Juan Carlos Pérez de la Fuente y Silvia de Pé – La señorita de Trevélez

En una pequeña ciudad de provincias, unos jóvenes deciden gastar una broma cruel a Doña Florita, la mujer menos agraciada de allí, haciéndole creer que el joven forastero Numeriano está locamente enamorado de ella. Y una vez que la bola empieza a rodar, no hay manera de pararla… Además, el poderoso Don Gonzalo está dispuesto a todo para que su hermana consiga la felicidad… En su primera temporada al frente del Teatro Fernán Gómez, Juan Carlos Pérez de la Fuente apuesta por esta tragedia grotesca que Arniches construye, según Ignacio García May, autor de la versión, a base de un humor cruel y negrísimo y una infinita compasión por la desgracia de los seres humanos. Junto al director, charlamos con la talentosa Silvia de Pé, protagonista de la pieza. Por VANESSA RAMIRO

¿Cómo y cúando descubrieron esta obra Juan Carlos Pérez de la Fuente y Silvia de Pé? ¿Lo recuerdan?  

Juan Carlos Pérez de la Fuente: Recuerdo perfectamente el día que la leí. La Avispa era una librería que había en la calle San Mateo. Allí nos conocimos Ignacio García May y yo. Un día yo, ingenuo, que quería ser director de teatro, pregunté: “Decidme qué libros tengo que leer”. Y Julia le dijo Joaquín –dueños de La Avispa–: “Juan Carlos quiere comprarnos la librería” (risas). Entonces lo entendí. Aquel día la había leído. Me quedé perplejo. Cuando lees algo que te llama mucho la atención lo tienes que compartir, lo quieres compartir, y llamé a Ignacio: “Sí, sí, es alucinante, ¿verdad?”. Aparecía una obra de teatro que, en un chaval con 18 años de aquella España, de los años 80, de repente te abría montones de preguntas. ¡Cuidado con las bromas! Yo soy de pueblo, sé lo que es que te cuelguen un sambenito, que te llamen muchas cosas. La risa española es cruel y cuando decide un grupo de gentes machacar a alguien… He visto cómo los motes, todo esto, han ido haciendo mella.

Silvia de Pé: Reconozco que no conocía la obra, se ha montado muy poco, sorprendentemente. Me parece una auténtica joya, y aún más la versión de Ignacio García May. La conocí cuando hace ya año y pico el mismo Juan Carlos Pérez de la Fuente me comentó que quería montarla y que le gustaría que lo hiciese yo, entonces la leí y vi la película “Calle Mayor” de Bardem.

Juan Diego, Jesús Puente, Irene Gutiérrez Caba, Alicia Hermida, Ana Marzoa… Esta obra la han interpretado grandes de la escena.

Juan Carlos: Igual que “Luces de bohemia”, “La casa de Bernarda Alba”, “Tres sombreros de copa”… Todos los actores y actrices se miden y cuál va a ser la diferencia: qué le voy a aportar yo a ese personaje. Y fíjate qué nombres estás diciéndome. Pues llega una nueva generación y a mí eso me gusta mucho. Silvia de Pé, una actriz a la que conocí en un teatro, haciendo una obra dirigida por Laila, en el Teatro Infanta Isabel, y dije “Si algún día, Silvia, yo dirijo un teatro público y dirijo esa obra, quiero que seas la señorita de Trevélez”. En el caso de Daniel Albaladejo, lo conozco tanto, le he dirigido tanto, le he visto crecer en “La fundación”, de Buero, en “La visita de la vieja dama”; es un actor al que he seguido mucho, conozco su textura emocional y está en ese momento que dice “Es tu hora”. Ese físico que tiene impresionante… Lo que está sucediendo en los ensayos, te doy mi palabra, que espero que no se me corte la mayonesa. Se van a incorporar, yo creo, a la nómina de esos actores. Y hace un año… Yo trabajé en la radio con Nieves Herrero. Hacíamos prácticamente mi última entrevista, en las Navidades del año pasado, donde yo ya me despedía para venir a esta casa. Hablando en la entrevista, dijo Dani Diges “Algún día me gustaría hacer teatro de texto. Y si eso fuera así, Juan Carlos, aunque ya te marches, me gustaría que contaras conmigo”. Y ha salido todo como hemos soñado. Está en el mejor momento, ya no es un chaval y le hice, además, una prueba sin que él se enterara. Yo sí que creo en los primeros actores. Un primer actor, una primera actriz, eso no es una cuestión de modas. Eso ha sido lo que hemos ido recibiendo generación tras generación. Y yo creo que muchos de estos actores y actrices se van a incorporar a esa nómina de primeros actores y actrices.

