Háblenos un poquito de “Nada tras la puerta”.
Es el encuentro de cinco dramaturgos con un director que hizo una propuesta muy arriesgada: escribir a partir del material de guerra de un reportero que ha asistido a zonas de conflicto donde se han producido violaciones de mujeres, tráfico con menores, violencia sexual… El resultado han sido cinco piezas que hablan de estas zonas terribles del ser humano.
¿De qué habla usted?
Es la historia de una joven del norte de África que decide contagiarse una enfermedad mortal –SIDA– a cambio de poder salir de ese lugar y poder venir a un mundo mejor.
¿Qué impacto tendrá sobre el espectador?
Se ha conseguido un espectáculo de gran poder emocional. Espero que la gente salga reflexionando y sin perder de vista la parte sexual, emocional y lúdica que tiene el teatro.
¿Ese teatro puede ser un motor de cambio?
El teatro puede cambiar pequeñas cosas del ser humano y esos pequeños cambios propiciar algo mayor.