso con nuestra directora francesa es de mucha colaboración. Destacaría la predisposición a cualquier cosa planteada por los actores, el respeto, el cariño y la espontaneidad.
GUILLERMO: Efectivamente, los franceses están locos… Por las francesas. ¿Y por los franceses? También. Y viceversa (risas). La diferencia está en las personas que realizan la dirección, de modo singular, más que en el origen de esas personas. El teatro que se hace en ambos países es tan variopinto como directores y directoras existen.
JOSÉ: Lo que más me está gustando es el trabajo colectivo. Hay mucha libertad añadiendo gags al texto, en cada ensayo se nos ocurren ideas. Es una obra libre y cambiante, siempre dentro de los límites de los personajes y del hilo narrativo, es algo estupendo. Y sí, estos franceses están loquísimos, como diría Obélix de los romanos. Pero claro, ¿quién está cuerdo hoy en día? Ojalá todos los locos fueran tan divertidos como los franceses. El mejor consejo que puedo dar es… ¡que el teatro sirva de terapia!