Y, ¿por qué recuperarla hoy para convertirse, además, su primera producción como director del Teatro Fernán Gómez? Ha dicho que es más necesaria que nunca…   

Juan Carlos: Yo creo que el primer texto teatral que un director a su llegada a un teatro público pone en pie es un poco una declaración de intenciones. Así sucedió con “Pelo de tormenta” en el Centro Dramático Nacional o en las Naves del Español con “Pingüinas”. Fíjate, Paco Nieva, no es casualidad, Fernando Arrabal y ahora Arniches. Si echas una ojeada a Paco Nieva, en “Pelo de tormenta” bebe del sainete. La entrada de Paco Nieva a la Real Academia Española es sobre el género chico, ¿protagonista? Carlos Arniches. Y por estas cosas de la vida, hace 48 horas, se ha presentado a la puerta del teatro a saludarme y estuvo en el ensayo Fernando Arrabal. Y cuando le dije “Estamos haciendo “La señorita de Trevélez””, les dijo a los actores “Gran texto, gran texto”. Va en la línea de lo que yo he dicho, no hay nada sorpresivo, pero está lleno de intenciones. Si a eso sumamos que hemos hecho la gran apuesta todos por la zarzuela, miel sobre hojuelas. No es casual. Fernando Fernán Gómez por esta obra sentía también un gran respeto. Hubiera sido también un gran don Gonzalo de Trevélez.

Para muchos historiadores de texto, “La señorita de Trevélez” está entre las diez mejores obras teatrales españolas del siglo XX. ¿Están de acuerdo? ¿Por qué, por qué es tan buena?     

Juan Carlos: Estoy absolutamente de acuerdo, totalmente de acuerdo. Creo que está entre esos grandes textos que a través de ellos podemos vernos reflejados los españoles. Son grandes textos dramáticos, literarios, pero, a la vez, se podría contar la historia de España del siglo XX a través de estos textos.

Silvia: Me parece una obra muy original, moderna, los temas que trata son absolutamente actuales. La crueldad, el bulliyng, el juicio y el prejuicio con el diferente, la ociosidad, la locura. Es una obra que hoy nos interpela, nos hace reflexionar y eso la convierte en una pieza teatral española muy importante. La versión de Ignacio García May la engrandece mucho.

¿Arniches no caduca? ¿Sus obras no se ‘acartonan’? ¿Seguiremos riendo con sus chistes y se nos encogerá el estómago con su crítica? 

Juan Carlos: Yo creo que sí, pero la responsabilidad también es de los directores. Tenemos la obligación de contarlo. Porque la pregunta es ¿por qué eliges un texto? ¿Qué tienes que añadir a ese texto? ¿Qué aportas? No tengo ningún miedo. La cuestión es que los directores o directoras se interesen por Arniches, se interesen por Arrabal, por Buero, por Paco Nieva, se interesen por Valle, porque Valle es el maestro grande que todavía no le tenemos bien situado a nivel mundial.

Silvia: El único pero que le pondría al original de Arniches es no enseñarnos a Flora en el tercer acto, me parece que es vital enfrentarse a ese momento para observar las consecuencias de nuestros actos. Supongo que Arniches no quiso meterse tanto en la oscuridad de la comedia. Sí, creo que sí que se encogerán los estómagos.

Y, a pesar de ello, hace tiempo que no se programa esta obra. ¿Por qué?

Silvia: La verdad, no tengo ni idea.

Juan Carlos: Primero es una obra cara (risas). Estamos en la época de los monólogos. Es una obra cara, ¿por qué? Nosotros tenemos trece actores, de ahí no puedes bajar. Estatutariamente todos los teatros, bien sea del Estado, de la Autonomía o del Ayuntamiento, tenemos una obligación con respecto a nuestra autoría. No se pone porque, al final, no nos engañemos, no les gusta a lo mejor a los directores o directoras. No hay más. Al final somos los directores los que elegimos los textos.

De ahí que para mucha gente igual es su primera vez con esta obra. ¿Qué les dirían?

