Este texto de Mayorga no se acaba nunca de tan grande e inabarcable. Cuando lo leí lo primero que pensé fue: ¿Y ahora qué? ¿Usted también ha tenido esa sensación de vértigo, de susto?
La primera sensación fue la primera decisión dramatúrgica que se tomó que es hacer esta función de doce personajes entre dos actores. Evidentemente implicaba un vértigo y una dificultad. Una vez hecha la función ahora mismo me costaría mucho entenderla hecha por doce actores distintos.
“Vuelve a la calle y abre bien los ojos. Y pregúntate qué debe ser recordado”, le dice el cartógrafo a su nieta. ¿Este empeño nuestro en olvidar para seguir adelante es un error?
Yo creo que sí y la función habla de eso. Es uno de los temas, porque evidentemente tiene otros. Pero creo que esta dictadura del presente, como la llama Juan Mayorga, me parece que es un error porque difícilmente llegaremos a un futuro amable olvidando nuestro pasado y esto lo digo a todos los niveles: el personal, el de cada uno, el de cada estado, el de cada ciudad y el de cada país y el del mundo entero. Porque siempre está ahí, es más, nos olvidamos muchas veces de que ahora mismo donde tú estás sentada, justo debajo, a nivel del suelo, ahí habrá habido felicidad, habrá habido dolor, habrá habido angustia, habrá habido un nacimiento o quizás una muerte… Creo que debajo de cada paso que damos el pasado está con nosotros, intentar olvidarlo o seguir adelante olvidando el pasado como se suele decir es un error, otra cosa es revivirlo con dolor, eso es distinto, pero tenerlo presente, conocerlo y usarlo es necesario. A todos los niveles.
Dice Mayorga que “El mejor teatro histórico abre el pasado. Y, abriendo el pasado, abre el presente”. ¿Hemos hecho examen de conciencia? Y lo que es más importante, ¿hemos aprendido algo? ¿Hemos mejorado algo?
No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para ver que parece que hemos desaprendido más que aprendido en muchos sentidos. Ayer veía un programa de televisión que hablaba sobre la evolución o involución del ser humano, cosa que biológicamente no puede existir, pero sí el retroceso. No lo sé. Lo que sí creo es que tenemos todavía mucho por aprender y que hay veces que el tropiezo en la misma piedra histórica se repite de forma continua hasta el punto que dices, 'pero, bueno, cuántas veces más nos tenemos que volver a tropezar para darnos cuenta de que nos estamos tropezando'. Yo tengo esperanza porque veo el futuro con esperanza, pero también con el dolor de que incluso en lo personal de cada uno de nosotros no aprendemos de lo hecho, no aprendemos de nosotros mismos y a fin de cuentas vida solamente hay una.
A mí hay una frase que me sobrecogió: “Si el muro sólo mide dos hombres (…) ven lo que pasa en este lado. ¿Pueden dormir, comer, besarse sabiendo lo que está pasando?”. ¿Qué duro, no?
Esto lo seguimos haciendo, esto nos enmarca como sociedad y como género, como especie. Sabemos lo que está pasando. Sabemos lo que está pasando en el Mediterráneo, pero sin embargo preferimos mirar hacia delante. ¿Qué significa mirar hacia delante? Muchas veces no se trata de mirar hacia atrás, sino de mirar un poco más allá donde están ocurriendo cosas. Y evidentemente el gueto de Varsovia, como tantos otros guetos, el muro solamente medía dos hombres de alto y desde el segundo piso se sabe y sabíamos, los europeos dejamos que matasen a nuestros judíos europeos como tal y sabíamos lo que estaba pasando, como tantas veces sabemos lo que está pasando y no hacemos nada.
José Luis interpreta nueve personajes. Denos una pincelada de alguno de ellos…
Evidentemente la función se llama «El cartógrafo». Este anciano me ha atravesado de palmo a palmo mi propio ser, artístico y personal, sinceramente. Es un personaje (se calla unos segundos). Quizás este sea el personaje que dice cosas más interesantes y más hermosas que yo haya dicho como personaje jamás. ¡Y mira que he tenido suerte con los personajes en mi vida profesional! Pero me ha atravesado por completo. Igual que me atravesó en su momento el personaje de «Diario de un loco», ha habido un atravesamiento absoluto. Pero hay otros por el camino que me hacen pasármelo como un enano en el escenario. A fin de cuentas, esto es una realidad, en la función te ríes, también hay drama, pero incluso viviendo ese drama como actor tú sabes que está llegando al público hay una cierta diversión, por llamarlo de alguna manera. Y hay personajes como Dubowski, que es un tipo que aparece en la segunda mitad de la función, que tiene mucho que ver con el estamento cuando ya es soviético, cuando ya es soviética Polonia, con el cual me divierto mucho y aparece en varios momentos y hay un monólogo sobre la nieve que es alucinante (remarca cada sílaba). Es que Juan escribe… Sabes la suerte y el orgullo y la responsabilidad también de estar en el escenario con Blanca y dirigidos sobre un texto además también de Juan Mayorga. O sea, como contemporáneos suyos que somos, somos unos afortunados absolutamente. De Juan Mayorga se seguirá hablando durante siglos al hablar de teatro.
