“Entremeses” es uno de los montajes que marcaron la esencia de un gran teatro como es La Abadía en sus comienzos. ¿Cómo surgió esta creación?
Habíamos abierto las puertas de La Abadía con “El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte”, que fue un éxito enorme que estuvo en cartel varios años con giras internacionales potentes. Y yo quería volver a la palabra española con un gran clásico español. Valle Inclán lo fue, todavía sigue siendo referencia, y encontré que nada mejor que unas obras de Cervantes que los “Entremeses” para dar ese segundo paso en la creación de un sello y de un estilo para La Abadía.
¿Cómo definiría “Entremeses”?
Tres piezas pequeñas que son como plantas adventicias que decía Juan Goytisolo. Son como bonsáis, muestras del gran bosque creativo que significa Cervantes. Son piezas maestras en miniatura. Y decidí hacer con varias de ellas un espectáculo único fundiéndolo con textos y canciones que, en parte, provenían del mundo de Cervantes.
¿Qué repercusión, qué resultado a nivel público y crítica tuvo “Entremeses” hace dos décadas?
Fue arrollador, con un consenso de público entusiasta y una gira por el extranjero muy notable a los dos continentes. Fue una respuesta tan grande porque, con Cervantes, la lengua española se vuelve lengua universal, una lengua completa. Con Cervantes, la lengua alcanza una primera culminación. He tenido la gran suerte de ser elegido académico de la Real Academia de la Lengua Española, estamos en una conmemoración cervantina, y me parecía que era adecuado, en esas circunstancias, volver a ello.
¿Podemos esperar novedades en este montaje de “Entremeses” 2014?
El espectáculo ha sido revisado, así que no es el de hace 20 años, aunque tiene el perfume de entonces, con unos actores extraordinarios que ya han alcanzado la maestría. Muchos de ellos estaban allí y son personas que antes eran bisoñas cuando hicieron el espectáculo, pero que ahora están cumplidísimos en su oficio y alcanzan el magisterio.
¿Qué actividades tiene preparadas para celebrar este XX aniversario del teatro Abadía?
He preparado una programación excepcional en muchos sentidos porque un teatro español coproduce con el Festival de Aviñón el espectáculo “Hacía la alegría” de Olivier Py por primera vez en la historia. Vuelven “Entremeses” de Cervantes y, además, hay un texto excepcional de Harold Pinter en “Invernadero” y hay una decisión programática muy consciente no dictada por las circunstancias de elegir y acoger al Teatro de la ciudad, un proyecto de clásicos griegos como se han hecho pocos aquí. Era un paso que La Abadía tenía que dar puesto que Miguel del Arco, Andrés Lima y Alfredo Sanzol son grandes creadores que renuevan el paisaje de nuestro teatro.
Para usted uno de los momentos más gratificantes e inolvidables a la dirección de este teatro fue:
El constatar con asombro y gratitud que, cuando vinieron cambios políticos en los gobiernos, había sido entendido el significado de La Abadía y que el apoyo permanecía estrictamente. Fue un inmenso alivio.
¿Y un gran momento a lo largo de su carrera como intérprete?
Desde el “Informe para una academia”, pasa por Arturo Ui, por “La vida es sueño”, por “Azaña, una pasión española” y por “Final de partida”.
¿Qué deseo le queda por cumplir al mando de este gran barco llamado Abadía?
Preparar La Abadía para el futuro, de manera que siga conservando el espíritu fundacional ligado a una artesanía profunda del trabajo teatral, tanto de los directores como de los actores. El arte viene después. Primero esta el saber cómo hacer las cosas, cultivar los aparatos de los actores y del personal de la casa, que es importantísimo y que funciona de manera ejemplar, para que ese espíritu continúe cuando yo no esté.
Más allá de la cantidad incesante de trabajo que le ocupa, ¿de qué manera le gusta disfrutar de su tiempo libre?
Me gusta mucho hacer ejercicio físico, cultivo algunas cosas como la natación, el Tai Chi, el Chi Kung… cosas que también me sirven para mi trabajo como actor. ¡También me gusta mucho cocinar! (risas). Y compartir cenas, charlas, con amigos muy allegados donde confraternizar y hablar, no solo de la profesión, sino del sentido de nuestras vidas. Y, naturalmente, los puntos culminantes de todo esto son las manifestaciones del amor entre las personas, con mis hijos y a la vida.
DIRECTORES A ESCENA
Celebran el 20º aniversario de La Abadía. Para mantenerse es necesario…
Dedicación total, visión y tesón.
¿Qué mejoraría de la situación actual del teatro?
Lo más necesario es una fiscalidad adecuada, el 21% es un absurdo que carece de toda lógica, y que los gobiernos tengan una comprensión ilustrada del fenómeno de la cultura y de la lengua.
El balance de la temporada pasada…
El teatro ha acusado mucho la crisis y el IVA ha sido un golpe terrible. Sin embargo, aparecen grandes creaciones, hay una generación de gente joven de mucho talento, actores, directores, escritores, que no está recibiendo la suficiente atención, sostén, proyección.
¿Por qué hay tan pocas directoras?
La simetría de género es un objetivo que muchos creen que se ha cumplido pero no. Hay que dar opciones a las mujeres y que no haya cuotas, sino que se valore la capacidad en la igualdad de género.
La última obra que ha visto…
“La calma mágica” de Alfredo Sanzol. Un ejemplo de un gran talento poético.