Silvia: Diría que es una tragedia grotesca, cruel, despiadada, pero también hilarante y absurda. Compasiva. La propuesta de Pérez de la Fuente creo que, además, es muy, muy bella. Es una función que nos muestra hasta dónde somos capaces de llegar por no tener la valentía de aceptar un error.

Juan Carlos: Les diría que den una oportunidad a su teatro, al nuestro, al español. Estamos en un tiempo de complejos. Parece que hablar de teatro español tiene ideología. No tiene la ideología de la obra que se represente. La noche que por vez primera se escuchó teatro en castellano en el Teatro Nacional de Cataluña la viví yo con Antonio Buero Vallejo y eso no lo olvidaré nunca. Allí llegaba la palabra de un hombre fundamental de nuestro teatro que no se le había puesto. Ahí tienes el ejemplo. Les diría que se sorprendan. Yo creo que el teatro ha llegado para sorprender. Hay que dar una oportunidad al teatro español y que de la misma manera que estos días hemos conocido que el repertorio de la zarzuela son 40 títulos y hay miles y miles y miles de títulos, el repertorio del teatro español es muy grande y lo que no podemos es olvidarnos. Tenemos que revisarlo y tenemos que, cuidado, cada director darle su impronta y sorprendernos. Una obra es grande cuando cada director o directora le da un matiz. Ese matiz es único. Yo creo, ahora que ya casi está montada la obra, que se va a sorprender positivamente la gente.

Silvia de Pé –“Luces de bohemia”, “Tea Rooms”, “El tiempo todo locura”, “El Caballero incierto”…– es Florita Trevélez. Háblenos de ella.

Silvia: Es una mujer que no ha tenido suerte con el amor, muy a su pesar, se ha quedado soltera y vive con su hermano, Gonzalo. Es como una ‘Quijota’ soñadora, gran lectora y muy romántica. Es un personaje muy puro y con las emociones y pasiones a flor de piel. Muy honesta y cristalina, como un animalillo vulnerable.

¿Cómo son el resto de personajes?

Juan Carlos: Son complejos. ¿Es una historia de buenos y de malos? Ahí empieza la obra. Yo creo que el teatro es grande cuando no es simplista. El Guasa Club es una panda de ociosos, diletantes, muchachitos jóvenes que una hostia bien dada a tiempo les hubiera venido muy bien. Lo digo como lo siento. Son chicos sin hacer, haciéndose. Y, claro, si cuando te estás haciendo coges un camino equivocado, vas a joder la vida de mucha gente. Pero yo creo que la pregunta última es ¿y qué hacemos con esta gente? El Guasa Club son malísimos (risas). Bueno, pues yo les quiero humanizar. El delito. ¿Qué solución le damos a esto? Al final aparece el regeneracionismo de Joaquín Costa, en el que cree Carlos Arniches: a través de la cultura, podemos ser mejores o no. Es un tema educacional. Es un tema que hay que dedicarle muchas horas. Cuidado con nuestra gente joven, somos un país con un índice de abandono escolar muy grande. Pero la responsabilidad también es de la familia, de todos. El respeto, la palabra respeto esta obra la está diciendo continuamente, respeto al distinto, respeto a la mujer, claro. Un hombre que defiende a la mujer rotundamente es Carlos Arniches. Luego hay personajes tibios, maravillosamente tibios, que se mueven como nos movemos muchas veces en la vida: sé que está pasando esto, pero me callo. Esos personajes me gustan mucho, porque son la mayoría de los seres humanos. Nadie quiere conflictos. Sabemos todos muchas cosas en nuestro grupo de Whatsapp, en nuestro grupo de gente, pero quién es el guapo que le pone el cascabel al gato y dice: “Oye, una cosa, tú tienes un problema”. Nos pone a todos un espejo delante, porque nos estamos acostumbrando mucho los españoles a que la culpa casi siempre es del chachachá. Eso no es mío. No, no. Todo lo que pasa en tu país es tuyo..

¿Cuál es la propuesta de Juan Carlos Pérez de la Fuente para la puesta en escena?