¿Cuál es la frase más emocionante, más sobrecogedora del texto? ¿Qué frase del texto pondrían en un mapa contra el olvido?
Hay muchas. Por cambiar de personaje y contar la otra historia. En realidad, la función está basada en dos historias paralelas en el tiempo y en el espacio, que son la historia del cartógrafo y su nieta y de Raúl y Blanca. Dice Raúl en un momento dado… Raúl tiene que aprender mucho a lo largo de la función y es lo que le va a tocar hacer. Y al principio, en ese mirar hacia delante dejando atrás el pasado dice: «No somos polacos, no somos judíos. ¿Qué ciudad no tiene sus sombras, qué ciudad no tiene sus heridas?». En el fondo, creo que todos somos polacos y todos somos judíos y todos somos portugueses y españoles… Creo que este mirar hacia delante me parece erróneo y es una de las frases que creo que se podía enmarcar no dentro de la belleza quizás literaria pero sí de la importancia del mensaje.
“Es necesario que te salves. No por ti, por cada uno de ellos. Si puedes salvarte, tu deber es hacerlo y contar lo que has visto”. Si sólo pudieran salvar algo de este texto, un mapa, una idea, un mensaje para el futuro, ¿qué sería? ¿Cuál es la esencia?
Eso que acabas de decir tú es fantástico. Es necesario, si puedes salvarte, que lo hagas y que cuentes al mundo lo que has visto. Creo que es necesario por cada uno de nosotros esa frase. Si alguna vez alguno de nosotros acaba salvándose, debería contarle al resto lo que ha visto.
“Se puede hacer mapas de cualquier cosa. De la alegría. Del dolor”, dice el anciano. ¿Cómo es su mapa personal y profesional de estos tiempos?
(Risas) Yo me siento un absoluto privilegiado, tengo muchísima suerte, no se puede llamar de otra manera porque trabajárselo se lo trabaja mucha gente y hay gente con muchísima calidad, actores y actrices que no tienen la suerte de estar trabajando como es mi caso. Estoy recién estrenado, deseando llegar, acabo de terminar una serie que se llama «La verdad» que se estrenará en Tele 5 a la vuelta de año, he estrenado «Lejos del mar» de Uribe y «Que dios nos perdone» de Rodrigo Sorogoyen. Con lo cual, más contento no puedo estar. Y, además, en «El cartógrafo», que esto para mí es otra cosa maravillosa… a nivel profesional retirándome un poco de lo más egocéntrico lo más importante sea estar produciendo…
Parece una apuesta segura, pero hay que estar un poco loco, ¿no?
Apuestas seguras en la industria no existen. Mirando el pasado también nos damos cuenta porque además es un texto complicado, que llama a la imaginación del espectador, que pide obligatoriamente un espectador activo y conformar parte de los personajes ellos porque no es una función en la que te sientes a que te cuenten una historia de evasión. Tiene mucha carga esta función y tiene que ser un público exigente y nosotros somos exigentes con él. Y ahí está el riesgo… Pero por otra parte, claro que es un poco locura, pero yo llevo produciendo teatro desde que tengo 24 años, primero en mi compañía en Sevilla con Digo digo teatro, luego aquí produje «Diario de un loco», ahora estoy en esto y lo que me queda porque ya estoy en otra cosa. Para mí sería muy aburrido limitarme a aprender los textos de otro y decirlos en el formato que sea, me parece muchísimo más interesante porque tengo muchas cosas que decir yo también y las quiero decir y las quiero expresar y en esta función, donde producimos Entre cajas, Blanca con Avance Producciones y García-Pérez Producciones, ha sido un trabajo creativo brutal por parte de todo el equipo y nosotros incluidos. No hay nada más bonito que estar levantando un sueño.
“Mirar, escoger, representar: ésos son los secretos del cartógrafo”. ¿Y los del actor, y los del actor comprometido?
Ya has quitado tú uno de los secretos que es el compromiso. El compromiso a todos los niveles, a nivel puramente artístico, el compromiso con la búsqueda de la verdad interpretativa, el compromiso con el mensaje, el compromiso con el medio. Creo sinceramente que en el momento en que te parezca fácil lo que estás haciendo, no lo estás haciendo bien. Y por otra parte está el compromiso con la sociedad, trabajamos para contarles cosas a la sociedad, esa es la razón última. Al menos como yo lo veo. No trabajo tanto para entretenerlos como para contarle cosas que quiero contar. Y tener eso claro también me parece importante porque apuntas la puntería, afinas la puntería a donde quieres disparar. El trabajo diario, por supuesto, las ganas, que son necesarias, porque ahí está el estudio sociolaboral que se ha publicado hace un mes y eso evidencia que o tienes muchas ganas o va a ser difícil porque el camino es muy difícil en una profesión como esta.