¿Qué papeles interpreta?
Miguel, que es un actor inseguro que siempre busca la complicidad de los otros para sentir que lo hace bien, y el personaje al que interpreta, Philip Churchill, que es un galán seductor segurísimo de sí mismo, autor de obras de gran éxito y que defrauda mucho dinero a hacienda. El contraste es enorme y eso es algo muy divertido de hacer, ¡es maravilloso!
¿Cuál ha sido el reto en esta obra?
Llegar a dominar los cuatro tipos de comedia que engloba. Me las veo y me las deseo para estar a la altura y ser preciso, porque es una máquina de relojería y hay que ser un virtuoso para dominarlo todo. No descansas ni un momento y cualquier imprecisión hace que se pierda el efecto, que se caiga el ritmo. ¡Está siendo un máster para mí!
¿Algún ejemplo de situación en la obra que usted haya vivido en la vida real?
Claro, por ejemplo dos actores que han discutido y ni se miran, ni se hablan, pero salen a escena, brillan y son absoluta-mente elegantes y amigos. ¡Es lo que pasa por delante y lo que pasa por detrás! Son situaciones reales y tan llenas de detalles, que conozco espectadores en Barcelona que han ido a verla 6 o 7 veces y siempre descubren cosas nuevas.