Juan Carlos: He llegado a un teatro donde hemos oído que el teatro Fernán Gómez tiene muchos problemas a nivel escenográfico, pues aquí se mueve todo. Juan Carlos vuelve a los comienzos. Hay un perfume a “Pelo de tormenta”. Aquel ‘revistón’, aquella locura maravillosa, está aquí también. ¿Por qué? Porque me he obligado a que todo se mueva, tengo una escenógrafa que habíamos trabajado hace muchos años, Ana Garay, que me dice “Miedo me das cuando me llamas”. Va a sorprender la puesta en escena. Sí, quiero que sorprenda, forma parte de ese juego. Todo se mueve, lo hacen los actores. La obra es una gran ceremonia donde el actor forma parte de ese gran rito iniciático que es esta obra. Va a sorprender mucho y estoy muy contento porque vuelve Juan Carlos a ser Pérez de la Fuente en estado puro, con su particular locura.

Y en el escenario también Daniel Albaladejo, Daniel Diges, que es su primera vez en teatro de texto, Marta Arteta, Críspulo Cabezas, Óscar Hernández, José Ramón Iglesias… y así hasta 13 actores. ¡Menudo equipo!   

Juan Carlos: Hacer un reparto, decía el viejo José Luis Alonso Máñez, el 80% de la obra ya la tiene dirigida. No nos olvidemos que este reparto nace de una decisión que tomé de que no solamente no me arrepiento, sino que quiero seguir haciendo. Un teatro público tiene que alimentarse, tiene que saber toda la gente que está fuera, actrices y actores, de que van a tener la posibilidad de que les vea el director. El 70, casi por 60 y tanto por ciento, creo que nace de eso y me he sorprendido, aunque no te voy a negar que la sorpresa ha sido cuando actores que había dirigidos han presentado el reparto, por ejemplo, Críspulo Cabezas, por ejemplo, Julia Piera.  Y eso me llena de satisfacción, porque incluso actores que dicen “No le voy a llamar al teléfono, le voy a decir Juan Carlos, acuérdate, me voy a presentar”. Ahí va. Vamos a ver, estoy contento porque me han entendido la propuesta, porque hoy he llegado al ensayo y he dicho “un momento, estáis más locos que yo. Qué bonito, pero tened cuidado que ese camino es muy difícil”.

Silvia, ¿cómo es trabajar a las órdenes de Juan Carlos Pérez de la Fuente?

Silvia: Juan Carlos es incansable. Muy talentoso y creativo. Es un torrente. Muy muy generoso en la sala de ensayo, te acompaña literalmente en la escena y te regala todo el caudal de ideas, subtexto y suelo sobre el que caminar sin caerte. Nunca había trabajado con alguien tan absolutamente entregado en cuerpo y alma con cada frase del texto. Se compromete mucho con el teatro, la actuación, el texto y los actores. Transmite ese compromiso muy bien e inevitablemente hace que te pongas tu también ahí.

Más de la mitad del elenco fue seleccionado en un casting al que se presentaron 1.600 personas. ¿Por qué esto no es práctica habitual en los centros públicos de creación? 

Juan Carlos: Pues eso hay que preguntárselo a los directores y yo creo que cada uno tiene su manera. He hecho esto porque a mis años creo que es necesario, porque fuera hace mucho frío en la calle y cuando un buen día dices “¿Hacia dónde voy? ¿A quién me dirijo? ¿A qué puerta llamo?”. De repente que abras una puerta y lo vimos, además. “Ahí va, que en el Fernán Gómez van a hacer pruebas”. Cuando aparecen 1600 currículums, te asustas. Te asustas, claro, porque dices Posiblemente no eres porque no puedes verlos a los 1600, tienes que hacer una primera. Pero eso no es casual, quiero hacerlo todos los años así.

¿Cómo les gustaría que saliese el público de ver “La señorita de Trevélez”?

Silvia: Con la sensación de haber visto algo bueno y por supuesto habiendo pasado un buen rato.

Juan Carlos: Quiero que se lo pasen bien, de verdad.- Es un drama, es un dramón. No, es una obra que es una trampa maravillosa. Te estás riendo y dices “Prepárate, que vienen curvas”. Quiero que salgan maravillosamente sorprendidos. Yo creo en la esperanza, de verdad. En eso me parezco a Buero. Buero decía: La tragedia esperanzada, por muy duro que sea ese final, muy duro no, es un final donde se va a producir una cosa que se está produciendo cada vez menos, la catarsis. ¿Y qué es la catarsis? Llorar, llorar y darte cuenta de lo mal que lo han pasado esos personajes, ponerte a su lado, ver la vulnerabilidad de un ser humano. Pero es ese llanto que purifica. El llanto es necesario. Y que el llanto y la risa sean compañeros de viaje me gusta mucho.

