Jesús Noguero

 Entre los últimos trabajos de este actor todoterreno destacan “Los gemelos”, “Woyzzeck” o el reciente “1941: Bodas de sangre” de Eines. Jesús Noguero vuelve a dar una clase magistral de interpretación en el papel de Kafka.
Interpreta al Kafka más personal y menos conocido.

En contra de la imagen que todos tenemos del ‘insecto’, del ser torturado y oscuro, fue una persona de una sensibilidad extraordinaria, con un tremendo magnetismo en las reuniones sociales y una extremada amabilidad con el prójimo, quizá especialmente con los desconocidos. Dandy, seductor, con bastante éxito entre las mujeres. Su hipocondría, sus fobias y sus intentos de hacer “vida normal” nos revelan el candor, el humor y la soledad de una humanidad excepcional.


¿Más allá de la historia de amor se esconde alguna otra reflexión más profunda?

Tratándose de Kafka, la propia historia de amor pone en primer plano la naturaleza contradictoria de la condición humana, pero también hay una reflexión en torno al compromiso, la implicación y la función del artista que aporta complejidad, profundidad y riqueza al conflicto.


Kafka pensaba que la vida matrimonial era incompatible con la escritura. ¿Qué opina?

Para mí no es incompatible el arte, la profesión –que es otra cosa– y la vida. Lo que me parece difícil es ‘vivir con arte’ el día a día y lo que me parece milagroso es que la profesión siga viva, teniendo en cuenta cómo se valora la cultura en nuestro país. Yo lo voy compatibilizando a base de fracasar un poquito cada día.


A veces el amor no basta. ¿Qué falló en esta historia?

Entre otras muchas cosas se podría decir que Franz se enamoró de una ‘musa’ que inspiraba su trabajo literario y Felice se enamoró del ‘niño perdido’, al que ella salvaría dándole una familia. Así que, cada uno tenía trazados sus propios planes, aún sin saberlo, y aunque lo intentaron, no consiguieron conciliar sus propósitos.


Y en los tiempos que corren, ¿cómo se le queda a uno el cuerpo cuando le dicen que van a reponer un trabajo suyo en el Centro Dramático?

Pues ciertamente reconfortado, mas allá del goce narcisista, por constatar que se impone el sentido común. Pues me parece que en este trabajo se han sumado con fortuna el talento y la gracia de todos los que hemos participado en él. Desde la propuesta del CDN con el ciclo de la novela al teatro, hasta los técnicos que cada día hacen con nosotros la función. Así que, cuando el año pasado pusimos el cartel todos los días, con una obra que habla de Kafka, parecía lógico que se prorrogara o que se repusiera como ha sido el caso.


¿Qué tiene de especial la obra?

Me parece que aun por encima del buen hacer de todos los que trabajamos en la obra lo que tiene de especial es la propia “personalidad” de Kafka. La función brinda al espectador la posibilidad de acercarse a conocer los aspectos más candorosos de uno de los grandes genios de la literatura.


Hay una tercera pata en este trabajo, que es Chema Ruiz. Háblenos de su papel.

Max Brod es el amigo editor gracias al cual conocemos la obra de Kafka, al desatender la petición del propio Kafka de que se quemasen sus manuscritos. Max fue su amigo, descubridor, mentor y editor. Y también gracias a él conoce una noche en su casa a Felice Bauer, que era amiga de la familia de Max.


¿Qué le ha dado el teatro?

El teatro me ha dado muchas cosas. La primera quizá sea la posibilidad de compensar cierta timidez. Me ha proporcionado un medio de expresión, me ha obligado al ejercicio de ponerme en el lugar de “otros”. Por si fuera poco, he tenido la suerte de que esto se halla podido convertir verdaderamente en un oficio.


¿Proyectos entre manos?

Lo cierto es que tengo varias propuestas, de las que no puedo hablar porque no están confirmadas. Pero decir que son llamadas del teatro.

 

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