Juan Mayorga

 
¿Cómo ve el panorama teatral en España en estos momentos?

Veo el panorama teatral español por un lado muy interesante y, por otro lado, muy frágil. Hay mucha gente haciendo un teatro desde muy distintas perspectivas, desde distintos lenguajes, abordando distintos asuntos y además está ocurriendo algo muy importante y es que gente de talento está siendo atraída por el teatro y que han encontrado en el teatro un buen lugar para expresarse. Pero luego por otro lado el teatro en España es frágil porque la crisis lo ha golpeado de forma muy especial dado que fundamentalmente ha dañado las redes de distribución y ocurre que en ocasiones buenas ideas no han encontrado las condiciones para desarrollarse con la calma y con la serenidad que requiere. Uno ve a veces que ideas importantes o muy interesantes cuando llegan a escena no lo hacen con el desarrollo y la madurez que merecerían.

Es una situación muy interesante por la coincidencia de gentes con mucho talento en el teatro español que están desarrollando su teatro desde distintos lenguajes y desde distintas formas y tratando temáticas muy diversas, pero por otro lado las condiciones materiales en que se está desarrollando su trabajo son precarias y eso hace que los espectáculos que proceden de buenas ideas no siempre lleguen al espectador con la madurez que merecerían.


Usted es uno de nuestros dramaturgos más internacionales, ¿qué se valora fuera de nuestras fronteras de nuestro teatro?

Yo creo que precisamente lo que se conoce fuera es fundamentalmente la dramaturgia, dado que también por desgracia quizás los espectáculos no viajen tanto como deberían. Aquí hemos recibido con frecuencia espectáculos ya importantes desde hace mucho tiempo y, sin embargo, espectáculos importantes que se hacen aquí tienen muchas dificultades para moverse. Entonces lo que se conoce fuera es la dramaturgia y hasta donde yo puedo decir sorprende su diversidad, temática, formal y el hecho de que hay gente que está haciendo un teatro importante, relevante, que se traduce a distintas lenguas y que se está produciendo en distintos países siendo creadores de campos muy diversos.


Echa en falta en la cartelera madrileña…

No voy a barrer para casa, una de las cosas que siento es que hay una enorme ausencia de dramaturgia contemporánea extranjera. Creo que es muy difícil viendo la cartelera madrileña y española en general saber qué está ocurriendo ahora mismo en Alemania, en Francia, en Reino Unido, por hablar de los tres países europeos que tienen una dramaturgia probablemente más fuerte. Cuánto más desconoceremos de los polacos, de los griegos, de los checos… y eso creo que es lamentable. Creo que el teatro español también debería estar más abierto a eso, pero hay muy distintos problemas. Para empezar el de la traducción de esos textos. Siento que el teatro contemporáneo, que la dramaturgia contemporánea en lengua no española tiene enormes dificultades para llegar y para alimentarnos y nutrirnos.


Vamos con algunos protagonistas: A los jóvenes autores habría que pedirles…

Mucha auto exigencia, que es tanto como decir responsabilidad respeto al espectador. Yo siempre recuerdo que en esta ciudad en la que estamos ahora trabajaron e hicieron su trabajo grandes como Lope, Calderón, Valle y Lorca por mencionar a cuatro ases y siempre que hagamos teatro, jóvenes o no, tenemos que recordar eso, tenemos que recordar tener tanto respeto al espectador como aquellos grandes creadores tuvieron.


¿Y al público, qué habría que pedirle?

También tiene que ser más auto exigente, tener una actitud inconformista y un sentido crítico. El espectador tiene que exigirnos más y exigiéndonos más se exigirá también más a sí mismo y nosotros nos exigiremos más para él.


Como espectador a la hora de ir al teatro se decanta por…

Soy muy promiscuo en mis gustos teatrales, tengo una actitud de hospitalidad hacia distintos lenguajes y asuntos y hacia distintas obras. En este sentido, cada vez que voy al teatro sea el teatro que sea, como decía un personaje mío, no voy allí a derrotarlo, voy a que me guste y normalmente elijo a partir de recomendaciones de gentes a las que respeto, algunos críticos que escriben, compañeros o simplemente espectadores que te llaman la atención sobre un espectáculo relevante.


La última obra que le ha emocionado ha sido… ¿Por qué?

“La piedra oscura” de Alberto Conejero. El texto de Alberto y la puesta en escena de Pablo Messiez construyen una formidable experiencia poética. Y para mí el teatro ha de ser eso, una experiencia poética. Hay momentos extraordinarios en ese espectáculo, como aquel en el que hay esa despedida entre el carcelero y el preso y aquel le limpia los pies en un acto de extraordinaria ternura.


Los actores que siempre le emocionan sobre las tablas son…

Para empezar, los actores que ahora están defendiéndome en Reikiavik, que son Daniel Albadalejo, César Sarachu y Elena Rayo me están emocionando en cada función. Y hay otros actores con lo que he trabajado que me emocionan siempre, como son Carmen Machi y Blanca Portillo y no he trabajado nunca por ejemplo con Nuria Espert y ella me emociona desde el primer día que fui a un espectáculo teatral porque el primer espectáculo teatral que vi fue “Doña Rosita la soltera” y ella era Doña Rosita siendo yo un chavalito de 16 años. 

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