Nuevo director del Teatro Fernán Gómez y primera temporada. ¿Era la temporada que soñaba?

Juan Carlos: Sin duda alguna. Y hago esta entrevista cuando venimos de informar al público de una nueva sala que abrimos. Dejo claro desde el principio que Laila y yo fuimos compañeros de la escuela de arte dramático, que somos muy amigos y que cada uno tenemos una mirada. Esto va de cada uno tiene su mirada. Claro, dices “Doy gracias al público que ha decidido estar a nuestro lado”. Claro que necesitamos al público, no a cualquier precio. Y luego que te entiendan, de verdad, ver el teatro lleno, las galerías llenas. Cuando hemos quitado ahora esta exposición de Philippe, yo decía hay que poner rápidamente otra, ¿por qué? Porque empieza la gente a elegir el Fernán Gómez como punto de encuentro y eso me llena de satisfacción. Voy al Fernán Gómez. Pues me gusta. Si a eso sumamos que he venido también un poco a que el espíritu del señor que lleva el nombre viva en esta casa, conocí a Fernán Gómez mucho y me pareció un espíritu anarquista, loco, maravilloso, que se adentró por territorios donde pudo salir San José o la Virgen. Me gusta todo eso. Estoy muy satisfecho y ahora ya pido no defraudar, porque mantenerse es lo difícil.

¿Cuáles son las señas de identidad y los objetivos a corto plazo?

Juan Carlos: Conocer cada vez más al público. Hay dos cosas nuevas esta temporada que vamos a volvernos locos todos, sin duda. Nos queda hacer la creación de la Escuela de Espectadores. Quiero conocer cada vez más al público, porque no hay que tenerle miedo al público, miedo de que te diga no me gusta nada lo que estás haciendo. Bueno, pues ese es el riesgo. Y luego que sea también un referente para la profesión. Esas entrevistas que las vamos a ir preparando poco a poco creo que son necesarias para que dejemos también un archivo, hace falta el archivo, el archivo es la memoria y que en el Fernán Gómez quede una memoria audiovisual de lo que opinaron los grandes, Sacristán, Nuria Espert, Julia Gutiérrez Caba, sobre la interpretación, de qué va esto de la interpretación. Porque es verdad que de eso es de lo que menos hablamos. Nos parece que es un rollo que no les va a interesar al público, no es verdad. No es verdad. Yo quiero saber cómo Sacristán empezó en los días que todos hemos empezado, y cómo ha ido transformando todo eso, de qué va el personaje. Eres tú en todo momento, no me fastidies. ¿Por qué detrás de esa palabra personaje nos queremos de alguna manera tapar. Hombre, yo no soy tan malo, tan bueno. Sí, sí. Aquello de nada de lo humano me es ajeno, es una frase que no la tenemos que decir todos los días.

Y a largo plazo, ¿qué espera de esta aventura?

Juan Carlos: Es ambiciosa, muy ambiciosa. Con esta aventura quiero acabar mis días en el teatro público. Lo digo, no quiero más. ¿Por qué? Porque tengo una edad. Me gustaría que quedara como un modelo, y ya me emociono, de teatro público. De verdad, como creo que hay una sanidad pública, que tiene que ser modélica, una radio pública y una televisión pública. Y yo he soñado siempre un teatro público. A ver, la situación estratégica en la ciudad de Madrid de este teatro es única, estamos en esta plaza, es un lugar festivo, jardines del descubrimiento. Bueno, pues cuando veo esta casa llena de gente que entra y sale. E incluso he visto alguna vez algún crítico que dice una cosa, que ha empezado la obra. ¿Por qué hay tanta gente si ha empezado la obra ya? (risas). Es que la gente viene al teatro, pero también viene a estar. Es un punto de encuentro donde quedas con alguien. Solamente nos haría falta ya que tuviéramos una cafetería todavía más integrada en este teatro para tomar café. Entonces, y que la gente. Tú imagínate qué bonito. ¿Has estado en el Fernán Gómez? Voy al Fernán Gómez. A mí eso me parece el Fernán Gómez. Dentro de nada tendrá otro nombre también que ya rematará la faena.

Teatro Fernán Gómez – Nº Febrero 2025

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