José Luis Gil

 Desde la voz del intrépido Buzz Lightyear en “Toy Story” hasta la del arrebatador Patrick Swayze en “Dirty dancing”. Podemos contar por miles las veces que hemos reído y llorado con sus personajes a través del doblaje. Sin embargo, fue el éxito en la pequeña pantalla con “Aquí no hay quien viva” la clave de una popularidad que ya cumple 10 años.
Después de triunfar en teatro con “Ser o no ser” y “La fuga”, el actor maño regresa a las tablas acompañado de Mauro Muñiz de Urquiza para retratar ‘una historia de amistad pura y dura’.

Háblenos de su personaje.

Humberto es un hombre que, a su edad, que es la mía, cincuenta y tantos años, no ha vivido la vida. Está muy sometido a su madre y representa la inocencia. Es el punto opuesto al personaje de Mauro, el cual está de vuelta de todo, ha vivido la noche, ha tenido un grupo de rock… Son dos soledades que se encuentran y se necesitan. Esa es la clave de la función: cómo la amistad surge por los puntos que no tienes en común y cómo uno ve reflejado en el otro lo que ha perdido, lo que no ha vivido y lo que no conoce.


Todas las grandes amistades pasan por grandes favores y aquí se pide uno que da título a la obra. ¿Qué nos puede adelantar?

No es un favor económico, es algo muy especial, muy fuera de lo habitual. Una de esas cosas que igual no te atreves a pedirle a un hermano, pero sí a un gran amigo. Mi personaje, debido a cómo es, recibe esta   petición como una aberración, pero se convierte en un dilema que llega hasta el final.    


   
¿Qué hay de real en la amistad escénica con Mauro Muñiz?  

¡Todo! Este proyecto es fruto de la amistad y de haber trabajado juntos en proyectos anteriores. Siempre nos hemos entendido muy bien dentro y fuera del escenario y nos apetecía mucho seguir trabajando juntos.


Alcanzó el estrellato bajo el rol de Juan Cuesta y lo mantiene con Enrique Pastor. ¿En qué se parece a ellos?

¡A priori en nada! (risas) Pero claro, con el paso del tiempo sospecho que tienen más de mí de lo que yo creo. Cuando uno hace personajes que se prolongan tanto intenta estar cómodo para reaccionar con naturalidad ante situaciones disparatadas que a ti, en la vida real, no te han ni rozado. Juan Cuesta, por ejemplo, tiene ese ansia de poder por la presidencia ¡y es algo que yo odio, las reuniones de vecinos! En todas hay siempre un Juan Cuesta odioso que lo sabe todo (risas). Y lo mismo con Enrique Pastor, obsesionado con la estabilidad y con tener una pareja cayendo en cosas que rozan el ridículo y el patetismo. Honradamente, pienso que no tenemos mucho que ver.


El doblaje ha marcado su vida profesional desde que empezó en los 70…

Empecé con 19 años y he doblado de forma casi ininterrumpida de 8 de la mañana a 10 de la noche durante 20 años.


Se ha metido en la voz de un sin fin de personajes. ¿Algún favorito?  

“Toy Story” cambió el mundo de la animación y lo recuerdo como algo muy emocionante. Otro doblaje muy especial fue “El cuervo”, me impactó mucho la factura de esa película. Por dificultad, diría “Shine” de Geoffrey Rush y, en la faceta cómica, Jim Carrey en “Ace Ventura”, que no hacía más que tonterías todo el tiempo y doblarlo nos llevó su tiempo. ¡Fue una locura brutal!


Mataría por interpretar a…

¡No mataría! (risas) pero a Cyrano.


Admira el trabajo que hace…

Alberto y Laura Caballero. Son los directores, guionistas y el alma de “Aquí no hay quien viva” y “La que se avecina”. Creo en su talento y les tengo mucho cariño.


Ningún compañero le ha hecho reír tanto como…  

Mauro Muñiz de Urquiza.


Su gran pasión es…

¡La música! Rock duro a muerte, heavy metal. Ritchie Blackmore, Jimmy Page…


Si hay algo que no esperaba de esta profesión es …

Pasar toda la vida dedicándome a ella de manera sosegada para llegar a “Aquí no hay…” con 45 años y que la gente te pare por la calle cada dos pasos. Eso estaba descartado… ¡Me sorprendió!

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